Los hongos secos son un ingrediente maravilloso. Están llenos de sabor, sirven de acompañamiento para muchas recetas y se pueden guardar por muchísimo tiempo. Los puedes rehidratar y utilizarlos para preparar sopas, risotto, platos con pastas y prácticamente cualquier receta que se te ocurra. Sigue los pasos de este artículo para preparar tus propios hongos secos.

Método 1
Método 1 de 3:
Secar hongos en el horno

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    Limpia los hongos que vas a secar. Si es posible, quita la tierra con una brocha o con un trozo de papel toalla. La idea es evitar que los hongos se mojen al limpiarlos, ya que el agua puede provocar el crecimiento de moho durante el proceso de secado o una vez que hayan sido guardados. El moho y otros hongos que crecen en los alimentos pueden hacerte daño si los consumes.[1]
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    Corta los hongos. Entre más gruesos sean los trozos, más demorarán en secarse. Para acelerar el proceso, corta los hongos en rebanadas de unos 0,5 cm (1/8 de pulgada). Las rebanadas seguirán manteniendo ese delicioso sabor que permite utilizaros para cualquier receta, pero se secarán en mucho menos tiempo que los hongos enteros.
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    Coloca los hongos en una bandeja para horno. Asegúrate de recostarlos uno al lado de otro sin sobreponerlos, ya que esto puede provocar que se peguen durante el proceso. Coloca solo una capa de hongos rebanados.
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    Precalienta el horno a 65 °C (150 °F). Cuando el horno haya alcanzado esta temperatura, coloca la bandeja con los hongos en su interior. Déjalos allí por una hora.[2]
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    Luego de una hora, saca los hongos del horno. Voltéalos luego de sacarlos para que se sequen de manera pareja. En este punto debes retirar cualquier rastro de humedad de su superficie que se haya producido durante el proceso de secado. Utiliza un trozo de papel toalla o un paño seco.
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    Vuelve a colocar los hongos en el horno. Hornea por una hora más o hasta que se hayan secado por completo.
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    Sigue revisando los hongos hasta que estén completamente secos. Repite el proceso de hornear y retirar la humedad hasta que se hayan deshidratado por completo. Para verificar que estén deshidratados correctamente, deben sonar como una galleta al partirlos.[3]
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    Déjalos enfriar. Una vez que los saques del horno, déjalos secar en la bandeja. No los coloques en un recipiente cerrado mientras aún estén calientes, ya que esto puede causar condensación de la humedad dentro del recipiente, arruinando todos tus esfuerzos.
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    Guarda los hongos secos en un recipiente con cierre hermético. Una vez que estén fríos, colócalos en un recipiente con tapa sellada. Guarda el recipiente en un lugar oscuro y fresco hasta que decidas usar los hongos para una sopa, un plato de pastas o un delicioso risotto.[4]
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Método 2
Método 2 de 3:
Secar hongos al sol

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    Limpia y rebana los hongos. Tal como en el método anterior, debes limpiar los hongos con una brocha o con papel toalla. No utilices agua, ya que esto puede provocar el crecimiento de moho. Corta los hongos en rebanadas de 1,5 cm (1/2 pulgada).
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    Verifica el estado del clima. Solo puedes utilizar este método para secar hongos en días soleados y con muy poca humedad. Si el aire está demasiado húmedo, los hongos demorarán demasiado en secarse y esto puede provocar el crecimiento de moho durante el proceso.
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    Busca un buen lugar para secarlos. Puede ser una habitación con mucha luz solar, la repisa de una ventana o un techo donde circule el aire. Asegúrate de escoger un lugar donde la humedad, los insectos, las y aves y otros animales no puedan alcanzar los hongos.[5]
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    Dispón los hongos para secarlos. Para esto tienes dos opciones: puedes colocarlos en una rejilla o atarlos con hilo de cocina.[6]
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    Coloca los hongos en el lugar que escogiste para secarlos. Si vas a usar el método del hilo de cocina, cuelga los hongos en algún lugar seco y con mucho sol. Déjalos secar al sol por uno o dos días. Revisa los hongos varias veces al día.
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Método 3
Método 3 de 3:
Secar hongos en el congelador

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    Coloca un trozo de papel toalla sobre una superficie plana. Dispón los hongos limpios y rebanados sobre el papel. Es importante no sobreponer los hongos y colocar solo una capa de ellos, de lo contrario se pueden pegar en el proceso. También es muy importante que los hongos estén absolutamente secos, ya que hasta la cantidad más mínima de agua se puede convertir en hielo y dañarlos.
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    Coloca otra capa de papel toalla sobre los hongos y otra capa de hongos encima del papel. Ve colocando los hongos en capas individuales y separadas por papel, hasta que hayas usado todos los hongos que deseas secar.
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    Coloca las capas de hongos y papel toalla dentro de una bolsa de papel. Está de más decir que debes usar una bolsa grande con capacidad suficiente para todas las capas de hongos y papel toalla. La bolsa de papel permitirá que la humedad salga al evaporarse, a medida que los hongos se secan.
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    Coloca la bolsa de papel en el congelador. Con el tiempo, los hongos comenzarán a secarse en el congelador. Este es un proceso mucho más lento que los otros dos métodos de este artículo, pero es muy efectivo (especialmente si no planeas usar los hongos inmediatamente).[8]
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Consejos

  • Los hongos secos tienen un sabor mucho más intenso que los frescos, así es que debes incorporarlos en menor cantidad a tus recetas.
  • Para rehidratar los hongos, sumérgelos en agua hirviendo o caldo caliente antes de usarlos.
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Advertencias

  • Algunos hongos silvestres son venenosos. Asegúrate de saber qué tipo de hongos estás utilizando antes de consumirlos.
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Cosas que necesitarás

  • Horno
  • Brocha para limpiar los hongos
  • Papel toalla
  • Cuchillo
  • Bandeja para horno
  • Recipientes para guardar los hongos
  • Bandeja o rejilla para secar
  • Hilo de cocina
  • Luz solar

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Categorías: Consejos en la cocina
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