Si mantener tu virginidad en el futuro inmediato o a largo plazo es importante para ti, tú y solo tú tienes el derecho de tomar esa decisión. Ponerte límites personales fuertes y saludables es la clave para mantener la autonomía sobre tu propio cuerpo y, además, para determinar las acciones que aceptas de los demás.

Parte 1
Parte 1 de 3:
Define tus propios límites

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    Define tus propios términos. La “virginidad” y el “sexo” son términos que mucha gente define de manera distinta. Antes de instaurar tus límites, debes saber cómo definir estos términos para ti mismo.[1]
    • Hazte preguntas difíciles. ¿Cómo defines “sexo” precisamente? ¿Qué tipo de contacto íntimo es aceptable y cuál es demasiado? ¿Cómo defines “virginidad”? ¿Es un estado espiritual, mental, físico o alguna combinación?
    • Tendrás que tener estos parámetros claros para saber lo que es aceptable para ti y comunicárselo claramente a los demás.
    • Si conoces tus propios límites, tendrás confianza al expresarlos y esperar que los demás los respeten. Además, te sentirás con más poder para defenderte y hacer lo que crees correcto.[2]
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    Ponte límites. Es tu elección determinar tus límites físicos, emocionales y mentales. Nadie más tiene el derecho de vulnerar o no respetar tus límites.
    • Determina tus límites emocionales. ¿Con qué tipo de involucramiento emocional te sientes cómodo y con cuál incómodo? ¿Qué tipo de comportamientos te incomodan emocionalmente? Ten claro que los sentimientos de los demás no son más importantes que los tuyos.[3]
    • Establece límites mentales. ¿Qué tan cómodo te sientes dejando que las ideas y opiniones de los demás influyan en las tuyas? ¿Hasta qué punto te sientes cómodo explicando o defendiendo tus creencias personales con otra persona?
    • Establece límites físicos. ¿Cómo, dónde y cuándo te sientes cómodo al ser tocado? ¿Qué tipo de contacto físico traspasa tus límites personales? Establece claramente los términos, tanto para ti como para los demás.
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    Siéntete cómodo y orgulloso de ti mismo y de tu cuerpo. A menudo, nos vemos rodeados por mensajes insistentes de cómo debemos vernos. Estos mensajes pueden dificultar sentir que nuestras decisiones son justificadas y válidas. Sin embargo, si tienes confianza en tus propias decisiones, tendrás el poder de esperar que los demás te respeten a ti y a tus decisiones bajo tus propios términos.[4]
    • No te sacrifiques a ti ni a tu cuerpo por los estándares arbitrarios de otra persona. Si alguien no reconoce la belleza y la integridad de ti o de tu cuerpo, sácalo de tu vida o, si es alguien importante que no puedes eliminar, habla con él. Dibuja una línea clara entre lo que es aceptable y lo que no lo es y pide que lo respete.[5]

Parte 2
Parte 2 de 3:
Comunícale tus límites a tu pareja

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    Sé directo con quien salgas. Para algunos, una relación sin sexo es impensable, por lo que no es justo que ninguno de los dos no exprese su posición con respecto al sexo.
    • Si bien puede resultar tentador no decirle a una persona que planeas mantener tu virginidad, no lo hagas. Lo descubrirá tarde o temprano y, si lo hace, ambos experimentarán dolor y confusión que hubiesen podido evitarse.
    • Si la persona no piensa igual que tú y no se ve en una relación sin sexo, no hay problema: es su elección. Sin embargo, no dejes que sus prioridades influencien las tuyas. Respeten las decisiones del otro mutuamente. Si no piensa igual, es adecuado separarse sin resentimiento.[6]
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    Ten confianza y sé directo con tus límites personales. Tienes derecho a establecer los términos para tu propio cuerpo. Si la otra persona no respeta esos términos, no te respeta a ti.
    • Cuando una relación comience a volverse más seria o íntima, dile a la otra persona cuáles son tus límites exactamente y pide que los respete.
    • Si eres joven, digamos un estudiante de preparatoria, es particularmente importante ser firme al comunicarlo tu posición a la otra persona. De otro modo, quizás crea que eres tímido o que intentas hacerte el difícil. Deja claro que no se trata de un juego para ti.
    • Si eres mayor, digamos un estudiante universitario, tu pareja quizás se sorprenda al enterarse que quieres permanecer virgen. No te pongas nervioso por su respuesta y no te la tomes personal. Solo explícale calmadamente que es una elección personal que no está en discusión.
    • Depende de ti si quieres contestar alguna de las preguntas que te haga sobre tu virginidad. Si te sientes cómodo discutiendo los detalles y sientes que la otra persona los respetará, hazlo. Si no te sientes cómodo haciéndolo o no te gusta el cuestionamiento, termina la conversación educadamente, diciendo algo como “Esto es algo que no está en discusión”.
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    Cíñete a tus derechos. Tienes el derecho de decirle a cualquiera que no, en cualquier momento y en cualquier lugar.
    • Es tu cuerpo y si no quieres pasar de los besos y de tomarse las manos, estás en tu derecho. No dejes que nadie te obligue a hacer algo que no quieres o con lo que no te sientes cómodo. Siempre tienes el derecho de decir que no y de esperar que la otra persona lo respete.[7]
    • Si alguien se te acerca, te toca o te habla de una manera que te pone incómodo, dile con voz firme y con un lenguaje corporal confiado “que por favor se detenga”. Si persiste, abandona el lugar de inmediato o busca el apoyo de tus amigos.
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    Comprende que está bien decir que “no”. Y, más importante aún, comprende que depende de la otra persona ser lo suficientemente madura para manejar la respuesta. Si reacciona mal, es su problema. Un sencillo “no” debería bastar. Sin embargo, si no es así, prepárate para el contrataque que probablemente recibas.[8]
    • Prepárate para la posibilidad de que, si la persona a quien le dices que no es joven (estudiante de preparatoria, etc.), quizás no tenga la madurez para lidiar con ello. En ese caso, tendrás que defenderte de las respuestas inmaduras.
    • Mantén las respuestas breves, honestas y respetuosas (inicialmente) y prepárate para repetirlas si es necesario.[9]
    • Por ejemplo, si alguien dice “Si no me dejas hacerlo, entonces no me amas”. Responde diciendo “Te amo y no quiero que me toques ahora”.
    • Si alguien dice “Pero ya me habías dejado hacerlo”, responde “Tengo el derecho a cambiar de opinión”.[10]
    • Si alguien dice “No eres más que un mojigato (o frío, reprimido, etc.), responde “Me siento bien conmigo mismo y mi cuerpo y te pido que respetes eso”.
    • Si la otra persona es mayor (estudiante universitario, etc.), quizás puedas esperar una respuesta más madura... con suerte. Sin embargo, si la persona reacciona con inmadurez, puedes cuestionar si quieres continuar en una relación con una persona así.
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    Aléjate. Si alguien se rehúsa a respetar tus límites, ya sean emocionales, mentales o físicos, aléjate. Aprende a alejarte con calma y confianza. Lo más importante es alejarse de esa persona, pero, si es posible, procura hacerlo con calma y confianza para comunicar el mensaje de que no puede manipularte.
    • Si estás en una fiesta o en otro encuentro social, aléjate de la persona y encuentra un amigo con quien hablar en su lugar. Si estás solo o casi solo con esa persona, aléjate y ve a algún lugar donde haya más gente o donde puedas pedir ayuda si la necesitas, como una caseta telefónica, un taxi, etc.).
    • A medida que te alejas, imagina que arrugas sus palabras y las desechas.
    • Luego de descartar sus palabras, di y aférrate a algo positivo de ti mismo.[11]
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    Haz que la otra persona se aleje. Si estás en una situación en la que alguien no capta el mensaje e insiste, hay algunas respuestas que puedes usar para hacer que se esfume.
    • Si estás en una fiesta, en un bar o en otra situación en la que alguien no acepta un “no” por respuesta, tienes todo el derecho de mirarlo a los ojos y decir “Dije que no. Ahora debes alejarte”.
    • Si quieres divertirte un poco con la situación y no crees que la persona sea una amenaza real (si te sientes amenazado, aléjate y busca ayuda de inmediato), puedes decir algo como “Me apego mucho, mucho, mucho a alguien si tengo sexo con esa persona” o “No estoy listo para contarte de mis herpes”.[12]

Parte 3
Parte 3 de 3:
Resiste la presión grupal

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    Comprende los tipos de presión grupal. Es probable que no te sorprenda que los adolescentes se enfrenten a la presión grupal, incluyendo la presión para tener sexo. Para resistir mejor esta presión, es útil reconocerla o reconocer de qué se trata. Cuando reconoces que alguien usa una de estas tácticas, puedes prepararte mejor para resistirte. Los tipos principales de presión grupal son:[13]
    • Presión grupal evidente: es la forma más abierta de presión y, por lo general, involucra declaraciones directas y nada sutiles de los demás, como “No puedo creer que no tengas sexo. ¡Todo mundo lo hace!”.
    • Presión grupal solapada: es el tipo de presión un poco más sutil y usada para hacerte sentir que hay algo raro o malo contigo por ir en contra de lo usual. Quizás digan algo como “Olvídalo, eres virgen, así que no entiendes” o se refieran a ti como “el virgen”, “el mojigato”, etc.
    • Presión grupal controladora: este tipo de presión es un intento abierto de obligarte a hacer algo a través de amenazas de excluirte o de terminar la amistad si no quieres hacer lo que la otra persona quiere. Quizás te digan algo como “No podemos ser amigos si eres virgen” o “No salgo con vírgenes”.
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    Sé escéptico. Las personas a tu alrededor quizás hablen de grandes cosas, pero es probable que exageren, si es que no mienten por completo.[14] [15]
    • Si bien puede sonar convincente, entrénate para ser escéptico cuando la gente cuente lo que ha hecho. No tienes que recalcarlo, pero considera que lo que dicen “probablemente no sea verdad”.
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    Conoce la virtud de la frase “no es verdad”. Puede ser difícil mantener un sentido propio del orgullo y la confianza al enfrentarse a mensajes externos negativos, sin importar si vienen de los medios de comunicación, la cultura popular, amigos, familiares o figuras de autoridad.
    • Si alguien intenta poner a prueba tus límites con comentarios o declaraciones negativas que sabes que no son verdad, defiéndete. Repite la frase “¡No es verdad!” para ti mismo o para la otra persona hasta que el mensaje quede claro.[16]
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    Define tus propias implicaciones de tener sexo. A menudo, gran parte de la presión grupal consiste en hacer que tener sexo signifique algo específico, como si te volviese adulto o más independiente de tus padres.[17]
    • Define lo que el sexo significa y no significa para ti. Nadie más puede decidirlo.
    • No aceptes las opiniones de los demás sobre lo que tu estatus sexual representa para ti. Esto es particularmente importante si estás en la preparatoria, en la que quitarte de encima la presión grupal puede ser difícil. No dejes que los demás te digan cosas como “Si no has tenido sexo es porque eres feo” o “Es que tienes miedo”. Elegir no tener sexo no significa ninguna de estas cosas. Significa que tomas activamente tus propias decisiones sobre tu cuerpo y que no permites que nadie te quite ese derecho.
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    Rodéate de gente positiva. Una forma excelente de reducir la presión grupal negativa es alejarte de la gente que la causa.[18]
    • Si tienes amigos que te fastidian, se burlan o te presionan a tener sexo, pídeles calmada y confidencialmente que se detengan. Si no lo hacen, deja de salir con ellos tanto.
    • Encuentra y sal con amigos que te acepten y que respeten tu derecho de decidir por ti mismo.
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    Aléjate. Tal como al lidiar con una pareja que no respeta tus límites, puedes y debes alejarte de un amigo que no lo haga.
    • Aléjate con calma y confianza. Lo más importante es alejarte de esa persona, pero, si es posible, intenta hacerlo con calma y confianza. De esa manera, le comunicas que no puede manipularte.
    • A medida que te alejas, imagina que arrugas y desechas sus palabras.
    • Luego de descartar sus palabras, di y aférrate a algo positivo sobre ti mismo.[19]

Consejos

  • Si descubres que te aferras a tu virginidad no tanto por la virginidad misma sino porque los demás no te atraen sexualmente, investiga un poco sobre la asexualidad y ve si se aplica a ti. Si es así, hay muchos recursos y comunidades excelentes disponibles para ti.[20]
  • Si alguien no acepta un “no” como respuesta, puede ser signo de que no te respeta ni a ti ni a tu autonomía. En el peor caso, incluso puede ser signo de que se trata de una persona abusiva y debes considerar pedirle ayuda a alguien en quien confíes.
  • Recuerda que tú y solo tú puedes determinar tus límites. Si alguien no puede o no los respeta, tienes el derecho de pedírselo o, si es necesario, insistir que se aleje de ti.

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