La leche de soya es una alternativa deliciosa a la leche de vaca y puedes usarla como sustituto en muchas recetas o simplemente disfrutarla sola. Muchas personas no saben que es muy fácil hacer leche de soya desde cero si tienes una bolsa de semillas de soya y una licuadora. Después de probar tu propia versión hecha en casa, te olvidarás para siempre de la leche de soya comprada en el supermercado.

Ingredientes

Tamaño de la porción: 1 litro (¼ de galón) de leche de soya

  • 1 bolsa (150 gramos) de semillas secas de soya amarilla
  • sal al gusto
  • azúcar al gusto (opcional)
  • vainilla, canela o chocolate, fresa al gusto (opcional)

Parte 1
Parte 1 de 3:
Preparar y licuar las semillas de soya

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    Enjuaga las semillas de soya. Vuelca la bolsa de semillas de soya en un colador y colócalas bajo el grifo de agua fría. Revuélvelas con las manos para enjuagarlas todas.[1]
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    Deja en remojo las semillas de soya durante toda la noche. Después de enjuagarlas, colócalas en un tazón grande. Cúbrelas por completo con suficiente agua fría (aproximadamente 4 tazas). Luego, déjalas remojar durante toda la noche o al menos durante 12 horas.[2]
    • El remojo hace que sea más fácil quitarles la cáscara y licuarlas para preparar la leche.
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    Revisa las semillas. Cuando hayan pasado 12 horas, la soya estará más suave y habrá duplicado su tamaño. Corta con el cuchillo una semilla de soya. Si está suave y puedes cortarla con facilidad, significa que las semillas están listas. Si aún está dura, deja las semillas en remojo por más tiempo y revísalas cada hora aproximadamente hasta que estén lo suficientemente blandas.[3]
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    Escurre las semillas de soya. Después del remojo, coloca un colador en el fregadero y vierte las semillas para escurrir el agua. Luego, transfiere las semillas a un tazón grande y cúbrelas con agua.[4]
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    Gira las semillas entre los dedos. Antes de licuar las semillas de soya, muchas personas prefieren quitarles las cáscaras delgadas para mejorar la textura de la leche. Para quitarlas, frota las semillas entre ambas manos para despegar las cáscaras.[5]
    • Puedes quitar las cáscaras de forma individual cuando las frotes o puedes volver a colocar las semillas en el agua, con lo cual las cáscaras se desprenderán y flotarán hacia la superficie.
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    Quita las cáscaras con una cuchara. Después de frotar las semillas, verás una capa de cáscaras que flotan en el agua. Saca las cáscaras del agua con la mano o con una cuchara.[6]
    • No hay problema si algunas cáscaras se quedan flotando o no se desprendieron. Esto no afectará la leche de forma drástica.
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    Coloca las semillas y cuatro tazas de agua en la licuadora. Después de quitar las cáscaras, coloca las semillas en la licuadora y llénala con cuatro tazas de agua. Coloca la tapa de la licuadora.
    • Si no caben las cuatro tazas de agua en la licuadora, coloca la mitad de las semillas con dos tazas de agua. Después de licuar la primera tanda, haz la segunda.
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    Enciende la licuadora a velocidad alta durante un minuto. Licúa las semillas a velocidad alta durante un minuto como mínimo. Cuando haya pasado este tiempo, quita la tapa y revisa la leche. La leche lucirá espumosa y no deberá tener trozos de semillas.
    • Si la mezcla no luce licuada por completo, licúala durante quince segundos más y revísala.
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Parte 2
Parte 2 de 3:
Colar y hervir la leche de soya

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    Prepara el colador. Aunque las semillas estén completamente licuadas, debes colar la leche para obtener una textura sin grumos. Coloca una hoja de estopilla o muselina sobre un colador fino y coloca el colador sobre una olla.[7]
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    Cuela la leche. Vierte con cuidado la leche licuada sobre la estopilla para que caiga en la olla. Después de verterla toda, junta las esquinas de la estopilla y exprímela sobre la olla. De esta forma, caerá más leche en la olla.
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    Deja a un lado la pasta de soya. Después de exprimir la estopilla, ábrela para ver la pasta que quedó adentro, la cual también es llamada okara. Esta pulpa puede usarse para hacer diversas comidas, desde hamburguesas vegetarianas hasta galletas saladas.[8]
    • Si no le darás ningún uso a la okara, puedes desecharla.
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    Coloca la olla con la leche a fuego medio bajo. Coloca la leche en la estufa a fuego medio bajo. Revuelve de vez en cuando y vigila la olla porque la leche puede formar burbujas con mucha rapidez.[9]
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    Deja que hierva, y agrégale la sal y los sabores. Cuando la leche empiece a hervir, baja el fuego y déjala hervir a fuego lento. Agrégale una pizca de sal junto con los sabores adicionales que quieras. Muchas personas le agregan un poco de azúcar, ya que la leche comprada suele contener azúcar adicional.[10]
    • También puedes agregarle una cucharadita de extracto de vainilla, una raja de canela o incluso unas cuantas cucharadas de chocolate derretido para darle un sabor adicional.
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    Déjala hervir a fuego lento durante 20 minutos. Después de bajar el fuego y agregarle los sabores, deja hervir la leche a fuego lento durante 20 minutos más. De esta forma, la leche tendrá un sabor más suave y tendrá menos sabor a semilla cruda.[11]
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Parte 3
Parte 3 de 3:
Servir la leche de soya

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    Deja enfriar la leche. Apaga el fuego cuando hayan pasado 20 minutos y retira la olla de la hornilla. Apártala y déjala enfriar. Cuando esté a temperatura ambiente, puedes verterla en una jarra y meterla en el refrigerador.[12]
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    Quítale la nata de la parte superior. Cuando la leche se haya enfriado, revisa la superficie del líquido. Si ves alguna capa de nata sobre la leche, retírala con una cuchara y deséchala.
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    Sirve la leche fría. Después de quitarle la nata, ¡estará lista! Sírvela fría en un vaso o úsala para preparar batidos o como sustituto de la leche de vaca. La leche que no hayas consumido puedes guardarla en el refrigerador durante una semana como máximo.[13]
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Consejos

  • Aunque no quieras agregarle otros sabores a la leche de soya, siempre debes agregarle sal. Quizás no la consideres necesaria, pero ayudará a equilibrar el sabor.
  • La leche de soya es excelente para hacer batidos, productos horneados como muffins, y como sustituto de la leche para el café. Aporta un sabor sutil, casi como el de la nuez, que la leche de vaca no tiene.
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