La pasta recalentada suele terminar blanda, reseca o encima de una laguna de aceite. Por suerte, estos problemas pueden obviarse con unas simples modificaciones al proceso de calentado. Aprende a rescatar tus sobras, ya sean pasta sola o pasta con salsa a base de crema, que pueden separarse fácilmente.

Método 1
Método 1 de 5:
Recalentar pasta sola

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    Pon a hervir una olla de agua. Echa suficiente agua para cubrir la pasta, pero no la agregues a la olla. Espera hasta que el agua rompa a hervir.
    • Si quieres puedes emplear los métodos siguientes, pero esta es la mejor opción y la más rápida para la pasta sola.
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    Pon la pasta en un colador de metal. Escoge un colador de metal que entre en tu olla. Lo ideal es que tenga asas largas para que sea fácil de agarrar.
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    Remoja la pasta en el agua hirviendo. Solo son necesarios 30 segundos para devolver la frescura a casi todos los tipos de pasta. Retira el colador y prueba la pasta. Si no está lista, ponla de nuevo sobre el agua. Retira el colador y prueba la pasta cada 15 segundos.[1]
    • Si tu colador no tiene asas largas, o si no tienes manoplas de cocina, entonces pon el colador en un tazón y vierte agua hirviendo encima.

Método 2
Método 2 de 5:
En el horno

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    Precalienta el horno. Pon el horno a 180 °C (350 °F) y espera a que precaliente. Este método es suave para la pasta con salsa, pero no es tan práctico para una sola porción.
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    Añade la pasta a una bandeja para hornear. Esparce la pasta en una bandeja para hornear. Recuerda que una pila grande de pasta no se calentará de manera uniforme.
    • Si la pasta está seca, échale un chorro de leche o más salsa para que se mantenga húmeda. Esto es especialmente importante para la lasaña.[2]
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    Cubre la pasta con papel aluminio y ponla a hornear. La pasta normalmente estará lista en 20 minutos, pero revísala después de 15, solo por si acaso. El papel aluminio ayuda a retener la humedad, lo cual desacelera el proceso de secado.
    • Otra opción es espolvorear queso parmesano debajo del papel aluminio 5 minutos antes de que la pasta esté lista.[3]
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    Revisa la pasta. Introduce un tenedor de metal en el centro de la bandeja de pasta y espera de 10 a 15 segundos. Si la punta del tenedor se calienta, la pasta estará lista. Si no, pon la pasta de nuevo en el horno.[4]

Método 3
Método 3 de 5:
En la estufa

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    Fríe casi todos los platillos de pasta a fuego de medio a bajo. Esta es una de las maneras más fáciles de recalentar pasta. Solo echa mantequilla derretida o aceite a una sartén, añade la pasta y caliéntala. Revuelve ocasionalmente.
    • Si la pasta se ve seca, echa más salsa.
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    Calienta las salsas de crema o de vino a fuego lento. Estas salsas, que son proclives a separarse, deben calentarse a fuego muy bajo. Para que haya menos riesgo de que se separen, lee el método para salsas a base de crema a continuación.
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    Fríe la lasaña. Corta una porción y ponla en la sartén de modo que el lado que cortaste esté hacia abajo. Gírala ocasionalmente, calentando cada lado hasta que esté crocante.[5]

Método 4
Método 4 de 5:
En el microondas

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    Usa el microondas solo para porciones individuales. Los hornos calientan de forma dispareja, especialmente si la pasta contiene queso o vegetales. Si vas a recalentar una porción grande, mejor usa el horno para que tengas mayor control.
    • Evita usar el microondas para las salsas a base de crema, con mantequilla y vino, u otro tipo de salsas propensas a separarse.
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    Revuelve la pasta con salsa o aceite. Si la pasta ya tiene salsa, solo revuélvela para distribuirla de manera uniforme. Si es pasta sola, añádele un poco de salsa o aceite de oliva. Esto ayudará a mantener su humedad.
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    Configura el microondas para que esté a una potencia de media a baja. Un microondas a toda potencia muy probablemente deje la pasta demasiado blanda. Reduce su potencia a la mitad o menos.
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    Cubre la pasta. Pon la pasta en un recipiente apto para microondas, de preferencia uno redondo para evitar calentar las esquinas de manera desigual.[6] Cúbrela con alguno de los siguientes dos métodos:
    • Cúbrelo con papel film, pero deja una esquina abierta para que salga el vapor.[7] Esto atrapará el calor, lo que recalentará la pasta con mayor uniformidad.
    • Cúbrelo con una hoja de papel toalla húmedo. Esto le aportará vapor a la pasta a medida que se caliente, lo cual humedecerá la pasta seca o con una salsa ligera.
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    Caliéntala en tandas cortas. Calienta la pasta por 1 minuto, luego revisa su progreso y revuélvela. Si es necesario, sigue calentándola en tandas de 15 a 30 segundos.
    • Si tu microondas no tiene un platillo giratorio, detenlo y gira el platillo a la mitad de la cocción.

Método 5
Método 5 de 5:
Recalentar salsas a base de crema o vino

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    Calienta agua en la base de un baño maría. De todos este el mejor método para las salsas a base de crema, como la salsa a lo alfredo. El calor indirecto asegura una cocción más lenta y pareja, lo cual reduce las probabilidades de que la salsa se separe.
    • Puedes hacer tu propio baño maría con dos ollas o con una olla y un tazón de vidrio resistente al calor.
    • Si el baño maría no te es una opción, usa mejor el método de la estufa a fuego muy bajo.
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    Pon la salsa encima del baño maría. Si puedes, calienta la salsa por separado y luego vierte la pasta fría o caliéntala como lo hemos descrito anteriormente. Si la salsa y la pasta se mezclan bien, solo añádelas al recipiente. Déjalas ahí hasta que el agua empiece a hervir bajo.[8]
    • Recalentar la pasta y la salsa al mismo tiempo no debe causar ningún problema importante, pero el riesgo de que la pasta quede demasiado blanda es un poco mayor.
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    Añade crema o leche a las salsas a base de crema. Las salsas a base de crema se separan fácilmente porque son una emulsión, es decir, una suspensión de grasa y agua. Un chorro de más crema o leche entera ayudará a mantenerlos juntos, lo cual reduce las probabilidades de que la salsa se vuelva un revoltijo de aceite.[9]
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    Añade mantequilla o crema reducida a las salsas a base de vino. Las salsas a base de vino también son emulsiones, pero la acidez puede hacer que la crema se corte. Para evitarlo, añádele mejor mantequilla derretida. Otra opción es echarle crema reducida, es decir, crema previamente calentada en otra olla hasta que el líquido se haya evaporado.[10]
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    Caliéntala lentamente, revolviendo ocasionalmente. Entre menor sea el fuego, será menos probable que la salsa se separe. Revuélvela suavemente para no separar los ingredientes. Consúmela mientras la salsa esté caliente.
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    Añade una yema de huevo en casos de emergencia. Si la salsa se separa mientras la recalientas, sácala del fuego y echa un par de cucharadas a un tazón. Rápidamente echa una yema de huevo al tazón hasta que esté homogéneo, luego pon la mezcla de nuevo a la salsa.[11]
    • Si vas a calentar la pasta y la salsa al mismo tiempo, el método de la yema de huevo puede ser engorroso. Prueba agregarle mejor un manojo pequeño de harina para espesar la salsa y cortar la grasa.
    • Si terminas con grumos de huevo cocido mientras revuelves, tira el contenido del tazón y prueba hacerlo de nuevo con menos líquido y revolviendo más rápido. Si los grumos son pequeños, solo cuélalos y usa el líquido restante.

Consejos

  • Si crees que te quedarán sobras, cocina la pasta más al dente. Si la pasta ya está blanda o demasiado cocida al principio, ningún método de recalentado rescatará su textura.
  • Para obtener la mejor textura y sabor, consume la pasta dentro de los 3 días de hacerla.[12]
  • Sorprendentemente, hay algunas pruebas que indican que la pasta recalentada podría subir menos la azúcar en sangre que la pasta cocida o fría. Hay más estudios realizándose actualmente.[13]

Advertencias

  • No comas pasta cocida más de 7 días o la pasta con un sabor extraño.[14]
  • Ten cuidado, porque los tazones y los recipientes estarán calientes cuando los saques del microondas.

Cosas que necesitarás

  • Pasta sola:
    • colador de metal
    • manoplas de cocina
    • cacerola
    • estufa
  • Horno:
    • bandeja para hornear
    • papel aluminio
  • Estufa:
    • sartén
    • mantequilla o aceite
  • Salsas a base de crema o vino:
    • baño maría
    • utensilio para revolver
    • crema o mantequilla
    • yema de huevo o harina (a veces)
  • Microondas:
    • recipiente para microondas
    • papel film o papel toalla húmedo

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