Almacenar miel es un proceso muy simple. Para mantener la miel fresca, debes encontrar un recipiente adecuado donde guardarla, y mantenerlo en un lugar fresco y seco. Si deseas almacenar miel para un uso a largo plazo, puedes congelarla y posteriormente derretirla.

Método 1
Método 1 de 3:
Almacenar miel para su uso a corto plazo

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    Elige el recipiente adecuado, en caso sea necesario. Puedes almacenar la miel en su recipiente original, pero si este está roto o tiene una fuga, puedes pasar la miel a otro que tengas en la cocina. Se puede almacenar miel en cualquiera de los siguientes recipientes:[1]
    • envases o cubetas de plástico
    • frascos de vidrio
    • tarros de conserva
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    Elige un ambiente con temperatura constante. La miel se conserva mejor a una temperatura entre 10 y 20 °C (50 y 70 °F). Las variaciones en la temperatura podrían hacer que la miel se oscurezca y pierda sabor. Cuando almacenes miel, elige un lugar que tenga la temperatura adecuada y que esta no tienda a cambiar.[2]
    • Normalmente, la despensa es un buen lugar para conservar la miel. Sin embargo, debes mantener la miel lejos de la hornilla y fuera de la nevera, ya que estos son los lugares que tienden a cambiar más rápido de temperatura.
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    Mantén la miel lejos de la luz solar. El sol también puede dañar la miel, por lo tanto, es mejor mantenerla en un lugar donde no le dé la luz. Por ejemplo, evita colocarla en el alféizar de la ventana. La miel se puede almacenar fácilmente en la despensa o en el armario de la cocina.[3]
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    Asegúrate de que los recipientes estén bien cerrados. La miel debe estar expuesta lo menos posible al aire. Asegúrate de que el frasco o envase que vas a utilizar esté herméticamente cerrado antes de guardar la miel para almacenarla. El sabor de la miel puede alterarse con los olores del ambiente o también puede absorber humedad si se sobreexpone al aire, causando un cambio en su color y sabor.[4]
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Método 2
Método 2 de 3:
Almacenar miel para su uso a largo plazo

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    Selecciona un recipiente para la miel. Si no vas a usar la miel durante algunos meses, podría cristalizarse y, aunque este es un proceso normal, podría ser una molestia. Para prevenir que la miel se cristalice, puedes guardarla en el congelador. Necesitarás un recipiente con más espacio, ya que la miel tiende a expandirse un poco cuando se congela. Si solo compraste un frasco de miel, es posible que necesites consumir un poco o trasladarla a otro recipiente más grande.[5]
    • Algunas personas prefieren utilizar cubiteras de hielo para congelar la miel. De esta manera, puedes descongelar un cubito cada vez que necesites miel. También puedes congelar la miel en una cubitera y meter los cubitos a una bolsa de plástico.
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    Coloca la miel en el congelador. Una vez que hayas trasladado la miel al recipiente de tu elección, colócalo en la nevera. La miel puede durar varios años si se almacena en el congelador.[6]
    • Aunque la miel dura un periodo largo en el congelador, es buena idea anotar la fecha de cada alimento congelado.
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    Descongela la miel cuando necesites utilizarla. Descongelar miel es sencillo. Simplemente debes colocarla en un recipiente hermético y dejar que se derrita a temperatura ambiente. No trates de acelerar este proceso.[7]
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Método 3
Método 3 de 3:
Evitar contratiempos

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    Recupera la miel que se ha cristalizado. La miel puede durar años y, teóricamente, la miel natural no caduca.[8] Aun así, puede cristalizarse después de un tiempo. No hay necesidad de que la descongeles, ya que puedes hacer que vuelva a su estado líquido tan solo con agua hervida.
    • Primero, pon a hervir una olla de agua. Luego, coloca el frasco de miel bien cerrado dentro de la olla.
    • Apaga el fuego de la cocina y deja la miel a un lado hasta que enfríe. La miel debería volver a su estado líquido.
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    Mantén la miel lejos de las áreas más calientes de la cocina. Muchas personas almacenan miel en su cocina, la cual constituye el lugar más práctico para tener la miel a la mano cuando la necesites. Sin embargo, es necesario mantenerla lejos de las áreas calientes, ya que el calor excesivo la derretirá. Por ejemplo, evita conservar la miel cerca del horno.[9]
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    No almacenes miel en la nevera. Aunque la miel se puede congelar y después descongelar, nunca debería guardarse en el congelador. Esto podría causar que se cristalice de manera más rápida. Si tu cocina es demasiado cálida como para almacenar la miel ahí, en vez de guardarla en la nevera, escoge un lugar más fresco de tu casa.[10]
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Consejos

  • Siempre limpia y lava los envases antes de utilizarlos para almacenar miel. De esta manera, evitarás la contaminación y la transferencia de olores a la miel.
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Resumen del artículoX

Si quieres almacenar miel para su uso diario, tenla en un recipiente con tapa, que puede ser un tarro de vidrio o el envase en el que vino. Pon el recipiente en un lugar donde la temperatura sea constante y no le dé el sol como, por ejemplo, en la despensa de la cocina. Cierra bien la tapa cuando no uses la miel para asegurarte de mantener su frescura. Para almacenarla a largo plazo, ponla en el congelador, donde se mantendrá fresca por un máximo de 2 años.

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