Los fertilizantes les ayudan a las plantas a crecer fuertes, saludables y de mayor tamaño. Hay numerosas formas en la que puedes hacer tu propio fertilizante, ya sea empleando fórmulas de uso multipropósito hasta productos sencillos para el hogar que pueden aumentar naturalmente los niveles de nutrientes en el suelo.

Ingredientes

Fertilizante orgánico multipropósito

  • 4 tazas de harina de algodón
  • 1 taza de cal compuesta por cualquier combinación de:
    • cal agrícola
    • yeso
    • dolomita (Cal dolomita)
  • 1 taza de harina de huesos (opcional)
  • 1 taza de harina de algas o polvo de basalto (opcional)

Fertilizante líquido multipropósito

  • 1 cucharadita de sales de Epsom
  • 1 cucharadita de polvo para hornear
  • 1 cucharadita de salitre
  • 1/2 cucharadita amoniaco
  • 4 litros (1 galón) de agua

Método 1
Método 1 de 3:
Hacer un fertilizante a base de harina de semillas y cal

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    Determina cuánto fertilizante necesitas. Por cada 2 metros cuadrados (20 pies cuadrados), requerirás 250 g de fertilizante. Tus medidas no necesariamente tienen que ser exactas, así que estima las necesidades basándote en el tamaño de tu jardín.[1] Puedes ajustar la proporción de la fórmula del fertilizante para preparar la cantidad que necesitas.
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    Mide 4 tazas de harina de algodón. La harina de algodón se usa normalmente en la elaboración de fertilizantes porque contiene 7 % de nitrógeno, que es lo que nutre a las plantas. La harina de algodón también tiene un alto contenido de proteínas. Asimismo, es un subproducto de la obtención de aceites vegetales y se usa frecuentemente como alimento animal. Para lograr los mejores resultados, adquiere un producto con certificación de elaboración orgánica para protegerte a ti y a las plantas. Si bien los fertilizantes se miden normalmente en términos de los contenidos de nitrógeno, potasio y fósforo, la harina de semilla se mide en términos de contenido de proteína dado que esta se usa con regularidad para alimentar ganado.
    • La harina de semilla es más barata cuando se compra en grandes cantidades y puede almacenarse en un contenedor hermético durante años.[2]
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    Agrega 1 taza de cal. Cuando compras cal, existen tres opciones: cal agrícola, yeso y dolomita (o cal dolomita). El uso de las tres a la vez potenciará la salud y productividad de las plantas, pero si escapa de tu presupuesto, puedes modificar la fórmula a solamente una de las tres opciones.
    • Si en efecto compras solamente una de las formas de cal, de ser posible, adquiere la dolomita, puesto que contiene magnesio, un nutriente esencial.[3]
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    Agrega un potenciador de fósforo. Mezcla una taza de harina de huesos, roca fosfórica o guano para aumentar los niveles de fósforo. Si bien los dos ingredientes anteriormente mencionados, la harina de semilla y la cal, son los más esenciales, un buen fertilizante normalmente suple fósforo. Si el presupuesto es un problema, puedes saltar este paso; sin embargo, la harina de hueso es fácil de encontrar en viveros y provocará una gran diferencia en el desarrollo de las plantas.
    • Al igual que los demás ingredientes, la harina de hueso puede comprarse a bajo precio al por mayor y ser almacenada en contenedores herméticos durante varios años
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    Agrega algas a la elaboración del fertilizante. Mezcla 1 taza de harina de alga (también conocida como kelp) para proveer al fertilizante de minerales esenciales que son requeridos por las plantas en cantidades traza. Nuevamente, este paso no es necesario si tienes un presupuesto limitado; sin embargo, la harina de alga les ayuda a las plantas a resistir el estrés generado por el calor, el frio, la sequía y una multitud de otros problemas. Por lo general, la mejor opción para adquirir harina de alga a un precio cómodo se encuentra en la web.
    • El polvo de basalto es una opción similar pero menos costosa.[4]
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    Distribuye el fertilizante sobre el suelo. Esparce alrededor de 0,25 litros del fertilizante sobre la tierra antes de comenzar a sembrar, mézclalo ligeramente con el suelo. Para aquellos vegetales que poseen un alto contenido de nutrientes como el repollo, la espinaca, la col, el espárrago o el puerro, también puedes rociar, cada 3 a 4 semanas, un poco de fertilizante alrededor de las raíces. Si consideras que el suelo no es muy rico (por ejemplo, hay mucha arcilla), puedes agregar otros 0,27 litros por cada 2 metros cuadrados.
    • Si tus plantas ya están en el suelo, pero quieres adicionarles un poco de fertilizante, usa tus manos o una espátula para mezclar ligeramente el fertilizante con la capa superficial del suelo. Riega un poco las plantas antes y después de la aplicación del fertilizante.

Método 2
Método 2 de 3:
Usar sales Epsom como fertilizante

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    Haz un fertilizante con sal de Epsom. Mezcla sales de Epsom, polvo de hornear, salitre y amoniaco con 4 litros (1 galón) de agua para elaborar un fertilizante versátil. Esta mezcla es buena para cualquier tipo de planta y debe ser rociada una vez cada 4 a 6 semanas. Para elaborarla, simplemente combina los ingredientes con 4 litros (1 galón) de agua y agita o mezcla hasta que esté completamente disuelta
    • 1 cucharadita de sales de Epsom
    • 1 cucharadita de polvo de hornear
    • 1 cucharadita de salitre
    • 1/2 cucharadita de amoniaco.[5]
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    Haz un baño de sal de Epsom. Obtén un fertilizante, de una manera mucho más sencilla, mezclando 1 cucharada de sales de Epsom con 4 litros (1 galón) de agua. Las sales de Epsom contienen ácidos tanto de magnesio como de azufre, los cuales le ayudan a la planta a mantenerse saludable y le proporcionan una riqueza de sabores a distintas variedades de verduras. Una vez al mes mezcla una cucharada de sales de Epsom con 4 litros (1 galón) de agua y úsala para regar las plantas.
    • Las rosas en particular adoran las sales de Epsom. Puedes usar una cucharada de sal por cada 30 centímetros (1 pie) que tenga la planta de rosa en altura, haz la mezcla en 4 litros de agua y úsala dos veces por año: cuando aparecen las nuevas hojas y justo después de la primera serie de floraciones.[6]
    • Los baños con sales de Epsom pueden ayudar a recuperar los suelos que son pobres en magnesio y azufre.
    • Si bien un baño de sales de Epsom les ayudará a las plantas a echar brotes, tendrás que brindarles nitrógeno, fósforo y potasio para que puedan continuar creciendo.
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    Agrega directamente sobre el suelo la sal Epsom. Esparce sal Epsom sobre el suelo de plantas nuevas, usa aproximadamente una cucharada por planta. Puedes esparcir una cucharada de sales de Epsom en la superficie del suelo de las nuevas plántulas, puesto que estas ayudan a promover un crecimiento temprano y robusto. La mejor manera de hacerlo es justo después de que hayas llevado tus plantas al suelo. A medida que riegas las plantas, ellas disolverán lentamente del suelo las sales de Epsom.

Método 3
Método 3 de 3:
Fertilizar usando objetos comunes del hogar

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    Usa agua de un acuario de agua dulce. Los acuarios de agua dulce contienen nitrógeno, el cual le puede proveer a las plantas un estímulo positivo. Los peces liberan de forma natural nitrógeno en el agua, lo que hace que el agua “residual” que producen sea una fuente importante de nutrientes para las plantas. En vez de arrojarla por el desagüe, úsala para regar las plantas una vez por semana. De igual manera, el excremento de los peces contiene elementos traza que son importantes para el crecimiento de las plantas.[7]
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    Crea una composta de café. Mezcla los residuos del café con los desechos de hojas del jardín para que se dé un proceso de “compostaje rápido”, especialmente para las plantas que prefieren ambientes ácidos. Mezcla los desechos del café con una cantidad equiparable de hojarasca, paja de pino y otros recortes provenientes del jardín y espárcelos sobre el suelo una vez al mes. A las rosas, las azaleas, las hortensias y a muchas otras plantas les apetece un suelo bajo en pH y responderán particularmente bien a la aplicación de esta composta.
    • Este método no es exclusivo para plantas que prefieren ambientes ácidos; cualquier jardinero puede usarlo para agregar nitrógeno. Simplemente restringe el uso a una vez cada dos meses para proteger al suelo frente a oscilaciones de pH.[8]
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    Usa cáscaras de huevo. Esparce cáscaras de huevo viejas sobre tu jardín o al fondo de los hoyos para siembra, con tal de darles un impulso de calcio. Particularmente, las plantas como el tomate y el pimentón adoran el calcio, pero todo tu jardín disfrutará de las cáscaras de huevo. El calcio, el cual representa más del 90 % de la constitución de una cáscara de huevo, ayuda a las plantas a desarrollar paredes celulares fuertes. Para usar las cáscaras de huevo, macéralas suavemente y espárcelas sobre el jardín. Puedes integrarlas al suelo empleando herramientas o dejarlas en la superficie (se descomponen rápidamente).[9]
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    Prepara un té de césped. Haz un “té nutritivo” con los recortes de césped de tu jardín. Usa la bolsa de tu podadora para conservar los recortes la próxima vez que podes el césped. Úsalos para para llenar cerca de las dos terceras partes de un balde de 18 litros (5 galones) y después llénalo con agua cerca del borde. Agítalo rápidamente y déjalo en reposo durante tres días, agitando una vez cada mañana. Cuando esté listo, cuela los recortes de césped y usa el “té” para regar las plantas, proporcionándoles el esencial nitrógeno. Aplícalo mezclándolo con el mismo volumen de agua y rociándolo sobre las plantas.[10]
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    Usa orina. En tanto que puede parecer desagradable, la orina es una opción gratuita que da acceso a un fertilizante para plantas que es rico en nitrógeno. Mientras que la mayoría de las personas, de forma comprensible, tienen reparos acerca de almacenar la orina propia, este líquido tiene un elevado contenido del esencial nitrógeno. Para hacer el proceso más agradable, llena un balde con aserrín y orina en este, y luego vierte una taza grande de agua sobre la mezcla. Puedes usar esta nutritiva cubierta de suelo la próxima vez que plantes un siguiente lote de plantas.
    • Dado que la orina puede contener patógenos, querrás desinfectarla manteniéndola a una temperatura superior a los 68 grados Celsius por lo menos durante 30 minutos.[11]
    • Si no tienes ningún inconveniente con "ir a la fuente", puedes diluir tu orina con 10 a 20 veces la misma cantidad de agua y usarla para regar las plantas directamente con la mezcla obtenida. La orina pura es demasiado concentrada y no beneficia a las plantas.
    • Ten en cuenta que puedes diluir esto de manera significativa: hasta 20 partes de agua por 1 parte de orina. De esta manera, no habrá olores repugnantes.[12]
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    Guarda y esparce las cenizas de tu chimenea. La ceniza de madera es rica en calcio y potasio, lo que la hace un excelente suplemento para el suelo. Tan solo espárcela directamente sobre el jardín, y usa las manos para mezclarla ligeramente con la capa superior del suelo.
    • Los vegetales, en particular, aprecian las cenizas con un alto grado de intensidad, dado que promueve un saludable crecimiento de las raíces.
    • Advertencia: no uses cenizas de chimenea en las plantas que tienen alta afinidad por los suelos ácidos, como los arándanos, las rosas o las azaleas.[13]
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    Emplea cáscaras de banana. Corta en trozos las cáscaras de banana y ponlas en el hoyo en que vas plantar. Las cáscaras de banana no aportan mucho una vez que la planta ya se encuentra sembrada en el suelo, pero pueden hacer maravillas en el momento en que estás plantado. Las cáscaras contienen una gran proporción de potasio, el cual promueve el desarrollo radicular de las plantas. Corta media cáscara de banana and arrójala al fondo del hoyo en el que vas a plantar.[14]
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    Haz composta. Compostar en casa es fácil; de esta manera, puedes transformar todos tus residuos de comida, hojas y restos de podas en alimento para tu jardín. Cuando la materia orgánica se degrada, libera nutrientes que pueden enriquecer el suelo. Puedes armar tu propia pila de compost en el patio de tu casa o puedes probar con alguna de las unidades de compostaje para cocina que son ofertadas en el mercado.
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    Realiza un análisis de suelo a tu jardín. Toma una muestra del suelo para realizarle un análisis, así podrás graduar con precisión las opciones de fertilización. La única manera en que puedes hacer un fertilizante a la medida de lo que requiere un suelo es saber qué es lo que ya contiene el suelo. Los pasos anteriores enuncian muchos fertilizantes caseros, al igual que los nutrientes esenciales presentes en ellos, lo que te permite elaborar un programa de fertilización específico para tu jardín. Puedes conseguir kits de análisis para uso en casa o puedes llevar una muestra de suelo a una tienda local de jardinería o a una agencia estatal para realizar allí el análisis. Cuando tomes una muestra de suelo, sigue las instrucciones del kit. Si no las provee, haz lo siguiente:
    • Usa palas plásticas que estén limpias al igual que un balde bien limpio. El uso de implementos sucios o metálicos puede introducir otros minerales y nutrientes a la muestra.
    • Cava un hoyo de 10 a 12 cm (4 a 6 pulgadas) de profundidad, pon la tierra dentro del balde. No incluyas cubierta de suelo o restos de podas.
    • Repite con 4 a 5 hoyos, mezclando todo en el mismo balde.
    • Deja secar el suelo sobre papel periódico durante 12 a 24 horas.
    • Empaca la muestra en una bolsa o contenedor plástico y sométela al análisis.[15]

Consejos

  • Es posible que los proveedores de internet o los puntos de venta de insumos para granjas ofrezcan alternativas más económicas comparado con las tiendas de jardinería. Por lo general, las tiendas de jardinería proveen ingredientes en cantidades más pequeñas. Con frecuencia, los proveedores por internet y las tiendas de suministro a granjas ofrecen los ingredientes al por mayor, lo que reduce el precio de forma significativa.

Cosas que necesitarás

  • contenedor con tapa
  • harina de semilla
  • cal
  • yeso
  • harina de hueso
  • harina de alga

Acerca de este wikiHow

Andrew Carberry, MPH
Coescrito por:
Especialista en sistemas alimentarios
Este artículo fue coescrito por Andrew Carberry, MPH. Andrew Carberry ha estado trabajando en sistemas alimentarios desde 2008. Tiene una maestría en Nutrición de Salud Pública y, Planificación y Administración de Salud Pública de la Universidad de Tennessee-Knoxville. Este artículo ha sido visto 4561 veces.
Categorías: Jardinería