La salsa Alfredo es una salsa suave y deliciosa que se hizo famosa en 1914 en el restaurante Alfredo en Roma.[1] Si bien las variaciones anteriores de este plato utilizaban originalmente un poco más de mantequilla y queso parmesano, hoy en día la salsa es bien conocida por ser una mezcla suave y cremosa. La salsa Alfredo es un acompañamiento versátil para la pasta, el pollo y más comidas. ¡Lo mejor de todo es que utiliza solo unos cuantos ingredientes básicos y está lista en cuestión de minutos!

Ingredientes

Para una salsa Alfredo básica[2]

  • 1 taza de nata espesa
  • 1 barra de mantequilla (8 cucharaditas)
  • 2 tazas de queso parmesano recién rallado
  • Sal y pimienta (al gusto)
  • Agua proveniente de la cocción de la pasta (para adelgazar la salsa)

Para variaciones de la receta (como se indica más adelante)

  • 1 o 2 dientes de ajo (machacado, prensado o picado)
  • Cáscara de medio limón
  • Jugo de medio limón
  • 1/3 de taza de vino blanco
  • 1 taza de yogur bajo en grasa
  • Nuez moscada (al gusto)

Método 1
Método 1 de 2:
Salsa Alfredo básica

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    Derrite la mantequilla en la estufa colocándola en una olla mediana. En este punto, emplea un calor de medio a bajo. Tu objetivo con esta salsa debe ser calentarla gradualmente y darle una consistencia suave, no soasar rápidamente los ingredientes. Esto requiere paciencia.
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    Revuelve la crema y el queso parmesano. Revuelve suavemente la mezcla a medida que añades los ingredientes para evitar que se quemen o se peguen. Sigue mezclando para combinar.
    • Si es posible, utiliza queso parmesano recién rallado. La diferencia en el sabor es notoria en comparación a utilizar un queso previamente rallado. Además, el queso fresco tiende a ser menos vulnerable “endurarse” (lee más adelante).
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    Hierve a fuego lento y revuelve hasta que la mezcla quede espesa. Espera hasta que la salsa alcance un hervor leve (unas cuantas burbujas pequeñas se formarán). En este punto, comienza a revolver con suavidad hasta que se haga notoriamente más espesa. Por lo general, esto toma unos ocho minutos.[3]
    • Resiste la tentación de aumentar la temperatura. Baja la temperatura de cocción si notas que la salsa hierve con rapidez. Esto no solo puede quemar los ingredientes y producir un sabor amargo desagradable, sino que también puede hacer que el queso “se endure”. Cuando el queso se calienta demasiado rápido, las moléculas de proteína presentes en él tienden a enrollarse en lugar de separarse gradualmente. Esto separa la grasa y la humedad del queso, dejándote con un producto duro y desagradable que no se puede derretir.[4]
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    Agrega sal y pimienta al gusto. Cuando la salsa tenga una consistencia espesa y agradable, estará lista para sazonar. Si bien puedes agregar todos los condimentos que quieras, solo sal y pimienta funcionarán bien. Después de añadir estos ingredientes, revuelve para mezclarlos uniformemente.
    • Revolver y agregar unas cuantas pizcas de cada condimento bastará. Si te preocupa echar demasiado, intenta añadir solo una pizca, revolver y probar la salsa. ¡Luego repite el proceso hasta que estés satisfecho!
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    También puedes utilizar el agua con la que cocinaste la pasta para adelgazar la salsa. Si guardaste el agua en la olla como se sugirió en la sección “Ingredientes”, puedes usarla para adelgazar la salsa que esté demasiado espesa y que tenga muchas calorías. El agua conserva parte del sabor de la pasta, lo que le dará a la salsa un sabor agradable a “pan” además de adelgazarla.
    • Si por casualidad viertes demasiada agua, simplemente hierve la sala a fuego lento un poco más de tiempo para volverla a espesar.
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    ¡Sirve! Cuando la salsa esté justo como te gusta, podrás servirla. Vierte porciones humeantes sobre tu pasta favorita. La receta en esta sección debe rendir para unas seis porciones.
    • También puedes usar esta salsa para darle un sabor cremoso a tus carnes y verduras favoritas, entre ellas pollo, camarones, cangrejos, espárragos y muchos más. El sabor suave de esta salsa es muy versátil, así que puedes utilizarla para adornar casi cualquier plato principal.

Método 2
Método 2 de 2:
Variaciones de la receta

Esta sección te brinda algunas ideas para condimentar la salsa Alfredo básica mencionada previamente. Puedes utilizar cualquier combinación de los trucos a continuación o ninguna en lo absoluto. ¡Depende de ti!

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    Añade algunos dientes de ajo. El sabor picante y salado del ajo es el acompañamiento perfecto para una salsa Alfredo cremosa y perfecta. A medida que derrites la mantequilla, prensa, pica o machaca uno o dos dientes de ajo. Luego cocínalos aparte en la mantequilla durante un minuto antes de añadir el resto de los ingredientes para obtener su sabor y aroma natural. Deja los dientes en la salsa mientras la sirves.
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    Añade vino blanco. El sabor dulce y ligeramente ácido de la mayoría de los vinos blancos le da una dimensión nueva y refinada a las salsas Alfredo simples. Mezcla lentamente aproximadamente 1/3 de taza de vino justo antes de añadir la sal y pimienta a la receta. Una vez añadido el vino, quizás necesites hervir la salsa a fuego lento durante un poco más de tiempo para volverla a espesar.
    • La mayoría de los vinos blancos funcionarán bien. Por ejemplo, las cualidades frescas de una botella asequible de Chardonnay aumentarán la suavidad del plato.[5] Evita los vinos de postre como el Moscato, pues serán demasiado dulces.
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    Añade un toque de limón para darle un sabor cítrico. El sabor ácido del jugo de limón “corta” la grasa presente en la salsa Alfredo, creando una interacción apetitosa entre los sabores. Para añadir este sabor cítrico a la salsa, corta un limón a la mitad mientras esperas a que la salsa hierva. Utiliza un rallador fino para pelar la cáscara en una pila pequeña. Una vez que la salsa se haya espesado, añade la cáscara rallada (más el jugo de la mitad del limón) y revuelve para combinar.
    • Quizás debas exprimir el limón con un colador para evitar que las semillas se caigan en la salsa.
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    Añade una pizca de nuez moscada. La nuez moscado podría no ser el primer condimento que se te ocurriría agregar en una salsa Alfredo cremosa, pero en cantidades pequeñas puede darle sabor y un buen aroma al plato. Revuelve una pizca muy pequeña de nuez moscada (no más de ¼ de cucharadita) al mismo tiempo que añades el queso parmesano. Si te gusta el efecto obtenido, puedes seguir añadiendo más en incrementos pequeños.
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    Utiliza yogur en lugar de nata espesa para preparar una salsa baja en calorías. La salsa Alfredo sabe muy bien, pero si ves la lista de ingredientes, te darás cuenta de que tiene muchas calorías y grasa. Utiliza una cantidad equivalente de tu yogur bajo en grasa favorito (el griego está bien) en lugar de la crema en la receta normal para reducir las calorías y la grasa. El plato seguirá teniendo muchas calorías, pero no tantas.
    • El yogur también le dará a la receta un sabor ligeramente más fuerte (similar a la salsa Stroganoff). Algunas personas la prefieren así.
    • Quizás quieras añadir una cucharadita de harina a la receta al mismo tiempo que agregas el yogur. El yogur puede cuajarse al exponerse a temperaturas altas, pero la harina tiende a evitar que ocurra.
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    Si quieres preparar la variante tradicional, utiliza únicamente mantequilla y queso. Las primeras versiones de la salsa Alfredo moderna generalmente solo emplean dos ingredientes: queso y mantequilla.[6] Una vez derretidos y combinados, estos dos ingredientes forman una mezcla suave, rica en proteínas y dorada que cubre uniformemente a la pasta. Esta versión de la salsa es simple pero abundante y deliciosa, así que si quieres experimentar con los sabores antiguos, omite la crema, el agua y los condimentos de la receta descrita anteriormente. También podrías duplicar la cantidad de queso y mantequilla para obtener una cantidad similar de salsa.
    • Para obtener un sabor más auténtico, utiliza mantequilla fresca y sin sal. Antes de que exista la refrigeración, se le añadía sal a la mantequilla para que dure más tiempo. Cuando las personas querían hacer algo genial, utilizaban mantequilla sin sal, la cual debía estar fresca porque no duraría mucho tiempo.

Consejos

  • No te olvides de revolver con regularidad. Si no lo haces, los ingredientes pueden pegarse a los lados de la olla y generar un sabor amargo desagradable en la receta.
  • Otros excelentes acompañamientos vegetales para la salsa Alfredo básica son la albahaca, los tomates secos y la espinaca.
  • ¿No puedes olvidarte de tu salsa roja favorita? Prepara una salsa Alfredo de tomate (o “salsa rosa”) al mezclar partes iguales de salsa Alfredo y tu salsa roja favorita. Puedes utilizar tomates enlatados o preparar la salsa roja con unos frescos. Depende de ti.[7]

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