Los adolescentes necesitan cosas diferentes de sus padres de las que necesitaban cuando eran niños. Necesitan más independencia y ayuda con las exigencias del crecimiento. Algunas veces, es difícil para los padres manejar la situación. Aprende a negociar con tus padres y a ganarte y conservar su confianza.

Parte 1
Parte 1 de 3:
Hablar con tus padres

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    Pide una reunión con uno de tus padres o con ambos. Prepárate con antelación para esta reunión creando una lista de lo que quieres hablar. Por ejemplo, ¿tienes ciertas restricciones que te gustaría que te quitaran, como un toque de queda muy temprano o una prohibición de ver más películas para adultos? ¿O hay algo que te gustaría poder hacer, como elegir tu propia ropa o salir con tus amigos?
    • Puede ser de ayuda hablar sobre esta lista con un adulto de confianza, como un maestro o entrenador, antes de hablar con tus padres. Esa persona podrá darte la perspectiva de un adulto sobre lo que estás pidiendo. Ten en consideración su consejo al corregir la lista.
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    Elige una hora y un lugar tranquilo para conversar. Debes preparar la conversación para tener éxito. Lo más importante es que tus padres y tú tengan un diálogo reflexivo y respetuoso. Si la conversación se convierte en una discusión fuerte, habrás saboteado tus propios objetivos.
    • El auto suele ser un buen tema para conversar. No es necesario que mantengas el contacto visual y tienes la opción de usar una escena en la televisión o lo que escuches en la radio para hacer una transición natural a los temas menos intensos.[1]
    • Evita traer a colación los temas difíciles a altas horas de la noche, cuando todos estén cansados.
    • Trata de hablar con tus padres a solas, sin que tus hermanos estén presentes.
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    Explica lo que pidas con claridad. Describe por qué cada una de estas peticiones es importante para ti y lo que esperas obtener. Además, explica la forma en que te mantendrás a salvo, incluso al tener más independencia.
    • Por ejemplo, podrías decir: “Me gustaría poder ir al centro comercial con mis amigos hasta las 9 p. m. los viernes. Me gusta mucho pasar tiempo con mis amigos y con frecuencia, no tengo la oportunidad de socializar con ellos durante la semana por las tareas y actividades que hacemos después de la escuela. Mantendré mi teléfono a la mano para que ustedes puedan llamarme y saber cómo estoy mientras estoy fuera y regresaré a casa a la hora que acordemos”.
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    Escucha con atención las respuestas de tus padres. Al escucharlos les demuestras que los respetas. Aunque no estés de acuerdo con algo que digan, puedes pedirles una aclaración y una explicación con respeto y luego, escuchar lo que te digan. Demuéstrales que, aunque es posible que difieras en algunas cosas, no menosprecias simplemente sus consejos y peticiones.[2]
    • Parafrasea lo que escuches. Esto te ayudará a asegurarte de comprender correctamente lo que tus padres estén diciendo. Por ejemplo, podrías decir: “Entiendo que les preocupa que beba o que consuma drogas con mis amigos si salgo con ellos por la noche. ¿Es así?”.
    • Podría ser de ayuda hablar detenidamente de las situaciones posibles con ellos. Por ejemplo, si tus padres dicen: “Nos preocupa el hecho de no saber en dónde estarás a altas horas de la noche”, podrías ofrecerles diferentes enfoques. Por ejemplo, podrías darles a tus padres un itinerario detallado con información de las personas a las que pueden contactar si por alguna razón no contestas el teléfono.
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    Habla de las formas en que podrías obtener más independencia. ¿Qué señales de madurez buscan tus padres? ¿Tienes patrones particulares de comportamiento que les preocupan? Incluso si tus padres no están dispuestos a conceder lo que pides, podrían estar dispuestos a acordar un plan: si demuestras cierto nivel de madurez durante cierto tiempo, entonces lo reconsiderarán.
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    Pregúntales a tus padres sobre su propia adolescencia. Con frecuencia, los recuerdos de sus propias decisiones al ser adolescentes causan una influencia en los padres. Podrían sentirse angustiados por los riesgos o las malas decisiones que tomaron.[3] Pregúntales a tus padres por sus experiencias. Debes estar dispuesto a escuchar con empatía, prestando más atención a lo que revelen sus historias acerca de sus miedos. Habla de las decisiones que tomarás y la forma en que tu vida es similar o diferente a la suya.
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    Pídele a un adulto de confianza que hable con tus padres. Si tus padres se niegan a ceder o incluso a escuchar tus peticiones, considera la posibilidad de pedirle ayuda a un maestro, a un líder religioso o a un consejero. Podrían explicarles a tus padres que tu necesidad de tener una mayor independencia es adecuada para tu desarrollo. Y podrán aclarar dudas sobre ti y de la forma en que te comportas fuera de la casa.
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    Recuerda que la relación no cambiará por completo a consecuencia de una conversación importante. Tendrás que retomar estos temas con el tiempo.[4] Si tus padres acceden a intentar aunque sea una cosa de la lista, la conversación fue un éxito. Tu tarea ahora es demostrar que puedes manejar el aumento de tu independencia y responsabilidad, para que consideren favorablemente otras peticiones en el futuro.

Parte 2
Parte 2 de 3:
Demostrar tu responsabilidad

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    No destruyas la confianza de tus padres. Cumple los acuerdos que hagas con ellos. Nunca les mientas sobre la forma en que usarás la independencia que negociaron.
    • Si tienes un celular, responde a los mensajes y las llamadas de tus padres. Es posible que te contacten con más frecuencia al principio, mientras se adaptan a tu mayor independencia. Ten paciencia.
    • No llegues tarde. Si debes llegar a casa a las 10 p. m., trata de llegar a las 9:45 p. m. De esa forma, tendrás un tiempo adicional en caso de que te atrases porque el autobús va muy lento, por ejemplo. Si no puedes evitar llegar tarde, contacta a tus padres lo antes posible para informarles de la situación.
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    Cumple tus promesas aunque tengas que dejar de hacer algo divertido. La capacidad de postergar tu satisfacción para poder cumplir lo prometido a otra persona es una señal importante de madurez.[5] También demuestra que estás desarrollando un buen carácter.
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    Mantén tus impulsos bajo control. No te dejes dominar por las emociones o deseos, de modo que te hagan tomar malas decisiones o hablar de forma irresponsable. Esta es una parte importante de demostrar que puedes tomar buenas decisiones.[6]
    • Por ejemplo, es normal enojarse a veces, pero no pierdas los estribos. Crea un plan para tranquilizarte.[7] Si sientes que te hierve la sangre, respira profundamente, cuenta hasta diez o di que vas a salir o irás al baño.
    • El cerebro está programado para buscar comportamientos más peligrosos y riesgosos durante esta etapa de la vida.[8] Aunque es una parte normal de la adolescencia, tus padres también necesitan ver las pruebas de que puedes controlar tus deseos y cuidarte.
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    Sé responsable cuando se trate de sexo, drogas y alcohol. Nunca consumas drogas ilegales. Si tienes la edad suficiente para tener una relación sexual, hazlo de forma segura, lo cual incluye el uso de preservativos u otras formas de protección.[9]
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    Acepta el hecho de que tus padres te pongan límites. Por ejemplo, la mayoría de los padres monitorean los sitios web que visitan sus hijos adolescentes y la forma en que usan las redes sociales.[10] Estos límites son parte del trabajo de tus padres.
    • No compares a tus padres con los padres de tus amigos. A nadie le gusta que lo presionen con este tipo de comparaciones. Además, es probable que no conozcas la situación por completo, incluso sobre las vidas de tus amigos. En lugar de eso, concéntrate en tu propia relación con tus padres.
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    Demuestra tu capacidad de preocuparte por los demás.[11] Otro indicador de madurez que tus padres reconocerán es un comportamiento empático y solidario. Tus padres confiarán más en ti si ven que eres capaz de tratar a los demás con consideración.
    • Ofrécete como voluntario para un trabajo temporal. Si puedes ser constante y regular en el trabajo voluntario, tus padres verán que eres responsable y generoso.
    • Sé amable con tus hermanos más pequeños. Trata de relacionarte con ellos desde una perspectiva adulta, en lugar de comportarte como un niño.

Parte 3
Parte 3 de 3:
Navegar por las dinámicas entre los padres y los adolescentes

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    Ten en cuenta que tus padres podrían estar más estresados por tus conflictos que tú. Los padres suelen angustiarse más que sus hijos adolescentes por las riñas o discusiones cotidianas menores.[12] Podrían estar preocupados aún por un conflicto que tú casi habías olvidado.
    • Si tus padres aún parecen estar molestos por un viejo conflicto, no menosprecies sus sentimientos. En lugar de eso, pregúntales qué es lo que les molesta aún y escucha con atención su respuesta.
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    Acepta el hecho de que hay más de una forma de entender algo. Con frecuencia, los adolescentes y los padres abordan los conflictos de formas diferentes. Los adolescentes son más propensos a resaltar sus elecciones personales, mientras que los padres suelen centrarse en los problemas subyacentes de lo que está bien y lo que está mal. Por ejemplo, es posible que veas tu habitación desordenada como una forma de vivir, mientras que tus padres podrían ver cierto nivel de suciedad como algo básicamente malo.[13]
    • Aunque puede ser frustrante, trata de no decirles a tus padres que su forma de ver las cosas está completamente equivocada. En lugar de eso, concéntrate en los asuntos prácticos: ¿Con qué frecuencia esperan tus padres que laves tu ropa? ¿Tu desorden les molestaría menos si la puerta estuviera cerrada?
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    Comprueba que tus padres realmente sientan lo que crees que sienten. Es probable que seas más emocional en esta etapa de tu vida. Además, es posible que tiendas a ver algunas emociones en los demás, incluso cuando no existan.[14] Practica una prueba de la realidad: pregúntales a tus padres con tranquilidad cómo se sienten sobre algo o incluso puedes preguntarles directamente: “¿Estaban enojados conmigo cuando entré hace un instante?”.
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    Pasen tiempo juntos.[15] Hacer actividades divertidas juntos puede ayudar a promover una buena relación con tus padres. Es de mucha ayuda para ellos verte salir al mundo y atravesar por diferentes situaciones con madurez y gracia.
    • Por ejemplo, invitar a tus padres a hacer una caminata contigo puede ayudarlos a sentirse más abiertos para luego dejarte ir a un campamento en el que tengas que pasar la noche.
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    Presenta a tus padres y a tus amigos. Por naturaleza, los adolescentes forman conexiones más fuertes con sus compañeros que con sus padres.[16] Sin embargo, si dejas que tus padres conozcan a tus amigos, será más fácil que te dejen pasar tiempo con ellos hasta altas horas de la noche o de una forma más independiente.
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    Habla con tus padres de los temas importantes. Si puedes hablar en serio y de forma abierta sobre algunos temas de adultos, como el sexo, las relaciones y tu futuro, tendrás una mejor relación y más adulta con tus padres.[17] Al pedirles sus consejos sobre las relaciones, la prevención de embarazos e infecciones de transmisión sexual puedes hacer que tus padres vean que abordas el tema con madurez. Además, aprenderás de sus experiencias con el sexo y el romance.
    • Usa un ejemplo de un programa de televisión o un artículo de revista para traer a colación un tema en particular.
    • Anota las preguntas que quieras hacerles.
    • Envíales un mensaje de texto o un correo electrónico para romper el hielo. Puedes usar este mensaje como una forma de acordar una hora para hablar más tarde, cuando todos puedan concentrarse en la conversación.
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    Determina si necesitas ayuda profesional. Algunos conflictos son normales durante este período de tu relación con tus padres, pero las peleas frecuentes y muy intensas son una señal de que algo anda mal.[18] Si no puedes dejar de pelear con tus padres, pídele ayuda y orientación a otro adulto de confianza.

Acerca de este wikiHow

Tasha Rube, LMSW
Coescrito por:
Máster en Trabajo Social con licencia
Este artículo fue coescrito por Tasha Rube, LMSW. Tasha Rube es una trabajadora social con licencia con sede en Kansas City, Kansas. Tasha está afiliada al Centro Médico VA Dwight D. Eisenhower en Leavenworth, Kansas. Recibió su maestría en Trabajo Social en la Universidad de Missouri en 2014. Este artículo ha sido visto 3960 veces.