A muchos les intimida la idea de hacer salsa de tomate desde cero, pero en realidad es bastante sencillo. Cuando se hace una salsa desde cero, la clave es usar los ingredientes más maduros y frescos que consigas. Si quieres, puedes comprar un aceite de oliva extra virgen de alta calidad, ya que también puede influir en el resultado positivamente. Siempre que sigas el proceso lo más pegado a la letra posible, la salsa de tomate tendrá el sabor fresco y vibrante que quieres.

Ingredientes

  • 4 cucharadas de aceite de oliva extra virgen
  • 3/4 taza (180 g) de cebolla dulce finamente picada
  • 2 dientes de ajo, pelados y molidos
  • 1 kg (2 1/2 libras) de tomates pera maduros
  • sal marina y pimienta negra recién molida (al gusto)
  • 1 manojo (unas 10 hojas) de albahaca fresca, picada

Rinde de 5 a 6 a porciones

Parte 1
Parte 1 de 3:
Preparar los tomates

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    Junta los ingredientes de la receta. La salsa de spaghetti hecha con tomates frescos es una de las más fáciles y deliciosas para un platillo de pasta. Esta receta te tomará un total de 45 minutos aproximadamente. La preparación tomará 20 minutos y el tiempo de cocción 25 minutos. Rendirá de 2 1/2 a 3 tazas (600 a 700 ml) de salsa.[1]
    • Cada porción de salsa equivale a una 1/2 taza (120 ml).
    • Esta receta rinde para 5 a 6 porciones.
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    Marca los tomates. Lava los tomates uno por uno para quitar la tierra. Una vez limpios, marca cada uno. Por “marcar” nos referimos a hacer un corte en “X” en el extremo del tallo del tomate con un cuchillo afilado. El marcado hará que quitarles la cáscara sea muy fácil después de blanquearlos.[2] La “X” no tiene que ser perfecta, solo haz un corte con la forma aproximada en el extremo del fruto.
    • El blanqueado consiste en poner los vegetales en agua hirviendo unos minutos para luego echarles agua bien fría.[3]
    • Asegúrate de usar los tomates más maduros para obtener los mejores resultados.
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    Pon a hervir una olla de agua y blanquea los tomates. Cuando el agua esté hirviendo, introduce varios de los tomates. Déjalos hervir de 2 a 3 minutos. Cuando las cáscaras empiecen a salirse, saca los tomates cuidadosamente con unas tenazas. Pon un colador o escurridor en el fregadero y empieza a echar los tomates blanqueados dentro.[4]
    • Es probable que tengas que blanquearlos por tandas.
    • Echa agua bien fría sobre los que están en el colador mientras terminas de blanquear el resto.
    • Además de facilitar el pelado, el blanqueado también preserva la textura y el color de los vegetales.[5]
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    Pela las cáscaras de tomate con un cuchillo pequeño. Echa agua fría sobre los tomates blanqueados hasta que sea seguro tomarlos con las manos. Usa un cuchillo pequeño y afilado para quitar las cáscaras. Estas saldrán muy fácilmente. Tira las cáscaras a la basura. Corta los tomates pelados a la mitad y luego usa el cuchillo para quitar el corazón.[6]
    • Usa los dedos para quitar casi todas semillas restantes y tíralas a la basura.
    • Pícalos en trozos grandes.

Parte 2
Parte 2 de 3:
Hacer la salsa

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    Saltea la cebolla y el ajo en el aceite de oliva. Pica finamente la cebolla y muele el ajo. Echa 4 cucharadas de aceite de oliva extra virgen en una cacerola grande. Ponlo a calentar a fuego medio hasta que empiece a chisporrotear. Echa la cebolla en la cacerola y cocínala varios minutos hasta que se ponga tierna. Revuelve con frecuencia. Sabrás que está listo cuando la cebolla esté suave y ligeramente traslúcida.[7]
    • Añade el ajo molido en la cacerola. Revuelve frecuentemente.
    • Saltéalo unos 60 segundos o hasta que el ajo despida su aroma.
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    Añade el tomate, los condimentos y la albahaca a la cacerola. Con cuidado, echa los tomates pelados y picados. Añade una pizca de sal marina y pimienta negra recién molida (al gusto). Pica la albahaca y echa la mitad a la cacerola.[8]
    • Reserva la otra mitad de albahaca fresca para el final de la receta.
    • Revuelve bien la salsa para asegurarte de que la albahaca se integre a la salsa.
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    Baja el fuego y hierve la salsa a fuego lento. Una vez que eches todo en la cacerola, baja el fuego. Hierve la salsa a fuego lento con la cacerola destapada por unos 20 minutos. “Hervir a fuego lento” quiere decir hervir debajo del punto de ebullición.
    • Sabrás que está hirviendo a fuego lento cuando veas un par de burbujas en la superficie cada 1 o 2 segundos.[9]
    • Sube o baja el fuego según sea necesario para mantener la cocción a fuego lento.

Parte 3
Parte 3 de 3:
Juntar todo

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    Revisa la consistencia de la salsa.[10] Después de hervirla 20 minutos a fuego lento, la salsa se pondrá bastante espesa. Tendrá trozos grandes de tomate y un tono rojo fuerte. Si prefieres que la salsa esté un poco más espesa, sigue hirviéndola a fuego lento unos 10 minutos más, revolviendo ocasionalmente. Entre más hierva, más espesa quedará.[11]
    • Cuando la salsa obtenga la consistencia que quieres, añade el resto de la albahaca picada a la salsa.
    • Retira la salsa del fuego.
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    Pon a hervir agua y cocina la pasta. Pon a hervir una olla de agua y echa la pasta de tu elección. Cualquier pasta sabrá bien con esta salsa. Las opciones más tradicionales son el fettuccine, el tagliatelle y el spaghetti. Como todas las pastas tienen tiempos de cocción diferentes, lee su empaque y sigue las instrucciones hasta que estén tiernas.
    • Una vez que la pasta esté lista, saca la olla del fuego.
    • Escurre bien la pasta antes de servirla.
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    Emplata la pasta y viértele la salsa con un cucharón. Con cuidado, sirve una porción de pasta en cada plato. Usa un cucharón o cuchara grande para servir 1/2 taza (120 ml) aproximadamente de salsa sobre cada porción. Sirve el platillo con queso parmesano o pecorino romano rallado.
    • Decora los platos con hojas de albahaca fresca o piñones ligeramente tostados (opcional).
    • Para acompañar este platillo, te recomendamos un pan al ajo grueso y crujiente, o una ensalada César bien mezclada.
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    Prueba unas cuantas variaciones. Si quieres, puedes sustituir la pasta común por pasta integral o libre de gluten. Añade unas cuantas hierbas más a la salsa, por ejemplo, romero y tomillo, o usa un poco más de hierbas para decorar cada plato. Puedes añadir fácilmente vegetales a la salsa, por ejemplo, los champiñones son muy populares. Tan solo échalos justo después de saltear la cebolla y el ajo. Otra adición popular son las albóndigas. Pueden ser albóndigas de res, de cerdo, de pollo o de pavo.
    • Empieza haciendo tu versión favorita y luego dora las albóndigas. Prepara la salsa y hiérvela unos 20 minutos a fuego lento. Echa las albóndigas doradas a la salsa y hiérvelas 30 minutos más a fuego lento.[12]
    • Si eres vegano, sustituye el queso por levadura nutricional. Tan solo espolvorea un poco sobre la pasta y la salsa justo antes de servirla. La levadura le dará al plato consistencia con sabor a queso.
    • Esta salsa de tomate también va bien con pizza casera o como salsa para palitos de pan.

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Categorías: Pastas y fideos | Recetas