Lidiar con la pereza puede ser un reto, ya sea que tu hijo esté en el jardín de infancia o sea un adolescente. No obstante, hay varias formas en las que puedes motivarlo. Si el trabajo escolar es el problema, ayúdalo a mantenerse organizado y trata de que consiga ayuda si no entiende alguna lección. Ofrécele recompensas y privilegios cuando complete una tarea. Puedes usar estrategias similares para motivarlo a hacer tareas o mantenerse activo físicamente. Cualquiera que sea el caso, habla directamente con tu hijo y esfuérzate lo más que puedas para distinguir si su ética de trabajo es baja debido a un problema de aprendizaje u otra causa subyacente.

Método 1
Método 1 de 3:
Motivarlo para que realice el trabajo escolar

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    Ofrécele recompensas y privilegios por completar una tarea. Enséñale que debe completar su tarea antes de realizar actividades que le guste. Trata de ser constante y vigila el acceso que tiene a su celular, videojuegos u otras distracciones.[1]
    • Por ejemplo, puedes decirle “Cuando termines la tarea, podrás jugar con tu videojuego”.
    • Podrías colocar su teléfono en una cesta y solo permitir que lo tome cuando haya terminado una tarea.
    • Algunos niños trabajan mejor cuando escuchan música, así que tal vez sea útil hacer una excepción con los aparatos electrónicos para que escuche canciones que lo motiven.
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    Revisa su trabajo cuando haya terminado. Revisa sus problemas de matemática o ensayos para asegurarte de que realmente haya terminado. Si su tarea involucra estudiar, pídele que te explique el capítulo asignado para saber qué tan bien entiende el material.[2]
    • Trata de que no parezca que no confías en él. Dile algo como “No trato de vigilarte ni de que parezca que no confío en ti. Solo quiero jugar en tu equipo y ayudarte a que te esfuerces”.
    • Si notas que no está siendo honesto respecto a lo que se le ha asignado, pídele al profesor que te envíe la tarea principal.[3]
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    Ayúdalo a dividir las tareas abrumadoras en partes más pequeñas. Los niños y los adultos suelen posponer las tareas que parecen imposibles. Si tu hijo tiene que realizar un proyecto grande, ayúdalo a descubrir cómo dividirlo en partes más manejables. Escribe cada paso en un calendario y revisa lo que haga diariamente para asegurarte de que no esté dejando las cosas para el último minuto.[4]
    • Si eres profesor, trata de dividir los proyectos grandes al incluir instrucciones paso a paso y plazos más cortos.[5] En lugar de solo asignar un trabajo grande, asigna diferentes fechas límite para el boceto, el primer borrador y el proyecto final.
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    Halágalo cuando tenga éxito. Animarlo es parte clave de la motivación. Hacerle un cumplido verbal, darle un premio espontáneo o animarlo de otra forma le hará saber que estás orgulloso por su esfuerzo.[6]
    • Por ejemplo, podrías decir “He notado que has estado esforzándote mucho y que durante esta semana has estado haciendo las tareas tan pronto como llegas a casa. ¿Qué tal si te llevo a comer un helado?”.
    • Descubre qué premios son adecuados según su edad. Puedes darle un juguete o dinero para que vaya a ver una película con sus amigos.
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    Consigue un tutor o pídele ayuda a un profesor. Es difícil motivarnos con algo que no entendemos. Si no estás seguro de cómo explicar una lección claramente por tu propia cuenta, pregúntale a un profesor si puede pasar un poco de tiempo con tu hijo antes o después de la escuela. También podrías revisar si hay un programa de tutoría en la escuela.[7]
    • Ponte en contacto con el profesor de tu hijo para saber cuándo ofrece clases particulares.
    • Si puedes costearlo, podrías contratar un tutor privado.
    • Si no puedes contratar uno, pídele a uno de tus hermanos, familiar o amigo confiable que conozca muy bien un tema que le ayude a tu hijo.
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    Identifica las causas subyacentes. La falta de motivación tal vez se deba a problemas en casa, bullying o algo más. Si los niños talentosos no son desafiados, suelen estar desmotivados. Del mismo modo, se confunde con frecuencia los problemas de aprendizaje que no se han diagnosticado con ser perezoso.[8]
    • Cada niño es único. Por lo tanto, los padres, los profesores y los psicólogos o consejeros escolares deben trabajar juntos para resolver una situación específica a través de un análisis, medicación o consejería.
    • Conversa directamente con tu hijo. Pregúntale si tiene algo en mente, si tiene inconvenientes con otros estudiantes o si está enfrentando algún problema emocional. Asegúrale y hazle saber que puede hablar contigo sin temor a que lo juzgues. Cuando hablen, observa su lenguaje no verbal, además de escuchar lo que quiera decir.
    • Si has observado que muestra síntomas a largo plazo, como dificultad para concentrarse, una mala comprensión lectora o problemas para seguir indicaciones, habla con el doctor de tu hijo. Pídele que sea derivado a un psicólogo que pueda diagnosticar si tiene algún problema de aprendizaje.
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Método 2
Método 2 de 3:
Lograr que tu hijo haga los quehaceres

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    Explica qué es lo que esperas con claridad. Evita pedirle algo general. En su lugar, especifícale qué quieres que haga exactamente.[9]
    • Por ejemplo, no solo le digas “Limpia tu habitación”. En su lugar, asígnale tareas como levantar la ropa sucia, cambiar las sábanas, ordenar sus juguetes u otras cosas y aspirar.
    • Si es necesario, demuéstrale cómo hacer las tareas que sean nuevas.
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    Dale un periodo de tiempo para completar un quehacer. Por lo general, la mayoría de los padres les pide a sus hijos cuatro o cinco veces que hagan algo. Trata de darle a tu hijo la capacidad de completar una tarea hasta cierto momento en lugar de decirle “ahora”.[10]
    • Por ejemplo, trata de decirle “Tienes hasta las 7 para descargar el lavavajillas” en vez de “Descarga el lavavajillas en este momento”.
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    Piensa en las consecuencia de antemano. Es difícil pensar en alguna consecuencia si no realiza las tareas en el momento. En su lugar, piensa en ellas con anticipación y explícaselas claramente a tu hijo.[11]
    • Por ejemplo, puedes decirle “Si no sacas la basura hasta las 4, no podrás jugar con tu videojuego esta noche”.
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    Dale premios e incentivos por hacer los quehaceres. Al menos, nota qué ha hecho correctamente y elógialo por ello. Ofrecerle dinero es una decisión personal, pero puede ser eficaz si le das un poco cada semana por los trabajos que haya hecho bien. También podrías darle otro tipo de privilegio, como poder jugar una hora por cada quehacer que complete o tener una salida divertida un fin de semana después de haber completado los quehaceres durante la semana.
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    Haz que los quehaceres sean divertidos. Si es posible, asigna determinadas tareas a alguien a quien no le importe realizarlas. Convierte los quehaceres en juegos o reproduce música para sentirse con un poco más de energía al hacerlos.[12]
    • Si a uno de tus hijos no le causa problemas trapear, tal vez pueda hacerlo si odia doblar la ropa. En este caso, otro hijo puede doblarla.
    • Intenta crear un desafío basado en una recompensa. Si tienes más de un hijo, permite al que mejor haga los quehaceres elegir una película para ver con la familia. No obstante, ten cuidado de no hacer comparaciones entre ellos. Determina al ganador según lo bien que lo haya intentado y cuánto se haya esforzado al hacerlo.
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    Hagan los quehaceres en equipo. Haz que todos hagan las tareas juntos en un tiempo determinado. Asigna una tarea adecuada para la edad de cada uno. Realizar los quehaceres en equipo puede ayudar a transmitir un sentido de satisfacción para toda la familia. [13]
    • Por ejemplo, después de comer, tu hijo menor puede cargar el lavavajillas, el hijo mayor puede limpiar las encimeras, y tú puedes limpiar la mesa y deshacerte de la comida que sobre.
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Método 3
Método 3 de 3:
Fomentar las actividades físicas

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    Descubre actividades que capturen su interés. Los hijos que no tienen interés en actividades físicas suelen ser tímidos respecto a no saber cómo recepcionar un balón, usar un bate de béisbol o patear una pelota.[14] Si parece que tu hijo se siente tímido por no ser muy bueno en un deporte en particular, trata de encontrar otras actividades que lo hagan sentir más cómodo.[15]
    • Experimenta con actividades como nadar, hacer senderismo, patinar sobre ruedas, manejar bicicleta y hacer skate. Incluso volar cometas puede ser una buena forma para realizar una actividad física, así que usa una soga larga. Involucra a tu hijo en el proceso y pregúntale qué actividades le gustaría realizar.
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    Establece días para hacer actividades en familia. Sé un ejemplo al mantenerte activo y realizar actividades con tu hijo. Manejen bicicleta, hagan senderismo los fines de semana, naden juntos, o practiquen un deporte con una pelota como baloncesto, béisbol o fútbol.[16]
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    Limita el tiempo que pasan con los aparatos electrónicos. Limitar este tiempo puede ser un método eficaz si tratas de motivar a tu hijo a hacer su trabajo o solo a salir del sofá. Esto es muy importante si quieres animarlo a mantenerse físicamente durante su tiempo libre.[17]
    • Evita que tenga una computadora, televisor, tablet u otro dispositivo en su habitación, sobre todo si se encuentra en la preadolescencia o si es más joven.
    • Podrías usar el tiempo que pasa frente a una pantalla como incentivo. No obstante, no le digas algo como “Si corres alrededor de una cuadra por una hora, puedes usar tu teléfono”. En lugar de parecer un sargento de adiestramiento ofreciendo incentivos, dile “¿Qué tal si vamos a dar una vuelta por el vecindario? ¡Te dejaré jugar con tu videojuego cuando regreses!”.
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Acerca de este wikiHow

Klare Heston, LCSW
Coescrito por:
Trabajadora social clínica
Este artículo fue coescrito por Klare Heston, LCSW. Klare Heston es una trabajadora social clínica independiente licenciada que reside en Cleveland, Ohio. Con experiencia en asesoría académica y supervisión clínica, Klare obtuvo su maestría en trabajo social en la Universidad de la Mancomunidad de Virginia en 1983. También tiene un certificado de posgrado de 2 años del Instituto Gestalt de Cleveland, además de una certificación en terapia familiar, mediación, y recuperación y tratamiento de traumas (EMDR).
Categorías: Desarrollo personal
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