Puedes quitarles las semillas a los tomates para varios propósitos. Por ejemplo, quizás quieras quitarlas para preparar una sopa o una salsa más suave, pero debes tener en cuenta que perderás un poco del sabor principal del tomate que se encuentra en el gel y en las semillas.[1] Es posible que quieras quitarlas para hacer un tomate picado finamente. Otra opción es quitarlas para guardarlas y sembrarlas el año siguiente. Sin importar cuál sea el motivo, puedes usar varios métodos para quitar las semillas, según lo que quieras hacer con el tomate.

Método 1
Método 1 de 5:
Quitar las semillas mientras conservas la mayor parte de la pulpa

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    Corta el tomate a la mitad. Colócalo de lado sobre una tabla para cortar, de forma que la parte superior quede hacia la izquierda o hacia la derecha. Corta el centro del tomate en dirección hacia la tabla. Si ves el tomate como si fuera el planeta Tierra, la parte superior sería el Polo Norte y cortarás sobre la línea del ecuador.[2]
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    Abre el tomate. Colócalo con el lado cortado hacia arriba sobre la tabla. Podrás ver que básicamente está dividido en cuatro secciones iguales con las semillas y el gel entre cada una. Trata de conservar la pulpa que separa las semillas.[3]
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    Saca las semillas con una cuchara. Busca una pequeña, como una cuchara medidora de 1/4 de cucharadita. Debe ser más pequeña que una cuchara normal. Retira las semillas y ten cuidado con la pulpa. Si quieres, puedes poner las semillas en un colador sobre un tazón para escurrir el jugo y usarlo después.[4]
    • Lo bueno de este método es que puedes rellenar las mitades de los tomates con algo, como queso de cabra.
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Método 2
Método 2 de 5:
Usar el método de exprimir

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    Corta el tomate a la mitad. De la misma forma que el método anterior, debes empezar colocando el tomate de lado. Debes cortarlo por la mitad, pero hacia un lado en lugar de hacerlo de arriba hacia abajo. La parte superior será una mitad y la parte inferior será la otra.[5]
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    Abre el tomate. De nuevo, debes separarlo para dejar el centro y las semillas expuestas. Aunque verás una separación entre las semillas, con este método es probable que no puedas conservar una gran parte de la pulpa. Sin embargo, este método te permite quitar las semillas rápidamente.[6]
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    Exprime los tomates. Exprime las semillas encima de un colador y un tazón. Simplemente sostén con la mano el tomate con la cáscara y el lado cortado sobre el tazón. Cuando lo exprimas, sacarás la mayoría de las semillas del centro. Los tomates se aplastarán un poco, así que si quieres crear una presentación bonita, deberás usar otro método.
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Método 3
Método 3 de 5:
Quitar las semillas con un cuchillo o una cuchara

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    Corta el tomate. Corta primero el tomate en cuartos. Corta desde la parte superior hacia abajo para tener dos mitades. Corta cada mitad en dos. En este momento, tendrás cuartos de donde podrás sacar las semillas con facilidad.[7]
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    Corta el trozo de pulpa de la parte superior. Las semillas se sostienen a la parte superior en un trozo de pulpa. Puedes cortarlo hacia abajo. Solo deberás hacer un corte pequeño para atravesarlo, pero ten cuidado con los dedos. Hazlo con una cuchara o un cuchillo pequeño.[8]
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    Corta o saca las semillas con una cuchara. Cuando hayas cortado la pulpa, puedes sacar fácilmente las semillas. Pasa un cuchillo por debajo de las mismas o retíralas con una cuchara. Puedes colocarlas en un colador sobre un tazón para conservar los jugos y usarlos en otra parte de la receta.
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Método 4
Método 4 de 5:
Pelar los tomates y quitarles las semillas con calor

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    Pon a hervir una olla con agua. La forma más fácil de pelar un tomate es blanquearlo, lo cual significa que debe pasar un momento por el agua hirviendo. Si quieres pelar los tomates y quitarles las semillas, debes retirar la cáscara antes de las semillas para no hacer un desorden y perder la mitad del tomate.[9]
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    Blanquea los tomates. Primero, haz una “X” con el cuchillo en la parte inferior. Luego, puedes colocar los tomates en la olla o verter el agua hirviendo sobre ellos en un tazón apto para temperaturas altas.[10] Si decides colocar los tomates en la olla, hazlo con una espumadera para no salpicar el agua caliente. Déjalos allí de 15 a 30 segundos y retíralos.[11]
    • Trabaja en tandas pequeñas porque debes sacarlos rápidamente del agua.
    • Sabrás que están listos porque las cáscaras empezarán a arrugarse.
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    Colócalos en un tazón de agua con hielo. Cuando los retires del agua hirviendo, deberás colocarlos de inmediato en un tazón de agua con hielo. Esta detendrá el proceso de cocción, así que los tomates serán fáciles de pelar, pero aún no estarán cocidos.[12]
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    Quítales la cáscara. Cuando se hayan enfriado (lo cual no llevará mucho tiempo), sácalos del agua uno por uno y pélalos mientras lo haces. Puesto que los has blanqueado, podrás retirar la cáscara con los dedos.[13] Deberá salir de inmediato. De lo contario, deberás blanquear el tomate un poco más.
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    Retira las semillas. Corta la parte superior del tomate. Puedes usar los dedos para este paso, pero también puedes usar una cuchara si quieres. Saca las semillas y la parte del gel. Si preparas una salsa, coloca las semillas en un colador sobre un tazón para poder incorporar el jugo a la salsa.[14]
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Método 5
Método 5 de 5:
Guardar las semillas para sembrarlas

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    Quita las semillas del gel. El gel podría albergar bacterias si tratas de guardar las semillas, así que será mejor quitarlas del gel antes de guardarlas. La forma más fácil de hacerlo es quitarlas del gel con la punta de un cuchillo para mantequilla antes de secarlas.[15]
    • Otra opción es dejar que las semillas se fermenten. Básicamente, solo debes dejar reposar las semillas en la encimera en su propio jugo durante un día aproximadamente. Colócalas en un colador y lávalas para eliminar el gel. Quizás debas enjuagarlas más de una vez. No guardes las semillas que floten.[16]
    • Por lo general, la fermentación te permitirá guardar las semillas por más tiempo, un máximo de 5 años, pero puedes usar el método del cuchillo para guardar las semillas por un año o dos.
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    Extiende las semillas para secarlas. Deja las semillas sobre un plato de papel, una toalla de papel o un filtro de café. Debes dejar un espacio de 3 a 5 cm (1 o 2 pulgadas) entre cada una. Incluso puedes sembrarlas con las toallas de papel o los filtros de café la próxima primavera porque son biodegradables.[17]
    • Será mejor que uses solo el plato de papel para el método de la fermentación porque las semillas no necesitan mucha ayuda para secarse.
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    Déjalas secar. Podrían tardar una semana o dos para secarse. Deberán estar crujientes cuando estén secas, lo que significa que si intentas doblar una, no podrás hacerlo. Asegúrate de no dejarlas en el sol. Guárdalas a temperatura ambiente en un rincón de la casa.[18]
    • Si el área donde vives es muy húmeda, quizás necesiten más tiempo para secarse.
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    Guárdalas para después. Cuando estén secas, puedes guardarlas en un recipiente hermético o incluso en un sobre. Si usaste filtros de café o toallas de papel, simplemente dóblalos con las semillas adentro y colócalos en el recipiente. Si usaste platos de papel, puedes verter las semillas en el recipiente. Asegúrate de incluir una etiqueta que indique el tipo de tomate y la fecha en que guardaste las semillas.[19]
    • Guárdalas en un lugar seco y fresco.
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Cosas que necesitarás

  • tomates
  • cuchillo o cuchara
  • tabla de cortar
  • cacerola
  • agua
  • tamiz
  • tazón
  • cuchara
  • espumadera
  • agua fría
  • colador
  • toallas de papel o filtros de café

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Categorías: Consejos en la cocina
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