El apio puede ser una verdura difícil de congelar debido a su alto contenido de agua. Congelarlo por lo general deja los tallos blandos y sin sabor. Sin embargo, si tienes un manojo de tallos que no puedes usar antes de que se echen a perder, puedes prolongar su vida al guardarlos en el congelador. La clave está en blanquearlos antes de congelarlos de tal manera que retengan todo el sabor posible y aún puedas añadirlos a tus sopas y guisos favoritos.

Parte 1
Parte 1 de 3:
Preparar el apio para congelarlo

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    Elige los tallos correctos. Cuando planeas congelar apio, es de gran ayuda empezar por escoger los mejores tallos. Selecciona aquellos que son crujientes y blandos debido a que tienen mayores probabilidades de congelarse bien.[1]
    • Evita los tallos que tienen cuerdas gruesas cuando pienses congelar apio.
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    Lava y recorta el apio. Después de haber seleccionado los tallos de apio que planeas congelar, límpialos con detenimiento. Lávalos con agua fría y frota la superficie con un cepillo de verduras para eliminar cualquier residuo. Enjuágalos de nuevo con agua fría y utiliza un cuchillo filudo para recortar la base de cada tallo y los hilos que podrían estar colgando de los extremos.[2]
    • Si notas que cualquier porción del tallo está descolorido, recórtala también.
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    Corta el apio de la longitud que desees. Una vez que los tallos de apio estén limpios, utiliza un cuchillo para cortarlos del largo que desees. Si no estás seguro de la receta que vas a usar en el futuro, cortarlos en pedazos de 2,5 cm (1 pulgada) es por lo general un buen tamaño para la mayoría de los platos.[3]
    • Puede ser difícil cortar los tallos de apio después de que hayan sido congelados, así que es mejor tomarse el tiempo de cortarlos en ese momento incluso si no estás completamente seguro del tamaño.

Parte 2
Parte 2 de 3:
Blanquear el apio

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    Hierve una olla grande de agua. Coloca una olla grande en la estufa y llénala con el agua suficiente como para cubrir todo el apio que vas a congelar. Sube la llama a alta y deja que el agua alcance el punto de ebullición.[4]
    • Cuando tengas que decidir la cantidad de agua que debes añadir a la olla, utilizar 3,8 litros (1 galón) por cada 454 gramos (una libra) de apio es una buena regla general.
    • Si no planeas mantener el apio en tu congelador durante más de dos meses, no es necesario que lo blanquees antes de congelarlo. Sin embargo, te ayudará a preservar el sabor de manera más efectiva, así que es probable que quieras hacerlo incluso si piensas usarlo en 8 semanas.
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    Cocina el apio durante varios minutos. Una vez que el agua esté hirviendo, coloca el apio cortado en la olla. Mueve bien la olla después de añadir el apio para asegurarte de que los tallos estén bien sumergidos. Deja que el apio se cocine en el agua hirviendo durante 3 minutos.[5]
    • Colocar el apio en una cesta para hervir antes de añadirlo al agua hace que sea mucho más fácil colocarlo y sacarlo de ella.
    • Establece un temporizador cuando pongas el apio en el agua para que no se cocine de más.
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    Retira el apio del agua hirviendo y colócalo en agua fría. Después de que el apio se haya cocinado durante 3 minutos, sácalo del agua hirviendo. Inmediatamente, transfiérelo a un recipiente grande con agua helada para detener el proceso de cocción. Deja que repose en el agua helada durante otros 3 minutos.[6]
    • Si no quieres crear un baño de agua helada para el apio, puedes colocarlo en un colador, ponerlo debajo del caño y dejar que la corriente de agua lo enfríe lo más rápido posible.

Parte 3
Parte 3 de 3:
Congelar el apio

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    Escurre y seca el apio. Después de enfriar el apio, vacía el recipiente de agua fría en un colador para escurrir el apio picado. Mueve el colador bien para eliminar el exceso de humedad y luego pasa una toalla limpia o un papel toalla para secar bien el apio.[7]
    • Asegúrate de secar el apio con detenimiento. Si hay exceso de humedad en las partes, esto puede evitar que el apio se congele.
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    Coloca el apio en un recipiente resistente a temperaturas bajas. Cuando el apio esté bien escurrido y seco, divídelo en porciones de 227 gramos (½ libra). Transfiérelo a un recipiente resistente a temperaturas bajas, como recipientes de plástico o bolsas de plástico resellables, para que esté listo para congelar.[8]
    • Si vas a utilizar un recipiente de plástico, asegúrate de dejar espacio adentro para que el apio se expanda.
    • Si vas a utilizar una bolsa de plástico resellable, asegúrate de sacar todo el aire antes de cerrarla.
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    Etiqueta el recipiente de apio y colócalo en el congelador. Una vez que tengas el apio en los recipientes, añade una etiqueta con el contenido y fecha para que sea más fácil encontrarlo y usarlo en el tiempo correcto. Coloca el apio en tu congelador para utilizarlo en el futuro.[9]
    • Utiliza tu apio congelado en un periodo de tiempo de 8 a 12 meses.

Consejos

  • Después de congelarse, el apio perderá la mayor parte de lo crocante. Es por eso que es mejor usarlo en platos cocinados en lugar de un reemplazo del apio crudo.

Cosas que necesitarás

  • cepillo para verduras
  • tabla de cortar y cuchillo
  • olla grande
  • agua
  • recipiente grande con agua helada
  • colador
  • recipientes resistentes a temperaturas bajas, como bolsas plásticas resellables

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Resumen del artículoX

Si quieres congelar apio, lava bien los tallos y recórtalos hasta el largo que desees. Si no estás seguro, corta el apio en pedazos de 2,5 cm (1 pulgada). Coloca los pedazos en una olla llena con agua hirviendo y deja que se cocinen por alrededor de 3 minutos, luego retíralos con una cuchara ranurada y colócalos de inmediato en un tazón lleno de agua helada. Drena el agua del apio y sécalo con un paño limpio o papel toalla, luego pásalo a un recipiente de cierre hermético o una bolsa plástica resellable, y colócalo en la congeladora hasta por 12 meses.