Tener los pies sucios puede ser un peligro para la salud, porque puede causar la aparición de dermatitis; infecciones por hongos, tales como el pie de atleta; mal olor de pies; uñas amarillas o encarnadas; o infecciones por cortes y heridas.[1] Aunque tus pies no se vean particularmente sucios, lo recomendable es que te los laves a diario. Mantenerlos limpios y secos es efectivo para prevenir esas afecciones de salud.

Método 1
Método 1 de 2:
Lavarse los pies en una tina

  1. 1
    Llena una tina pequeña con agua tibia. Regula la temperatura a una con la que te sientas cómodo, pero asegúrate de tomar la temperatura con la mano o la muñeca y no con los pies, porque los pies pueden tener menos sensibilidad. Asegúrate de que la temperatura sea tibia, pero no caliente. Echa líquido lavavajillas o jabón líquido corporal suave al agua. Revuelve el agua hasta que veas una capa de burbujas en la parte superior.
    • Usa una tina que tenga el tamaño suficiente para que entren tus pies y haya un poco de espacio extra.
    • También puedes usar jabón en barra como alternativa al jabón líquido.
    • Si tienes diabetes o una enfermedad similar, asegúrate de tomar la temperatura del agua con la muñeca y no con ninguna parte de las extremidades inferiores.[2]
  2. 2
    Sumerge los pies en el agua. Para limpiarte los pies correctamente, debes remojarlos en el agua jabonosa. Siéntate en un sillón e introduce suavemente los pies en la tina hasta que lleguen al fondo o estén completamente por debajo del agua.
    • Si tienes suciedad acumulada en los pies, remójalos por lo menos 5 minutos.
    • Pasa un paño por el agua que se haya derramado de la tina para evitar resbalarte y lastimarte después.
  3. 3
    Lávate los pies. Lavarse los pies a diario evita el mal olor y las infecciones. Con una toalla, una esponja de lufa o una común, restriega la suciedad y deja tus pies relucientes. Si tienes suciedad acumulada, tendrás que restregarlos un poco más fuerte y usar más jabón.
    • Remoja la toalla, la esponja de lufa o una común en el agua y estrújela para que esté húmeda, pero no chorreando.
    • Restriega suavemente cada pie enfocando tu atención en el arco del pie, entre los dedos y debajo de las uñas.
    • Enjuaga la toalla después de limpiar cada pie.
    • Si vas a usar jabón en barra, forma espuma y enjabónate bien los dos pies.
    • Si ves que el agua queda muy sucia, tírala y pon otra agua para enjuagarte el jabón.
  4. 4
    Sécate los pies. El exceso de humedad en los pies y entre los dedos puede causar la aparición de bacterias y hongos.[3] Para prevenir una infección, es importante mantenerlos secos al máximo. Secarlos después de lavarlos también evitará una nueva acumulación de suciedad en ellos.
    • Sécate los pies dándote toques leves con una toalla limpia en vez de restregarla, en especial si tienes una enfermedad como la diabetes.[4]
    • Asegúrate de secar entre los dedos, porque es un lugar común para el crecimiento de hongos y bacterias.[5]
  5. 5
    Tira el agua. Cuando tus pies estén bien limpios, tira el agua jabonosa sucia. El jabón no es tóxico y puedes tirarla por el desagüe o fuera de casa.[6]
    • Tira el contenido de la tina por el desagüe o en el jardín exterior.
    • Para evitar lesionarte, asegúrate de que el suelo esté seco cuando termines.
  6. 6
    Córtate las uñas de los pies. Mientras te lavas los pies, quizá veas que tus uñas están un poco largas. Cortarlas correctamente evita la aparición de uñas encarnadas y la acumulación de suciedad debajo de ellas.
    • Asegúrate de usar cortaúñas, no tijeras.
    • Corta la uña en línea recta de modo que esté apenas por encima del dedo. Cortarlas demasiado puede conllevar a la aparición de uñas encarnadas.[7]
    • Lima los bordes puntiagudos con una lima de esmeril.
    Anuncio

Método 2
Método 2 de 2:
Lavarse los pies en la ducha

  1. 1
    Abre la ducha y forma espuma. Incorpora el lavado de los pies a tu rutina diaria. Lavárselos a diario previene el mal olor y las infecciones. Regula la temperatura del agua a una con la que te sientas cómodo y métete a la ducha.
    • Mete tu toalla o esponja de lufa en el agua y escúrrela para que quede húmeda, pero no chorreando.
    • Usa un jabón en barra o vierte un poco de jabón líquido corporal sobre la toalla o esponja de lufa humedecida.
    • Restriégala hasta que empiecen a formarse burbujas.
  2. 2
    Lávate los pies. Usa una toalla, esponja de lufa o esponja común para restregar la suciedad. Si tienes suciedad acumulada, tendrás que restregarte con un poco más de fuerza y usar más jabón.
    • Con la toalla o esponja de lufa, restriega suavemente cada pie enfocando tu atención en el arco del pie, entre los dedos y debajo de las uñas.
    • Enjuaga la toalla, la esponja de lufa o la común después de limpiar cada pie. Échale más jabón si es necesario.
    • Quítate las burbujas o los residuos de jabón enjuagándote bien los pies.
    • Cierra el agua y sal de la ducha.
  3. 3
    Sécate los pies. El exceso de humedad en los pies y entre los dedos puede causar la aparición de bacterias y hongos.[8] Para prevenir una infección, es importante mantenerlos secos al máximo. Secarlos después de lavarlos también evitará una nueva acumulación de suciedad en ellos.
    • Sécate los pies dándote toques leves con una toalla limpia (no la restriegues), en especial si tienes una enfermedad como la diabetes.[9]
    • Asegúrate de secar entre los dedos, porque es un lugar común para el crecimiento de hongos y bacterias.[10]
    • Si eres diabético, aplícate un humectante para pies para prevenir callos y grietas, pero no te lo apliques entre los dedos.[11]
  4. 4
    Córtate las uñas de los pies. Mientras te lavas los pies, quizá veas que tus uñas están un poco largas. Cortarlas correctamente evita la aparición de uñas encarnadas y la acumulación de suciedad debajo de ellas.
    • Asegúrate de usar cortaúñas, no tijeras.
    • Corta la uña en línea recta de modo que esté apenas por encima del dedo. Cortarlas demasiado puede conllevar a la aparición de uñas encarnadas.[12]
    • Lima los bordes puntiagudos con una lima de esmeril.
    Anuncio

Consejos

  • Deja que tus zapatos se ventilen día a día para evitar el exceso de humedad que puede producir un crecimiento de hongos.
  • Cámbiate los calcetines a diario para mantener una correcta salud podal.
  • Consulta con tu doctor si crees tener una uña encarnada o infección bacteriana o fúngica.
  • Usa talco para pies o para bebé para mantener tus pies secos y sin mal olor durante el día.
Anuncio

Advertencias

  • Si tienes una enfermedad como diabetes, usa cortaúñas en vez de tijeras para cortarte las uñas. No uses objetos afilados para limpiarte por debajo de las uñas. Si te cuesta ver tus uñas o cortarlas correctamente, solicita los servicios de un profesional médico.[13]
Anuncio

Acerca de este wikiHow

Catherine Cheung, DPM
Coescrito por:
Podóloga certificada por el colegio oficial
Este artículo fue coescrito por Catherine Cheung, DPM. La Dra. Catherine Cheung es una podóloga que reside en San Francisco, California. La Dra. Cheung se especializa en todos los aspectos del cuidado de pies y tobillos, incluyendo reconstrucción compleja. La Dra. Cheung está afiliada a Brown & Toland Physicians y Sutter Medical Network. Ella recibió un diploma en Medicina Psicológica en la Facultad de Medicina Podiátrica de California, completó su residencia en el Centro Médico Encino Tarzana y completó una beca de investigación en el Centro Médico Kaiser Permanente de San Francisco. Está certificada por la Junta Americana de Cirugía Podiátrica. Este artículo ha sido visto 16 249 veces.
Anuncio