El trastorno reactivo del apego (TRA) puede producirse cuando un niño no forma un vínculo emocional saludable con su cuidador principal, algunas veces debido a que el cuidador es extremadamente negligente o abusivo. También puede ocurrirles a los niños que quedaron huérfanos o que crecieron en un hogar sustituto o en un centro de acogida.[1] Los niños con trastorno reactivo del apego pueden estar tristes y retraídos, no estar interesados en las actividades típicas de los niños y resistirse al estímulo de los cuidadores.[2] Debido al abandono durante sus primeros años de vida, no confían en los demás y puede ser muy difícil que se calmen cuando están estresados, pues sienten una pérdida de control.[3] Trabajar con un niño que tiene este trastorno puede ser difícil, pero estableciendo rutinas, siendo empático al disciplinarlo y ayudándole a aprender una conducta apropiada, puedes ayudarle a comprender a qué atenerse y hacer que el mundo sea un lugar menos atemorizante para él.

Método 1
Método 1 de 3:
Establecer rutinas y límites

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    Debes prever que el niño tratará de controlar la situación. Es probable que un niño con TRA haya tenido un pasado incierto y lleno de abandono. Por ejemplo, puede que no lo hayan alimentado regularmente cuando era un bebé o que haya pasado de un centro de acogida a otro con tanta frecuencia que nunca se haya sentido seguro. Como resultado, tratará constantemente de “controlar” su entorno por medio de la conducta. Puede manipular a los demás en vez de conectarse genuinamente con ellos a causa de su necesidad de control.[4] Otras conductas controladoras que puedes ver incluyen las siguientes:
    • conducta agresiva y arrebatos[5]
    • dependencia y necesidad constante de atención
    • hablar sin parar[6]
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    Trata de que los programas y las rutinas sean constantes y predecibles. Un niño con TRA puede no haber tenido mucha constancia como bebé o niño. Es muy importante, tanto desde el punto de vista del control del comportamiento como de la propia salud emocional del niño, que sepa a qué atenerse cada día. Crear una rutina para un niño ayuda a que se sienta seguro, cuidado y más relajado.
    • Deja que el niño sepa cuál es el programa del día, luego cúmplelo. Por ejemplo, puedes decirle algo como “Hoy irás a la escuela. Después de la escuela, iremos al parque, luego a hacer la tarea y luego a tomar un baño”.
    • Si el niño puede leer, escribe el programa del día en un lugar visible. También puedes hacer dibujos para un niño pequeño.
    • Haz que la rutina sea constante. Un niño aprende a reconocer los patrones de su vida. Comprenderá qué es lo que viene a continuación y cuál es la conducta que se espera de él. Además, estará menos estresado debido a que sabe qué es lo que sucederá después y cómo lidiar con eso.[7]
    • Avísale al niño con la mayor prontitud posible si va a haber un cambio en la rutina. Por ejemplo, “El próximo sábado no irás a la clase de natación como siempre, porque es la fiesta de cumpleaños de Carolina. Iremos a su casa”. Puedes conseguir un calendario y mostrarle al niño cuántos días faltan.[8]
    • Haz todo lo posible por evitar los cambios en la rutina de un niño con TRA. Puede ser demasiado estresante para este. Además, es posible que notes un retroceso en su conducta.
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    Establece expectativas y límites. Sé claro al establecer las reglas y las expectativas.[9] Los niños con TRA encontrarán vacíos en la aplicación de las reglas y pueden discutir contigo, así que debes ser claro y firme desde el principio.
    • Haz que el niño sea consciente de las consecuencias que se producirán si desobedece las reglas y haz que se cumplan las consecuencias establecidas. Esta medida puede ayudar a que el niño entienda que tiene el control sobre ciertas situaciones, porque puede controlar su conducta a fin de evitar las repercusiones.
    • Considera la posibilidad de crear un contrato con el niño que indique las reglas, las expectativas y las consecuencia por no seguir las reglas. Mantén el contrato en un lugar de fácil acceso para que pueda usarlo como referencia.[10] Toma en cuenta que un contrato es un acuerdo mutuo. Deja que el niño opine acerca de las reglas y las consecuencias para ayudarlo a controlar su conducta.
    • Por ejemplo, el contrato puede decir algo como “Carlos acepta las siguientes reglas: 1) Limpiar su dormitorio una vez a la semana. 2) No pelear con su hermano y hermana. 3) Seguir las instrucciones desde la primera vez que se den. Si Carlos no lo hace, no se le permitirá jugar videojuegos durante 24 horas”. También es posible que debas especificar una recompensa por seguir las reglas a fin de proveerle algo de refuerzo positivo. Por ejemplo, “Si Carlos sigue las reglas, entonces podrá jugar con su juguete favorito”.
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Método 2
Método 2 de 3:
Disciplinar con empatía

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    Comunica lo bueno antes que lo malo. Enfatiza el buen comportamiento del niño en vez de señalar lo negativo. Es importante que mantengas la relación con el niño corrigiendo su conducta de una manera empática y positiva. Disciplinar a un niño con TRA con palabras duras y comentarios negativos solo reforzará su idea de que está solo en el mundo.[11]
    • Di “sí” en vez de “no”. Por ejemplo, el niño quiere jugar afuera, pero aún no ha terminado su tarea. Dile algo como “Sí, puedes salir tan pronto como acabes con la tarea” en vez de algo como “No, tienes que terminar con la tarea”.
    • Felicítalo en vez de regañarlo. Aplaude lo que el niño hizo correctamente en vez de criticar lo que no hizo. Por ejemplo, si el niño deja la puerta abierta en pleno invierno para salir apresuradamente y jugar en la nieve, puedes decir algo como “Hiciste un buen trabajo poniéndote todo el equipo de invierno por tu cuenta. ¿Puedes hacerme el favor de recordar no dejar la puerta abierta la próxima vez? Deseo que la casa se mantenga caliente”.
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    Haz todo lo posible para mantener la calma. El niño puede discutir contigo, provocarte y meterse intencionalmente en problemas para mantener el control de la situación. Tu trabajo como su cuidador es no involucrarte en su drama. Reconoce sus sentimientos, pero no te pelees con él.[12]
    • Por ejemplo, si el niño tiene una rabieta, puedes decir calmadamente algo como “Entiendo que estés molesto. Te dejaré continuar con lo que haces siempre y cuando no me hagas daño a mí, a otras personas o a ti mismo”.
    • Espera hasta que el niño se calme antes de hablar con él. Quédate cerca del niño para hacerle saber que estás ahí y, si es necesario, contenerlo para que no se autolesione o te lastime a ti, pero deja que la conducta siga su curso. Estará tan alterado que no lograrás nada hablando con él.
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    Usa “oraciones cortas” para mantener la calma. Hay oraciones que pueden prevenir las luchas de poder y hacer que el niño asuma la responsabilidad de su propia conducta.[13] Mantén la calma y evita los comentarios sarcásticos. Además, considera la posibilidad de usar algunas de las siguientes alternativas para calmar una discusión:
    • “Eso es interesante”.
    • “Mmm…”.
    • “Estaré feliz de escucharte cuando te tranquilices”.
    • “Te agradezco por la respuesta honesta”.
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    Evita el tiempo fuera. Un tiempo fuera reforzará la conducta de autoaislamiento de un niño con TRA.[14] En vez de eso, es posible que debas mantener al niño contigo hablando de lo que pasó y de qué es lo que puede hacer diferente la próxima vez.
    • Puedes decirle algo como “Estoy tan feliz de que estés sentado aquí conmigo. Sé que debe ser difícil después de lo que sucedió. Sé que estás molesto, pero hablemos de la razón por la que te molestaste tanto que le diste una patada a Javier. ¿Qué crees que puedes hacer diferente la próxima vez?”.
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    Haz saber al niño que lo quieres y que está a salvo. Luego de una rabieta, una discusión o una mala conducta, reconforta al niño diciéndole que aún lo amas (o quieres), que no vas a lastimarlo y que está seguro. Los niños con TRA, así como los niños abandonados en general, están más en sintonía con las emociones negativas de los demás que los niños comunes.[15] Dile al niño que, aunque estés disgustado en este momento, tus sentimientos por él no han cambiado.
    • Por ejemplo, puedes decirle algo como “Karina, sé que las dos nos molestamos un poco hace un rato, pero quiero que sepas que aunque tu conducta me decepciona, no hay nada que pueda hacer que deje de quererte. Deseo ayudarte a tomar una mejor decisión la próxima vez. Hablemos de cómo podemos resolver el problema juntas”.
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Método 3
Método 3 de 3:
Enseñarle una conducta apropiada

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    Insiste con el contacto visual.[16] Una persona no puede entender completamente las emociones de alguien más sin mirarlo a los ojos. Entender las emociones, mostrar empatía y desarrollar una consciencia es parte del desafío de criar a un niño con TRA.
    • Los recordatorios amables como “Carla, contacto visual” o “¿Me puedes mirar a los ojos cuando me preguntes algo?” pueden estimular al niño. Felicita al niño por un buen contacto visual.
    • Recuerda que no debes luchar con un niño con TRA, así que si tiene una actitud intransigente o desafiante, da un paso atrás y no trates de forzarlo.
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    Enséñale al niño acerca de sus emociones. Toma en cuenta que un niño con TRA tiene una comprensión limitada de su panorama emocional y no siempre puede empatizar con los demás.[17] Puedes ayudarlo a aprender más sobre sentir emociones y expresarlas apropiadamente probando algunas de las siguientes estrategias:
    • Nombra la emoción que veas que expresa. Puedes decirle algo como “Elías, parece que esta tarea te molesta mucho. ¡Puedo ver cómo aprietas las puños!” o “Debes creer que ese perro es chistoso. ¡No dejas de reírte de él!”.
    • Ayúdalo a entender las señales del lenguaje no verbal, como el lenguaje corporal o el tono de voz. Por ejemplo, “¿Qué crees que significa cuando alguien pone la cabeza en las manos?”.
    • Muéstrale cómo disculparse apropiadamente cuando sea necesario. Puedes decirle algo como “Lamento haber lastimado tus sentimientos cuando dije que no podías usar la camisa roja para las fotos escolares. Sé que es tu camisa favorita y que decirte que no la uses hizo que te pusieras triste”.
    • Háblale de personajes de libros y de programas de televisión, y pregúntale al niño cómo cree que estos se sienten. Por ejemplo, “¿Cómo crees que el bebé oso se sintió cuando vio que Ricitos de Oro rompió su silla?”. Si el niño no sabe la respuesta, puedes decirle algo como “Creo que probablemente se sintió muy triste y quizás un poco molesto y asustado por no saber quién rompió su silla”.
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    Muéstrale afecto físico, pero sé cuidadoso. A la mayoría de los niños con trastorno reactivo del apego no les gusta que los toquen.[18] Si eres novato con respecto al cuidado del niño, no te precipites de inmediato a hacer demasiado contacto físico. Ve paso a paso y desarrolla la confianza.
    • No lo obligues a que te abrace o a hacer algo que no quiera. En vez de eso, dale palmadas ligeras en la espalda, pon un brazo alrededor de su hombro, despeina su cabello afectuosamente o incluso choquen los cinco.
    • Determina su nivel de confort y trabaja a partir de ahí, pero incorpora el afecto físico en la rutina diaria. Esta medida ayuda al niño a establecer una conexión genuina.
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    Pasa tiempo de calidad con el niño. Busca algo para hacer que el niño disfrute y pasen algo de tiempo a solas para que lo conozcas mejor. Debes ayudar al niño a entender las relaciones, así como a aprender lo que es una conexión saludable.
    • Toma en cuenta actividades como jugar juegos de mesa, leer cuentos juntos, ir a una excursión o salir a dar un paseo especial.
    • Deja que el niño escoja la actividad del día. Dale una lista de opciones (por ejemplo, “Hoy podemos hacer una manualidad en la biblioteca o ir a pescar al estanque. ¿Qué prefieres?”).
    • Si eres un profesor, puedes mostrar interés en el niño preguntándole acerca de sus dibujos, pasando tiempo con él mientras juega con su juguete favorito de la clase o guardándole un libro especial para un tiempo de lectura silenciosa.
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    Promueve un estilo de vida saludable. Trata de que tus propios hábitos sean saludables para darle un ejemplo de buena conducta. Anima al niño a elegir alimentos saludables, a dormir bien, a mantener una buena higiene y a hacer ejercicio. Hazle saber que será más fácil que lidie con emociones difíciles si su cuerpo está saludable y fuerte.
    • Haz que el niño haga mucho ejercicio. El ejercicio no solo te mantiene saludable, sino que también te ayuda a superar la depresión y te mantiene menos estresado.[19]
    • Asegúrate de que el niño tenga una dieta nutritiva y de que consuma suficiente comida para satisfacer sus necesidades.
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Consejos

  • Toma en cuenta que la mayoría de los niños con TRA sacan provecho de la evaluación y la terapia psiquiátrica. Además, por lo general, el tratamiento involucra a toda la familia.
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Acerca de este wikiHow

Laura Marusinec, MD
Coescrito por:
Pediatra certificado por el colegio oficial
Este artículo fue coescrito por Laura Marusinec, MD. La Dra. Marusinec es pediatra certificada por el colegio oficial en el Children's Hospital de Wisconsin, donde pertencece al Consejo de Práctica Clínica. Ella recibió su doctorado en mediciana en el Medical College of Wisconsin School of Medicine en 1995 y completó su residencia en el Medical College of Wisconsin in Pediatrics en 1998. Es miembro de la Asociación Americana de Escritores Médicos y de la Sociedad de Atención de Urgencia Pediátrica.
Categorías: Trastornos mentales
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