Conforme vas creciendo, algunas veces te sentirás frustrado cuando tus padres te obliguen a hacer algunas cosas. Podría ser algo simple, como tener que hacer tareas domésticas que odias, o algo más impactante, como tener que ir a una nueva escuela a mitad del año. Aunque la autoridad de tus padres te haga sentir frustración, aún tienes una opinión en la dinámica y puedes cambiar la situación si te sientas a conversar con ellos.

Parte 1
Parte 1 de 3:
Entender tus sentimientos

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    Pregúntate por qué no quieres hacerlo. Aunque quizás te sientas muy frustrado con tus padres por obligarte a hacer algo que no quieres, analiza la razón por la que te sientes frustrado. Algunas veces, es posible que descubras que tu frustración tiene distintas causas que tal vez ni siquiera se deban a la tarea.
    • Por ejemplo, si tuviste una discusión reciente con tus padres, es posible que aún tengas un poco de resentimiento al respecto. Quizás lo que te pidieron que hicieras no sea descabellado, pero debes conversar con ellos acerca de tus sentimientos.
    • Sin embargo, es posible que te sientas frustrado por el hecho de tener que hacer más tareas porque sientes que no dispones de mucho tiempo libre. Determina cuánto tiempo te queda después de hacer las tareas escolares y domésticas, y mira si el aumento de las exigencias es algo justo de parte de tus padres.
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    Escribe las ventajas y las desventajas. Dedica un tiempo para anotar tus pensamientos mediante la compilación de una lista de ventajas y desventajas sobre lo que tus padres quieren que hagas y las consecuencias que deberás afrontar si no lo haces. De esta forma, podrás evaluar si es necesario o no conversar con tus padres, o si simplemente debes afrontar la situación y hacer lo que te digan.
    • Por ejemplo, si tus padres deciden que ahora deberás recibir clases particulares después de la escuela, ten en cuenta los aspectos positivos y los negativos. Algunos de los aspectos positivos son que es probable que tus calificaciones mejoren y tendrás un promedio general más alto. Un aspecto negativo es que probablemente tendrás menos tiempo libre. En este ejemplo, parece que las clases particulares te ofrecerán más ventajas que quedarte en casa y quizás no valga la pena discutir con tus padres al respecto.
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    Habla con una persona adulta en quien confíes. Aunque en este momento te sientas muy enojado como para conversar con tus padres acerca de este tema, puedes pedirle un consejo a un adulto que admires o que conozca a tus padres. Esta persona podría darte información imparcial que podría ayudarte a cambiar tu punto de vista sobre la decisión de tus padres. También podría darte algún consejo para lograr que tus padres cambien de parecer.
    • Puedes hablar con uno de tus tíos, tías o abuelos.
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    Trata de entender su punto de vista. Recuerda que ser padre es el trabajo más difícil que existe en el planeta. Tus padres toman decisiones por ti con base en las experiencias de su infancia. También suelen actuar de la forma que consideran mejor para garantizar tu seguridad, salud y éxito. Piensa en las decisiones difíciles y en los sacrificios que deben hacer todos los días por ti.[1]
    • Recuerda que, aunque tus padres no tengan siempre la razón, merecen que los respetes y obedezcas.
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    Desiste si crees que has sido poco razonable. Después de dedicar un tiempo para pensar de forma constructiva y crítica lo que te pidieron que hicieras, piensa si quieres desistir o no. Si crees que tus padres están siendo razonables y es probable que su petición será útil para ti a largo plazo o te ayudará a ser una mejor persona, ten madurez y hazlo. No debes sentirte avergonzado por el hecho de ceder, siempre y cuando cedas ante algo bueno.
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    Prepara la conversación si aún tienes dudas acerca de la tarea. Si aún crees que tus padres están cometiendo una injusticia y tienes fuertes dudas sobre lo que te han pedido que hagas, debes empezar a preparar lo que les dirás al respecto. En general, suele ser mejor centrar tus argumentos en tres puntos principales para darles lo suficiente para reflexionar, sin abrumarlos con quejas.[2]
    • Por ejemplo, si tus padres quieren que practiques un deporte específico que ya no quieres practicar, puedes presentar los siguientes tres puntos en contraposición a sus deseos: el deporte te quita tiempo de tus estudios, ya no disfrutas con la práctica de ese deporte, sino que lo sientes como una tarea, y preferirías usar ese tiempo para otro pasatiempo o para practicar otro deporte.
    • Tus padres valorarán que hayas desarrollado razones lógicas y bien pensadas para no hacer algo.

Parte 2
Parte 2 de 3:
Tener una conversación

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    Siéntate con ellos para hablar. Ha llegado el momento de tener una conversación con tus padres. Diles que te gustaría hablar con ellos sobre algo y quisieras saber en qué momento es mejor para ellos. Tus padres agradecerán que respetes su tiempo y que no los bombardees con discusiones.[3]
    • Elige un buen momento para preguntarles y evita hacerlo justo cuando salgan del trabajo. Por lo general, a los padres les gusta tener unos instantes para sí mismos después de un largo día laboral.
    • Podrías decirles algo así como “Hola, mamá y papá, ¿podemos hablar un minuto? He estado pensando en algo que quisiera hablar con ustedes”.
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    Sé honesto. Cuando por fin te sientes con ellos para conversar, asegúrate de ser lo más abierto y sincero que puedas. Manipular la verdad o distorsionar tus sentimientos no te hará ningún bien, y luego te arrepentirás de no haber sido honesto. Si tus padres te preguntan acerca de tus sentimientos, exprésalos de forma abierta. Recuerda que ellos te aman y quieren que seas feliz. Confíales tu verdad.[4]
    • Por ejemplo, si te preguntan si piensas que están siendo justos, no les digas que “sí” si en realidad crees en tu corazón que no es así.
    • En lugar de eso, podrías decir “Sé que cuidan de mí y hacen lo que creen que es mejor, y los amo por eso, pero no creo que sea justo que yo tenga más tareas que mi hermano, sobre todo porque él es mayor que yo”.
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    Demuestra respeto. Una cosa a la que los padres reaccionan de una forma bastante negativa es a la falta de respeto por parte de un hijo. Si lo haces, es probable que pierdas toda esperanza de negociación o de lograr lo que quieres porque tus padres no querrán escucharte más. Evita subir la voz o discutir mucho. Además, prepárate para la realidad de que quizás no accederán a lo que quieres, incluso después de tener esta conversación sincera.[5]
    • Jamás los insultes ni les digas que los odias. Esto dará lugar a más problemas entre ustedes.
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    Recurre a la lógica y a la razón. Cuando tengas estas conversaciones con tus padres, trata de atraer su interés desde una perspectiva lógica y expresa algunas emociones ocasionalmente para lograr un buen efecto. Recuerda que son tus padres y te aman mucho, pero también se esfuerzan por hacer lo que es mejor para ti, dejando a un lado sus propios sentimientos y emociones.
    • Por ejemplo, si quieren cambiarte de escuela porque no has tenido una buena conducta, puedes decirles algo así como “Un cambio de escuela no servirá de nada; el problema soy yo. Ni mis amigos ni mis maestros hacen que me porte mal. Denme primero la oportunidad de esforzarme por mejorar antes de que tomen la decisión de trasladarme”.
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    Mantén la calma y presta atención a tu lenguaje corporal. Durante la conversación, es posible que te sientas estresado, sobre todo si sientes que tus padres no entienden tu punto de vista. Sin embargo, debes tratar de no agitarte porque tendrás dificultades para expresarte de una forma cuidadosa y persuadir a tus padres. Evita también agitar los brazos de manera violenta o emplear otras formas de lenguaje corporal agresivo.
    • Respira de manera profunda durante la conversación. Algunas veces, el estrés hace que respires menos y eso puede hacer que te sientas más estresado en general.
    • Evita cruzar las piernas y los brazos mientras estás sentado. Mueve las manos lo menos que puedas.
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    Esfuérzate por demostrar madurez. No seas quejumbroso ni discutas mucho; con esto no lograrás lo que quieres. Durante esta conversación, aunque seas joven, trata de tener la mayor madurez posible, mientras tienes en cuenta el punto de vista de tus padres. También debes recordar que, después de todo, tú eres el hijo y ellos son los padres.[6]

Parte 3
Parte 3 de 3:
Ofrecer soluciones alternativas

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    Sugiere algunas alternativas. Cuando converses con tus padres, debes prepararte para hablar sobre algunas alternativas a lo que quieren que hagas. También puedes intercambiar ideas de alternativas con ellos si están dispuestos a llegar a un acuerdo contigo.
    • Por ejemplo, si tus padres quieren que asistas a una nueva escuela, pero no quieres hacerlo, puedes pensar en algunas formas de quedarte en la escuela, pero mejorar tu experiencia o tu conducta. Por ejemplo, tal vez puedas prometerles que te quedarás tres veces por semana para recibir clases particulares después de la escuela, para lograr mejorar tus calificaciones, si el problema es ese.
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    Negocia con ellos. Quizás tus padres no necesariamente quieran obligarte a hacer algo que no te agrada, pero es posible que sientan que es lo mejor para ti. Trata de negociar con ellos para conseguir lo que quieres al menos por un tiempo. Por ejemplo, podrías decirles “Denme un mes para cambiar mi conducta. Si no lo hago, haré lo que me pidan sin titubeos. Por favor, permítanme demostrar que puedo ser mejor”.[7]
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    Busca la flexibilidad en sus deseos. Es probable que tus padres no sean tan irracionales como tú piensas. Todos los padres buscan simplemente la forma de asegurarse de que sus hijos estén saludables y tengan éxito. Aprovecha este conocimiento acerca de tus padres y busca algunas formas de lograr lo que ambas partes quieren.
    • Es posible que quieran cambiarte de escuela, pero ¿ya la eligieron? ¿Puedes expresar tu opinión al respecto? Pregúntales.[8]
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    Sé más responsable en casa. Si demuestras una mayor responsabilidad en casa, será más probable que te presten atención y tengan en cuenta tus comentarios cuando tomen decisiones. Administra bien las tareas que te asignen de modo que te consideren una persona confiable, responsable y trabajadora.
    • Realiza todas tus tareas domésticas sin que te lo pidan y sin quejarte.
    • Haz todas tus tareas escolares y evita tener problemas de conducta en la escuela.
    • Evita pelear con tus hermanos.
    • Cumple las normas del hogar de tus padres.
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    Acepta su decisión final. Después de conversar, buscar alternativas y expresar tus puntos de vista, es posible que tus padres aún no estén de acuerdo contigo y te obliguen a hacer lo que has estado temiendo. Tómate un poco de tiempo para entender que todo está bien. Tampoco será el fin del mundo. Al final de este proceso, serás una mejor persona y tendrás más madurez. Honra a tus padres con tu obediencia.[9]

Consejos

  • Ten en cuenta que todo lo que tus padres quieren que hagas tienen una razón. ¡No quieren torturarte! Pregúntales por qué quieren que lo hagas.
  • Averigua más acerca de lo que quieren que hagas. Busca en Internet, un libro, una revista, un periódico o consulta con un amigo que haga esa actividad. Es probable que, cuando tengas mayor conocimiento, decidas que quieres hacer la actividad después de todo.

Advertencias

  • Nunca mientas. Tus padres se disgustarán si decides hacer la actividad que no te agrada y quieres rendirte cuando ha pasado apenas una semana.

Acerca de este wikiHow

Klare Heston, LCSW
Coescrito por:
Trabajadora social clínica
Este artículo fue coescrito por Klare Heston, LCSW. Klare Heston es una trabajadora social clínica independiente licenciada que reside en Cleveland, Ohio. Con experiencia en asesoría académica y supervisión clínica, Klare obtuvo su maestría en trabajo social en la Universidad de la Mancomunidad de Virginia en 1983. También tiene un certificado de posgrado de 2 años del Instituto Gestalt de Cleveland, además de una certificación en terapia familiar, mediación, y recuperación y tratamiento de traumas (EMDR). Este artículo ha sido visto 2158 veces.