Ah, el ajo, ese aroma tan intenso que se utiliza en las tradiciones culinarias de todo el mundo. Si eres como muchos cocineros, seguro que te gusta tener una o dos cabezas de ajo a mano para añadir un poco de ese sabor picoso y sabroso a tu cocina. La buena noticia es que los ajos enteros suelen durar bastante tiempo a temperatura ambiente, y puedes sentir, oler y examinar el ajo para saber si se ha echado a perder. Si tienes algún ajo germinado, no te preocupes; puedes seguir utilizándolo en la mayoría de los casos, siempre que no presente otros signos de estar en mal estado.

Método 1
Método 1 de 3:
Usar tus sentidos

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    Busca puntos podridos en el exterior de la cabeza o de los dientes sin pelar. Si el ajo está muy dañado, empezará a verse a través de la piel. Por ejemplo, puede ver manchas marrones o negras, o simplemente una alteración del color en general.[1]
    • Bota el ajo si ha llegado a este punto.
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    Siente si el ajo está blando debajo de la cáscara. El ajo debe estar firme al tacto si todavía está en buen estado, al igual que la cebolla. Si se siente blando o cede al intentar pelar un diente, está malo. Del mismo modo, si notas que tiene algún líquido, es señal de que ya está pasado.[2]
    • Desecha el ajo si está en este punto.
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    Revisa si el ajo tiene un tono amarillento y puntos defectuosos una vez que lo hayas pelado. Aunque parezca fresco por fuera, es posible que no lo esté una vez que lo peles. El ajo fresco debe ser blanco, y si empieza a tomar un tono amarillo, es que definitivamente se está dañando. Además, es posible que veas pequeñas manchas marrones en el diente, otro indicio de que se está pudriendo.[3]
    • Si no está blando ni tiene manchas, puedes utilizar un ajo amarillento, pero no será tan bueno como el blanco. Usa tu criterio para saber si es el momento de desecharlo.
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    Huele el ajo para saber si todavía tiene su aroma. Debe tener un olor intenso a ajo una vez que lo hayas pelado. Si no es así, no está tan fresco como debería. También puede desarrollar un olor agrio y avinagrado, lo que significa que está empezando a pudrirse.[4]
    • Si el aroma se ha desvanecido, pero no ha desarrollado un olor agrio, es probable que se pueda utilizar, pero no será tan punzante.
    • Bota el ajo si tiene un mal aroma.
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    Retira los brotes si el ajo está germinando. Mira en la parte superior de los dientes para saber si hay pequeñas puntas verdes, lo que significa que el ajo está germinando. En este punto, el ajo tendrá un sabor más agudo, pero no necesariamente malo.[5]
    • A algunas personas no les gusta utilizar el ajo en esta etapa. Sin embargo, siempre que se pelen o se corten las partes germinadas, se puede utilizar, por lo que puedes experimentar para ver si es de tu agrado. Las partes verdes son amargas, por lo que no conviene comerlas.
    • De hecho, el ajo germinado puede tener más antioxidantes que su variedad más fresca.[6]
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Método 2
Método 2 de 3:
Revisar la fecha de caducidad

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    Conserva las cabezas de ajo enteras hasta 6 meses fuera del refrigerador. El ajo fresco está parcialmente desecado y conservado por sus capas naturales de piel. Por lo tanto, puede conservarse bastante tiempo a temperatura ambiente. Elige un gabinete fresco y oscuro, o mételo en una bolsa de papel en un lugar fresco de la cocina. Sin embargo, puede echarse a perder tan solo 3 meses después de haber sido cosechado, por lo que hay que mantenerlo vigilado.[7]
    • Una vez arrancado un diente, durará un par de meses siempre que no lo hayas pelado.
    • Para conseguir la máxima frescura, guárdalo en un lugar fresco y oscuro. Guárdalo en un lugar con mucha circulación de aire y no en un recipiente cerrado. Evita guardarlo en el refrigerador, ya que se conserva mejor a temperatura ambiente.
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    Conserva los dientes pelados durante aproximadamente una semana en el refrigerador. Si vas a pelar el ajo, puedes ahorrarte la molestia de hacerlo más tarde si pelas más dientes de los que necesitas. Después de todo, pelar es una de las partes más tediosas del uso de ajo fresco. La buena noticia es que puedes trabajar con antelación siempre que guardes esos dientes pelados en el refrigerador y los utilices en el plazo de una semana.[8]
    • Ten en cuenta que esto es válido solo si no aplastas o dañas el diente como tal. Algunos métodos de pelado exigen aplastar el diente o cortar los extremos, por ejemplo. Si este es el caso, durará lo mismo que el ajo fresco picado.
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    Utiliza el ajo fresco picado dentro de unos pocos días. Si te has tomado la molestia de picar el ajo, no querrás desperdiciar el que te haya sobrado. Sin embargo, se echará a perder en poco tiempo. Si lo cubres con una capa de aceite de oliva, se conservará hasta 3 días en el refrigerador. De lo contrario, deberás botarlo después de un día aproximadamente.[9]
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    Revisa la fecha de caducidad en el frasco de ajo picado comprado en el supermercado. También puedes comprar ajo picado en frasco, y este tipo tiene conservantes para mantenerlo fresco durante más tiempo. Por lo general, puede conservarse en el refrigerador durante 2 a 3 meses, pero esto depende de la marca.[10]
    • No busques solo la fecha de caducidad; fíjate en la fecha de "una vez abierto". Es decir, algunos frascos tienen una nota que dice algo así como "Usar antes de un mes una vez abierto". La fecha de caducidad a veces se refiere a la fecha en que el frasco sin abrir se echa a perder.
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Método 3
Método 3 de 3:
Aprovechar los ajos viejos

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    Prueba el ajo germinado en un caldo o una sopa. Mientras que algunas recetas requieren el sabor distintivo del ajo muy fresco, el largo tiempo de cocción y el sabor adicional de los caldos pueden ayudar a ocultar el sabor más intenso. Solo recuerda cortar las partes verdes, para poder echarlo con el resto de las verduras del caldo.[11]
    • Este es un buen escenario para utilizar otros sobrantes de la cocina. Guarda una bolsa en el congelador para los recortes de verduras limpias, como las cáscaras de zanahoria, las raíces y las puntas de las cebollas, los tallos de perejil, las hojas de apio, las cáscaras de tomate, etc. Ponlos todos en una olla y cúbrelos con agua. Cuece las verduras durante al menos 30 minutos antes de colarlas.
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    Usa los dientes germinados en platos en los que solo se utilicen uno o dos dientes. En otras palabras, elige platos en los que el ajo no sea el sabor principal. Si necesitas uno o dos dientes para una salsa, una sopa o un guiso muy aromatizado con otras hierbas y especias, los dientes germinados (sin el brote) servirán.[12]
    • No utilices los dientes germinados cuando el ajo sea el protagonista, como en el caso del pollo con 40 dientes, el pan de ajo o una salsa de pasta con ajo.
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    Planta el ajo germinado en una maceta o en el jardín. Utiliza una maceta de al menos 20 x 30 cm (8 x 12 pulgadas). Pon los dientes de ajo en la tierra con los brotes hacia arriba y colócalos a unos 10 cm (4 pulgadas) de distancia entre sí. Cubre el diente con tierra, excepto los brotes y luego riega la tierra hasta que esté húmeda para iniciar el proceso de crecimiento.[13]
    • Coloca el recipiente en un área soleada. Cuando el exterior esté seco, riega el ajo y asegúrate de mantener la maleza lejos de la maceta o el lecho del ajo.
    • El mejor momento para plantar ajos en el exterior es el otoño. A menos que tengas inviernos muy fríos, crecerá durante todo el invierno. En verano, las hojas se pondrán amarillas y podrás recoger y curar los ajos colgándolos para que se sequen.[14]
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