Tener una buena higiene es un aspecto importante si deseas mantenerte saludable y limpio. Además, mejora también tu apariencia ante los demás. Si tienes mala higiene, es más probable que trasmitas bacterias a otras partes de tu cuerpo, lo cual aumenta la probabilidad de que te enfermes. Afortunadamente, mantener una buena higiene es sencillo siempre y cuando tomes las medidas adecuadas para mantenerte limpio y cultivar buenos hábitos.

Método 1
Método 1 de 3:
Mantenerte limpio

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    Dúchate todos los días. Cuando crezcas lo suficiente para empezar la pubertad, bañarte a diario es esencial para tener una buena higiene. Usa jabón y agua caliente cuando te duches y concéntrate en la cara, en las manos, en los pies, en las axilas, en la ingle y en los glúteos.[1]
    • Dúchate después de sudar bastante (por ejemplo, luego de practicar deportes o de alguna actividad física).
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    Lávate el cabello frecuentemente. Si tu cabello es grueso, seco o demasiado ondulado, quizás no debas lavártelo diariamente porque puedes hacer que se seque. Sin embargo, si tienes un cabello excepcionalmente graso o fino, debes lavártelo todos los días para evitar que la grasa se acumule. Trata de fíjarte con cuánta frecuencia debes lavarte el cabello antes de que empiece a lucir graso (o que lo sientas así).[2]
    • Un acondicionador hidrata el cabello seco y lo mantiene oliendo bien.
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    Cepíllate los dientes y usa hilo dental todos los días. Cepíllate los dientes dos o tres veces a lo largo del día para mantener la salud de tus encías y de tus dientes. Cada vez que te cepilles, asegúrate de restregar todos los dientes y de tomarte tu tiempo. Además, asegúrate de usar hilo dental al menos una vez al día. Esta acción mantiene limpia tu boca y hace que huela bien.[3]
    • Debes cepillarte los dientes por dos minutos en cada sesión.
    • Debes reemplazar tu cepillo de dientes cada dos o tres meses.
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    Córtate las uñas. Si tienes las uñas largas, córtatelas con un cortaúñas o con unas tijeras de manicura. También debes mantenerlas limpias lavándolas cuando te laves las manos. Tener las uñas cortas te ayudará a mantener una buena higiene de uñas.[4]
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    Cámbiate diariamente de ropa. Usar ropa sucia puede hacer que se acumulen los microorganismos y las bacterias en tu cuerpo. Es especialmente importante que te cambies la ropa que está más cerca de tu cuerpo, como las camisetas o la ropa interior. Hacerlo diariamente impedirá que tu ropa huela mal y te mantendrá limpio.[5]
    • También debes cambiarte la ropa después de sudar bastante.
    • Si necesitas lavar tu propia ropa, lee el artículo Cómo lavar toda tu ropa.
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Método 2
Método 2 de 3:
Oler bien

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    Ponte desodorante en las axilas. Si sudas mucho, un antitranspirante impedirá que sudes. Si aún vives con tus padres, pídeles que te compren un desodorante en la tienda. Ponte desodorante todos los días al levantarte para que tus axilas se mantengan frescas a lo largo del día.[6]
    • El desodorante no es un reemplazo del baño.
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    Mantén tus pies limpios. Usar calcetines sucios o no usarlos, puede hacer que tus pies huelan mal. Si usas calcetines limpios, pero aun así tus pies huelen mal, concéntrate en lavártelos cuando te duches o te bañes, e intercala los zapatos que usas durante la semana.[7]
    • Asegúrate de que tus pies estén completamente secos antes de ponerte los calcetines y los zapatos.
    • Ponerte talco en los pies después de ducharte puede hacer que tus pies huelan mejor.
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    Ponte colonia o aceites perfumados. Si aún tienes problemas de mal olor corporal, puedes tratar de disimular el olor con una colonia o un aceite. Ponte un poco de colonia en las muñecas o en el cuello. Cuando te pongas colonia, espray corporal o aceite, asegúrate de hacerlo moderadamente para que tu olor no sea muy fuerte.[8]
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Método 3
Método 3 de 3:
Cultivar buenos hábitos

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    Cíñete a tu rutina de higiene diaria. La mejor manera de mantener una buena higiene a lo largo de un periodo es hacer que se convierta en una rutina de cada día. Cambia tu horario para que tengas tiempo suficiente para cuidar tu higiene.[9]
    • Una rutina matutina sencilla debe incluir levantarte a las 7 a. m. para cepillarte los dientes, lavarte la cara y ponerte desodorante antes de ir a la escuela.
    • Cuando llegues a casa puedes tomar una ducha a las 6 p. m., cepillarte los dientes y usar hilo dental antes de ir a dormir.
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    Presta atención a tu piel y a cuánto sudas. Tu cuerpo cambia a lo largo de la pubertad, lo cual quiere decir que experimentas varias cosas. A lo largo de la pubertad, la mayoría de las personas sudan más y su piel se vuelve más grasa. Si notas que sudas más, puedes empezar a ponerte antitranspirante en las axilas para reducir el sudor. Si notas que tu cara es grasa, puedes tratar de lavártela con más frecuencia.[10]
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    Lávate las manos con frecuencia. Habitúate a lavarte las manos después de usar el baño, de jugar en la calle o de manipular cualquier cosa que pueda tener bacterias. Para que no te enfermes ni trasmitas los gérmenes a la comida que comes, asegúrate de lavarte las manos antes y después de comer.
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