La biografía de Christine

Durante la secundaria, fumar era lo que todos los chicos “de moda” hacían (o al menos eso pensaba Christine) y ella quería ser aceptada en ese grupo; por eso empezó a fumar a los 16.

En el 2007, a los 44 años, su vida cambiaría para siempre. Después de notar una protuberancia en su mejilla, que pensó que era una úlcera bucal, Christine fue a ver a su médico de cabecera. Él la remitió a un cirujano bucal, quien hizo una biopsia a la llaga y así se detectó el cáncer bucal.

Durante el 2007, después de 35 tratamientos de radiación y quimioterapia, Christine parecía estar curada. Pero el cáncer reapareció en el 2008; esta vez la única opción fue una cirugía. Su tercera recidiva de cáncer bucal en el 2009 fue mucho más grave. Se enteró de que se había extendido a la mandíbula, con una clasificación de estadio IV.

Los numerosos tratamientos de radiación ya le habían costado sus dientes y le habían causado mucho daño en la boca. En una cirugía que duró 10 horas, los médicos tuvieron que extirparle la mitad de la mandíbula. “Me falta un cuarto de mi cara. La gente se queda mirándome todo el tiempo”, cuenta. Eso no la frena de exponerse a la mirada del público y mostrarse como ejemplo para dejar de fumar o para nunca empezar.

Christine ahora tiene 49 años y no fuma desde hace 5 años. Dedica su tiempo a ofrecer ayuda a la Fundación contra el Cáncer Bucal (Oral Cancer Foundation), donde es parte del personal administrativo de la junta directiva, y también trabaja como voluntaria ofreciendo asesoría a pacientes. También ofrece charlas sobre el cáncer bucal y los peligros de fumar. “¡El tabaco no es bueno, no es bueno para nada! Casi me cuesta la vida”, dice Christine.

Ella espera que mediante la campaña Consejos de exfumadores^®, los más jóvenes se den cuenta de que existen muchas otras cosas en las que pueden invertir su tiempo y dinero.