Actualmente, la mayoría de las personas probablemente estén acostumbradas a adquirir el pollo ya cortado y bien empacado en plástico para envolver. Sin embargo, saber cómo preparar un pollo entero desde cero es una habilidad esencial que cualquier amante de la cocina debe tener. Además, la preparación siempre comienza con una limpieza profunda. El propósito principal de limpiar el pollo es cortar el exceso de grasa y tejido, enjuagar cualquier resto de bacterias y asegurarte de que la carne al final tenga la consistencia y el sabor adecuados.

Parte 1
Parte 1 de 3:
Trabajar con un pollo entero

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    Mantén limpia el área de trabajo. El pollo crudo con frecuencia aloja bacterias que pueden ser dañinas si son ingeridas. Por esta razón, es recomendable que retires otros ingredientes expuestos del área de trabajo, así como también objetos personales como tu celular, para evitar la contaminación cruzada.[1]
    • Evita colocar las manos en tu boca o tocar objetos cercanos después de manipular el pollo crudo. Si no tienes cuidado, podrías terminar propagando los gérmenes por toda la casa.[2]
    • No olvides limpiar cualquier superficie que podría entrar en contacto con el pollo durante la preparación, como el grifo o los tiradores de cajones.
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    Cubre la superficie de trabajo con una capa de toallas de papel. Las toallas de papel actuarán como una barrera que evitará que los jugos del pollo caigan sobre las encimeras o la tabla de cortar. También son útiles para secar el pollo después de enjuagarlo.[3]
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    Deja que el pollo congelado se descongele. Si el ave ha permanecido guardada en el congelador, primero descongélala hasta que adquiera temperatura ambiente. La mejor forma de hacerlo es simplemente colocarla en el refrigerador y dejarla reposar durante toda la noche. Si no tienes mucho tiempo, sumerge el pollo (envuelto) en un baño de agua fría escurriendo y dejando caer agua fresca cada media hora.[4]
    • Descongelar cada 2 kilos (5 libras) de pollo en el refrigerador te tomará 24 horas y aproximadamente 30 minutos por cada 450 g (1 libra) en el baño de agua. Asegúrate de planear según corresponda para tener la cena sobre la mesa a tiempo.
    • Siempre debes cocinar el pollo inmediatamente después de descongelarlo.
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    Retira el pollo de su empaque. La mayor parte del tiempo, los pollos enteros se venden en bolsas plásticas selladas. Corta el extremo de la bolsa con unas tijeras y, luego, coloca las manos adentro y toma el pollo por los muslos para retirarlo. Asegúrate de sostener la bolsa recta para evitar que los jugos acumulados se caigan por todos lados.[5]
    • Desecha el empaque del pollo inmediatamente para que las bacterias presentes no tengan la oportunidad de esparcirse por los alrededores.
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    Corta cualquier material que mantenga al pollo junto. Los carniceros a veces usan hilo bramante, alambre o bandas elásticas para asegurar que las aves de corral tengan una forma más compacta. Si el pollo que preparas viene atado, rompe las ataduras con unas tijeras teniendo cuidado de no dañar la piel o la carne. Asegúrate de tener acceso directo a la cavidad cerca del extremo de la cola.
    • Al igual que el resto de los empaques, estos materiales deben ir directamente a la basura.
    • El propósito de atar el pollo es hacer que sea más fácil empacarlo y asarlo. Sin embargo, puede ser un obstáculo durante el proceso de cocción e incluso interferir con la capacidad de la carne de calentarse uniformemente.[6]
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Parte 2
Parte 2 de 3:
Cortar y enjuagar el pollo

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    Retira las menudencias. Los pollos enteros a veces vienen con sus vísceras, u órganos internos, empacados y colocados dentro. Ingresa a la cavidad cerca de la sección de la rabadilla y siente si hay un plástico grande o papel de carnicero. Luego, retíralos y colócalos a un lado. Antes de colocar los paquetes de plástico sobre la superficie de trabajo, dales una rápida enjuagada.[7]
    • Puedes usar las menudencias para preparar caldo y salsa de carne. Muchos chefs también disfrutan freírlas y servirlas solas por su rico valor nutricional.[8]
    • Si no quieres guardar las menudencias, asegúrate de desecharlas junto con el resto del empaque.
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    Retira los riñones. Una vez que hayas retirado las menudencias, examina la parte interna de la cavidad para identificar los riñones. Lucirán como protuberancias pequeñas, redondas y de color rojo oscuro o marrón sobre la parte trasera del pollo, justo sobre la rabadilla. Para extraerlos, tómalos en la parte en la que se unan al tejido y jálalos de un tirón. Deben salir con poca resistencia.[9]
    • Los riñones a veces permanecen intactos o pasan desapercibidos al cortar los pollos. Eso es más común cuando compras aves de corral de una granja o un mercado de alimentos orgánicos que cuando los compras en una cadena de supermercados.
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    Recorta el exceso de grasa y cartílago. En la mayoría de los casos, los depósitos de grasa se encuentran alrededor del cuello y el área de la rabadilla. Cuando te encuentres con tejido no deseado, retíralo de la carne con una mano y usa un cuchillo filoso para arrancarlo cuidadosamente. Desecha la grasa o consérvala y encuentra otro uso para ella.[10]
    • La grasa de pollo es útil para engrasar moldes para hornear y cazuelas antes de cocinar, o como una forma de darles más sabor a las sopas, los caldos y sofritos.[11]
    • Si quieres guardar grasa de pollo para cocinar, primero debes derretirla. Después de hacerlo, será más fácil guardarla y durará hasta cuatro semanas en el refrigerador.[12]
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    Enjuaga el pollo por dentro y por fuera con agua fría (opcional). Sostén el pollo debajo de un chorro ligero, volteándolo de manera que el agua corra sobre cada parte del exterior. No olvides también enjuagar la cavidad interna. De ese modo, retirarás los jugos con los que el pollo haya estado empacado, los cuales pueden contener bacterias poco saludables, como la salmonela y la campylobacter. Después de enjuagar el pollo, sécalo con una toalla de papel doblada.[13]
    • Aunque pueda parecerte ilógico, algunos cocineros prefieren evitar enjuagar el pollo porque hace que los jugos crudos salpiquen por todas partes, lo cual incrementa el riesgo de contaminación en la cocina. Cualquier bacteria presente morirá al ser expuesta al calor del horno o el asador.[14]
    • Es importante que solamente uses agua fría. El agua caliente incrementará la temperatura de la carne y acelerará el crecimiento de bacterias, lo cual ocasionará que se descomponga con mayor rapidez.
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Parte 3
Parte 3 de 3:
Preparar el pollo para el horno

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    Refrigera el pollo descubierto durante una hora. Coloca el pollo en una bandeja para asar y déjala sobre el estante inferior. De ese modo, cualquier jugo que se escape no entrará en contacto con otro alimento. Un período corto de descanso le dará al pollo la oportunidad de secarse bien después de descongelarlo o enjuagarlo, lo cual dará como resultado una carne cocinada uniformemente con un acabado más crocante.[15]
    • Para hacer el mejor uso de tu tiempo, comienza a precalentar el horno de 15 a 20 minutos antes de cocinar el pollo.
    • Si tienes poco tiempo, simplemente puedes secar bien el pollo con toallas de papel y cocinarlo de inmediato.
    • Nunca dejes el pollo crudo reposando a temperatura ambiente.
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    Desinfecta tu área de trabajo. Tan pronto como hayas terminado de manipular el pollo, lava todas las herramientas y los materiales que hayas utilizado con jabón antibacteriano y agua caliente. Luego, junta las toallas de papel y colócalas en la basura. Finalmente, rocía la encimera o tabla de cortar con una solución desinfectante fuerte, deja que se asiente durante unos cuantos minutos y límpiala.[16]
    • Por el bien de tu salud y la de tus seres queridos, limpia cualquier otra área en la que los gérmenes merodeen, como el área alrededor del lavadero o el bote de basura.
    • Retira la basura que contenga el empaque y desecha los pedazos en un recipiente externo. De lo contrario, puede comenzar rápidamente a hacer que el pollo huela mal.
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    Cocina el pollo según lo desees. Una vez que esté limpio, estará listo para ser condimentado y asado. Para obtener el mejor sabor, rellena la cavidad con elementos aromáticos llenos de sabor, como rodajas de limón, unas cuantas espigas de romero o dientes de ajo enteros. Inyectar tu salmuera o marinada favorita debajo de la piel permitirá que el pollo sea más suave y jugoso. Además, hacerlo puede ser una forma genial de darle vida a un platillo de ave aburrido.[17]
    • Asegúrate de mantener el pollo refrigerado hasta justo antes de colocarlo dentro del horno.
    • Para asegurarte de que el pollo cocinado en casa sea seguro de comer, cerciórate de calentarlo a una temperatura interna de al menos 74 °C (165 °C).[18]
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Consejos

  • Si no puedes soportar la sensación de colocar toda tu muñeca dentro del ave muerta, ponte un par de guantes de goma.
  • Usa una tabla de cortar separada para otros ingredientes con los que trabajes para evitar la contaminación cruzada.
  • Preparar un pollo entero es mucho menos costoso que comprar uno ya cortado y empacado, lo cual hace que sea una forma económica de alimentar a un grupo hambriento.
  • Siempre lávate bien las manos antes y (especialmente) después de manipular el pollo crudo.
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Advertencias

  • Consumir pollo crudo o poco cocido puede enfermarte mucho.
  • Es una mala idea intentar descongelar un pollo congelado en el microondas. Este procedimiento calienta la carne irregularmente, lo cual puede ocasionar que se vuelva pastosa o gomosa cuando la cocines.
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Cosas que necesitarás

  • tabla de cortar (opcional)
  • asadera poco profunda
  • cuchillo filoso
  • tijeras
  • toallas de papel
  • bolsas grandes para basura
  • jabón antibacteriano
  • desinfectante en aerosol
  • recipientes para guardar individuales (para guardar grasa y órganos)

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Categorías: Pollo
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