A la hora de resaltar el sabor de las comida, la sal es el rey indiscutido de las especias. Puedes hacer que la sal sea incluso más deliciosa mezclándola con diferentes sabores que complementarán perfectamente tus platillos favoritos. Además de ser extremadamente versátiles y fáciles de preparar, las sales saborizadas quitan de apuros para añadir algo nuevo a una receta nueva, para resaltar un platillo soso o incluso para hacer regalos excelentes. Lo único que necesitarás para empezar a hacer tus propias sales suculentas en casa es sal gruesa, los condimentos de tu elección y unas cuantas horas para que se integren.

Método 1
Método 1 de 3:
Hacer sal saborizada con hierbas secas y especias

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    Empieza con sal gruesa. Para hacer sal saborizada, tendrás mayor éxito usando granos grandes para que los demás sabores que incorpores no sean demasiado fuertes. La sal marina, la sal kosher o las hojuelas de sal Maldon son lo ideal, pero también puedes usar sal de mesa si es todo lo que tienes. Empieza haciendo tandas de 1 taza de sal saborizada.[1]
    • La sal kosher es una opción segura, ya que es la que cuesta menos y tiene la textura correcta para saborizarla.
    • Si vas a usar sal de mesa fina, aumenta la cantidad de ingredientes secos. Puedes aumentar 1 o 2 cucharaditas para mantener las proporciones equilibradas.[2]
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    Escoge los ingredientes secos. La sal combina bien con una tremenda variedad de hierbas y especias. Algunos de los tipos más comunes de sales saborizadas se hacen con ajo, cebolla, apio y jengibre, pero también puedes usar pimienta cayena, ralladura de cítricos, rabanito, culantro, pétalos de rosa o incluso azúcar rubia o granos de café. Casi todos los ingredientes naturales que te puedas imaginar pueden deshidratarse y usarse para saborizar la sal.[3]
    • Tienes la opción de usar hierbas frescas, si así lo prefieres. Solo ponlas en el horno un par de horas y luego muélelas a una textura fina antes de agregarlas a la sal.[4]
    • Espolvorea brownies recién horneados con sal de canela y café expreso, o echa una pizca de sal de romero y menta a un costillar de cordero.
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    Combina la sal con los ingredientes secos. La manera más fácil de hacerlo consiste en echar la sal y los condimentos en un procesador de alimentos o molinillo de café y presionar el botón “Pulsar”, pero también puedes usar un mortero o simplemente mezclarlos a mano. Usa 1 cucharadita del sabor de tu elección por cada ¼ taza de sal. Mezcla los ingredientes hasta que las partículas de los ingredientes secos estén distribuidos de manera uniforme por toda la sal.[5]
    • Para que haya una distribución adecuada, la sal y los demás ingredientes secos deben ser de aproximadamente el mismo tamaño. Tritura o muele las hierbas y las especias más grandes si es necesario para que se integren mejor.
    • Hacer sal saborizada con ingredientes secos puede hacerse en un solo envase en tan solo un par de minutos.
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    Sella y guarda la sal. Transfiere la sal saborizada a un envase hermético y guárdala en la despensa o el refrigerador. ¡Es así de fácil! Las sales saborizadas hechas con ingredientes secos duran hasta por meses o incluso años, ya que no habrá manera de que les entre agua y las deje pegajosas.[6]
    • La sal es un preservante natural, por eso no tendrás que preocuparte por que los demás ingredientes se echen a perder.[7]
    • Un salero con sal, ajo, chile en polvo y pimentón es un excelente condimento multipropósito para tener en la mesa todos los días.
    • Ten diferentes sales a la mano para cuando quieras llevar tus manjares caseros al siguiente nivel.
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Método 2
Método 2 de 3:
Mezclar sal con condimentos húmedos

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    Escoge un condimento húmedo para agregarlo a la sal. Cualquier condimento cremoso o a base de aceite, salsa o aliño espeso puede usarse como base para saborizar la sal. Puedes usar ketchup, mostaza de Dijón, sriracha o aliño francés. Si no, también usar sabores menos convencionales como salsa de camarones o chimichurri. Sé creativo y diviértete pensando qué combinaciones inusuales puedes hacer.[8]
    • Como regla general, el condimento que uses debe tener la espesura suficiente para untarlo. Los condimentos líquidos pueden simplemente disolver la sal.
    • Sazona las hamburguesas con sal de barbacoa o haz una sal de salsa búfalo para espolvorearla sobre un tazón de palomitas de maíz antes de sentarte a ver una película.
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    Mezcla la sal y los condimentos. En un procesador de alimentos o con un tazón y una espátula, mezcla ½ taza de sal con 1 cucharada (15 ml) del sabor de tu elección. Asegúrate de que la sal y los condimentos se integren bien. La sal empezará a cambiar de color y se formará una pasta arenosa cuando los ingredientes húmedos se incorporen correctamente.[9]
    • Puedes tranquilamente usar más condimento o menos dependiendo de cuán intenso quieres que sea.
    • Si no sabes si vas a echar demasiado, añade el condimento húmedo de a pocos para no empapar la sal.
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    Seca la mezcla. Vierte la pasta de sal sobre una bandeja para hornear antiadherente o sobre una hoja de papel vegetal. Si lo vas a secar naturalmente, tendrás que dejarlo hasta por 48 horas para que se integre por completo. También tienes la opción de calentar la mezcla en el horno a una temperatura baja hasta que se seque bien.[10]
    • Para secar la sal en el horno, ponlo a una temperatura baja (de 65 a 75 ºC o 150 a 170 ºF) y déjalo calentar lenta y gradualmente. El calor evaporará el exceso de humedad de la mezcla.[11]
    • Revuelve la sal cada hora aproximadamente para que no se hagan grumos mientras se seca.
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    Separa y empaca la sal. Después de que la sal tenga bastante tiempo para secar, usa el anverso de una cuchara u otra superficie dura y sin filo para romper los grumos que queden. Vierte la sal a un frasco de conservas, una botella o salero y ponlo en tu especiero. Sácalo cuando quieras agregar una pizca de ella a tu cena o bocadillo de mediodía. ¡Listo![12]
    • Procesa la sal seca de nuevo en el procesador de alimentos o molinillo de café unos cuantos segundos para molerla a un tamaño parejo.
    • Las sales hechas con ingredientes húmedos deben guardarse en envases herméticos para evitar que les entre agua.[13]
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Método 3
Método 3 de 3:
Saborizar sal con líquidos

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    Selecciona un líquido saborizado para la sal. Ciertos líquidos pueden reducirse para luego combinarlos con sal a modo de condimentos húmedos. Los vinos y los licores fuertes son especialmente buenos para este propósito debido a su contenido de azúcar y a su alto punto de humeo. Toma una botella de tu pinot noir favorito o un whisky añejado en barrica y ponte a cocinar.[14]
    • Busca unas cuantas recetas para ver qué líquidos puedes usar para hacer reducciones y cuáles no.
    • Prueba una pizca de sal de arce y bourbon en un solomillo o caramelos caseros.
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    Hierve el líquido. Vierte de 2 a 3 tazas del líquido de tu elección a una cacerola. Pon la cacerola a fuego medio alto hasta que empiece a burbujear. Luego, baja el fuego y déjala cocinar a fuego lento.[15]
    • El líquido tendrá que hervir a fuego lento de unos 15 a 20 minutos, pero el tiempo exacto puede variar. Vigílalo mientras se reduce.
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    Calienta el líquido hasta que se haga una reducción. El proceso de hervido a fuego alto y después a fuego lento evaporará el líquido, con lo cual se espesará y te quedará un jarabe condensado. Revuelve la reducción continuamente para que se airee y no se queme ni se pegue a la cacerola. Cuando tenga la consistencia con la que pueda cubrir el anverso de una cuchara o cucharón, estará lista para ser añadida a la sal.[16]
    • Al final te deben quedar de 1 a 2 cucharadas (15 a 30 ml) de jarabe después de que el líquido se reduzca por completo.[17]
    • Saca la reducción del fuego apenas esté listo. Si sigue expuesto al calor después de espesarse, puede quemarse fácilmente.
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    Añade la sal y seca la mezcla. Vierte el contenido de la cacerola a una bandeja para hornear antiadherente. Vierte de 1 a 1 ½ tazas de sal y mézclala con el jarabe con las manos. Esparce la mezcla de sal hasta formar una capa fina y pon la bandeja en el horno unas 2 horas a 75 ºC (170 ºF). Luego, rompe los grumos de sal seca y pásala a otro envase por un colador. ¡Nada más![18]
    • Sacude o revuelve la sal periódicamente para mantenerla separada.
    • Puedes producir aproximadamente 1 taza de sal por cada tanda siguiendo este método.
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Cosas que necesitarás

  • sal gruesa (sal marina, sal kosher u hojuelas de sal Maldon)
  • hierbas secas o especias
  • salsas, aliños y otros condimentos
  • reducción de algún líquido
  • procesador de alimentos o molinillo de café
  • tazón
  • bandeja para hornear o papel vegetal
  • espátula
  • cuchara
  • frascos, bolsas o saleros (para almacenamiento)

Consejos

  • Usar sales saborizadas con sabores bien balanceados puede ahorrarte la molestia de tener que agregar diferentes especias a los platillos uno por uno.
  • Empaca tus sales saborizadas caseras en frascos de conservas o bolsas miniatura para tener regalos de días festivos.
  • Para hacer margaritas y cocteles magníficos, prueba bañar el borde del vaso con sal de limón o lima y colócale la cáscara.
  • La próxima vez que organices una cena, haz sales saboreadas únicas para llevar tu platillo a nuevas alturas.
  • Las sales dulces hechas con pomelo, azúcar de palma o vainas de vainilla y nuez moscada pueden ser un contraste agradable en los postres.
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Categorías: Consejos en la cocina
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