La lechuga es un alimento básico muy nutritivo que siempre debe tenerse a la mano, pero fácilmente puede ponerse mustio, insípido o podrido. Usa estos métodos para conservar fresca una cabeza de lechuga completa o una ensalada mezclada (sin aderezo) de 4 días hasta por 2 semanas.

Método 1
Método 1 de 2:
Mantén crujiente una cabeza de lechuga

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    Saca la lechuga de su empaque original. A menos que diga que está sellada para mantener su frescura y diseñada para evitar que la lechuga se eche a perder, necesitará que la tuestes antes de guardarla.
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    Llena el fregadero o un tazón grande con agua fría del grifo.
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    Separa las hojas del corazón. Mételas en el baño de agua fría durante 5 minutos. Si tu lechuga ya está mustia, esto debe de ponerla crujiente de nuevo.
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    Quita las hojas de una en una. Para quitarles el agua de la cresta, sacúdelas.
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    Extiende las hojas en un centrifugador de ensaladas. Puedes comprar un centrifugador de ensaladas en línea o en tiendas como Target o Walmart. Asegúrate de no acomodar las hojas de forma muy apretada; puede ser necesario que lo hagas en varias tandas.
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    Gira la manivela del centrifugador de ensaladas. Esto extraerá el agua extra de las hojas y la depositará en el tazón del fondo.[1]
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    Coloca las hojas sobre una toalla de cocina seca. Amontona las hojas en una o 2 filas. Tira el agua acumulada al fondo del tazón del centrifugador de ensaladas.
    • Repite este proceso hasta que toda tu lechuga esté seca.
    • Si no quieres usar una toalla de cocina, también puedes usar toallas de papel.
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    Enrolla la lechuga en la toalla o envuélvela. Mete las hojas de lechuga envueltas en una bolsa para congelar alimentos del tamaño de un galón. Ciérrala.
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    Mete la bolsa al cajón de la verdura de tu refrigerador. Ve sacando las hojas de lechuga conforme se vayan necesitando necesitando.
    • Guarda el resto de 1 a 2 semanas.

Método 2
Método 2 de 2:
Mantén la ensalada crujiente

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    Sigue las instrucciones explicadas en el primer método para limpiar y reanimar tu lechuga.
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    Divide las hojas en secciones más pequeñas y colócalas en un tazón grande. Para hacer una ensalada más saludable, ponle diferentes tipos de lechugas como verde, roja y repollo.
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    Coloca sobre tu ensalada una toalla de papel doblada. La toalla de papel absorberá el exceso de humedad, evitando que la ensalada se marchite.
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    Tapa el tazón con plástico adherente. Métela al refrigerador hasta que estés listo para usarla.
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    Saca el tazón del refrigerador. Sirve una parte de la ensalada en otro tazón. Mézclala por separado.
    • Asegúrate de no condimentarla mientras la tengas en el tazón en el que la guardas. La sal hace que la ensalada se marchite más rápidamente, porque le extrae la humedad a las hojas de la lechuga.
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    Cámbiale la toalla de papel después de unos cuantos días y guarda el resto de la ensalada hasta por 1 semana.[2]

Consejos

  • Estos métodos funcionan para casi todos los tipos de lechugas, sin embargo es mejor guardar la lechuga tipo mantequilla o la tipo iceberg que estén bien apretadas con sus corazones intactos. Algunas tiendas venden las lechugas tipo mantequilla con sus raíces, para conservar su frescura durante varias semanas.
  • Si quieres conservar tu lechuga pre-lavada en su empaque original, fórralo por dentro con toallas de papel. Si es un empaque grande, coloca varias toallas de papel en el centro o en los lados. Cierra el empaque de la forma más hermética que puedas. [3]

Cosas que necesitarás

  • Agua fría
  • Centrifugador de ensaladas
  • Toallas de papel
  • Toallas de cocina
  • Plástico adherente
  • Bolsa para congelar alimentos con capacidad de 1 galón

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