Arrancarse las costras es un hábito difícil de abandonar que puede llevar a sufrir enfermedades o secuelas dañinas y antiestéticas, como infecciones, cicatrices y manchas. Si te arrancas las costras de forma compulsiva, es posible que tu comportamiento también sea signo de una conducta repetitiva centrada en el cuerpo que consiste en pellizcarse la piel (dermatilomanía). Aunque es complicado, con paciencia, esfuerzo y, si es necesario, ayuda externa, podrás abandonar este hábito.

Método 1
Método 1 de 3:
Tratar las costras

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    Desinfecta la herida. Las heridas abiertas y dolorosas pueden sufrir infecciones. Lávate siempre la herida con agua y jabón, justo después de hacértela. Después, límpiatela con una toallita antiséptica o un poco de Neosporin y véndatela para protegerla mientras cicatriza. Estas precauciones básicas te ayudarán a mantener la herida limpia y a evitar infecciones.[1]
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    Mantén la costra protegida. Las costras se forman sobre las heridas para evitar la entrada de gérmenes mientras el organismo regenera las células y los tejidos de la piel. Es importante facilitar el proceso de cicatrización protegiendo esta barrera.[2]
    • Si no puedes vendarte la herida, intenta aplicarte loción o crema hidratante mientras cicatriza. Las costras muchas veces hacen que notes la piel tirante y que tengas picores durante la cicatrización, molestias que podrás aliviar utilizando una loción hidratante. Normalmente, las costras que se mantienen bien hidratadas dejan menos cicatriz. Además, el leve masaje que das al aplicarte la loción hidratante te ayudará a activar la circulación y a favorecer la cicatrización de la herida.
    • Agarra una lima de uñas y alisa la costra hasta dejarla al nivel de la piel que la rodea. De esta forma, cuando te toques la zona, no te resultará tan tentadora la idea de arrancarte la costra (además, te resultará más difícil hacerlo).
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    Sé proactivo. Asegúrate de disminuir el número de costras utilizando productos saludables para limpiar la piel de forma adecuada. Asegúrate de que los productos para la piel que uses no te causen brotes de granos que te sientas tentado de pellizcar.

Método 2
Método 2 de 3:
Abandonar el hábito

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    Autoanalízate. Es posible que existan razones por las que te arranques las costras, que pueden ir desde un motivo puramente físico (picor) hasta otros psicológicos o emocionales (tal vez sea una forma de liberar tensión). Comprender la raíz del problema puede ayudarte a abandonar el hábito.
    • No todas las personas que se arrancan las costras tienen un problema de conducta. Algunas presentan un comportamiento normal. Otras veces, es señal de un problema de la piel, uso de drogas o síndrome de abstinencia, u otras enfermedades. Solo se convierte en un trastorno de la conducta cuando la acción es tan frecuente que repercute sobre otros aspectos de la vida cotidiana.[3]
    • La gente se puede pellizcar la piel por varios motivos. En algunos casos, se trata de aburrimiento mientras que en otros puede ser una forma de aliviar los sentimientos negativos, la depresión o el estrés. Unas veces se trata de un impulso inconsciente mientras que en otros casos la persona que se pellica experimenta sentimiento de culpa.[4]
    • Escribir un diario puede ayudarte a ser consciente de cuándo, dónde y con qué frecuencia te pellizcas la piel, especialmente en las ocasiones en que lo hagas de forma inconsciente. Siempre que te des cuenta de que lo estás haciendo, apúntalo en una libreta.
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    Desarrolla estrategias eficaces para lidiar con el problema. Una vez que tengas una idea de cuándo y por qué te arrancas las costras, prueba a hacer cosas que te distraigan o que te recuerden que no debes pellizcarte. Es posible que necesites una o varias formas de controlar tu comportamiento. Sé estratégico y utiliza métodos que encajen con tu situación.
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    Prueba a ponerte retos a ti mismo. Si eres una persona competitiva y ambiciosa, tómate el hecho de abandonar el hábito como una especie de concurso. Determina un número de días u horas que debas pasar sin pellizcarte o arrancarte costras y ve aumentando los periodos progresivamente. Después, prémiate por los progresos significativos.
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    Haz que te resulte más difícil pellizcarte. Una forma de parar consiste en dificultar físicamente el hábito. Córtate las uñas, ponte guantes o cúbrete las costras. Con las uñas cortas te resultará más difícil arrancarte las costras. Si mantienes las costras vendadas, evitarás verlas y sentir la necesidad de arrancártelas.
    • Prueba a utilizar unos guantes suaves de algodón. No solo actuarán como barrera, sino que te ayudarán a ser aún más consciente de tu comportamiento y te ayudarán a mejorarlo.[5]
    • Si tienes a pellizcarte los brazos o las piernas, ponte camisetas de manga larga y pantalones largos siempre que sea posible. Si tienes las costras en los tobillos, ponte calcetines altos. De esta forma, aunque caigas en la tentación, pellizcarás la tela en vez de la piel.
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    Ponte uñas acrílicas. Este es otro método para hacer que pellizcarte te resulte más difícil, y además una forma de estar a la moda. Pellizcarte te resultará más difícil porque tendrás que raspar con las uñas más gruesas, por lo que te costará más trabajo atrapar la piel. Las uñas finas son afiladas y pueden arrancar la costra muy fácilmente.
    • Si te decantas por este método, pídele al manicurista que haga las uñas lo más cortas y gruesas que le sea posible. De esta forma, te asegurarás de reducir las posibilidades de dañarte la piel.
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    Sustituye este hábito por otro menos destructivo. Cuando sientas la necesidad de arrancarte una costra, busca distracción o canaliza tu energía empleándola en otra cosa. Prueba a leer libros, salir a dar un paseo o ver la televisión cuando sientas la necesidad de pellizcarte.
    • Encontrar un hábito que mantenga tus manos ocupadas es lo mejor y es un método que se suele utilizar para dejar de fumar. Puedes probar a dibujar, arreglar el jardín, tejer, hacer un rompecabezas, tocar el piano o hacer croché. También puedes, simplemente, sujetar una moneda o un clip. Si nada de esto funciona, siéntate sobre tus propias manos.[6]
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    Practica la afirmación positiva. No te olvides de respetarte a ti mismo cuando te des cuenta de que te estás pellizcando. Presiona la zona afectada o acaricia la costra con la mano para recordar que te quieres a ti mismo y que debes proteger tu piel. Prueba esta técnica antes de irte a dormir y cuando te levantes por la mañana.
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    ¡No te rindas! Te llevará bastante tiempo abandonar el hábito al principio. Pero si lo logras una sola vez, podrás volver a hacerlo y, finalmente, te pellizcarás con mucha menos frecuencia. Siéntete orgulloso de tu progreso. Con cuidado y tiempo, podrás abandonar este hábito de forma progresiva.

Método 3
Método 3 de 3:
Obtener ayuda médica

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    Reconoce el problema. Si se escapa de tu control, el impulso de arrancarte las costras puede ser un síntoma de un problema de comportamiento más grave llamado "dermatilomanía". Las personas que sufren dermatilomanía se tocan, arañan, pellizcan y frotan la piel de forma compulsiva, lo cual les puede causar cicatrices o secuelas peores.[7] Hazte las siguientes preguntas:
    • ¿Dedicas mucho tiempo a arrancarte las costras?
    • ¿Tienes cicatrices visibles por hacerlo?
    • ¿Te sientes culpable cuando piensas en este hábito?
    • ¿Este te causa una discapacidad considerable a nivel social o profesional?
    • Si respondes afirmativamente a más de una de estas preguntas, podrías sufrir de este trastorno.
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    Busca ayuda profesional. Arrancarse las costras puede ser un síntoma de dermatilomanía u otro problema médico, como la psoriasis o el eczema. Es importante consultar con un médico profesional para averiguar cuál es la causa y si el problema es independiente o un síntoma de otro trastorno subyacente.
    • Hay varias alternativas distintas para tratar el hábito crónico de arrancarse las costras. Algunas requieren el uso de medicamentos para aliviar los problemas físicos desencadenantes, mientras que otras implican el uso de terapia conductual. Una vez que el médico descubra cuál es la raíz del problema, podrá indicarte cuál es el mejor tratamiento para ti.
    • La dermatilomanía es una variante del trastorno obsesivo compulsivo, debido a la necesidad compulsiva de realizar comportamientos repetitivos.
    • La dermatilomanía podría estar relacionada con la depresión, el trastorno bipolar, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, y un trastorno alimenticio. Hay otras afecciones similares a la dermatilomanía, como el trastorno dismórfico corporal, la tricotilomanía (arrancarse el cabello) y morderse las uñas.
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    Sigue un tratamiento médico completo. Tu hábito de arrancarte costras puede deberse a un problema físico y no a que sufras dermatilomanía. Puede tratarse de un trastorno dermatológico, como el eczema, por ejemplo, una inflamación de la piel que a veces produce picor. En este caso, es probable que el médico te recete algún medicamento como los corticoesteroides o alguna crema de uso tópico.
    • Recuerda que la medicina tratará la causa subyacente de tu hábito de arrancarte costras. Sin embargo, no eliminará el hábito en sí mismo. Aun después de que los desencadenantes físicos desaparezcan, es posible que sigas sintiendo la necesidad psicológica de hacerlo y que requieras otro tipo de ayuda.
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    Busca tratamiento psicológico. Si tu hábito de pellizcarte no está causado por una enfermedad física y se trata dermatilomanía, tal vez tengas que consultar con un profesional la posibilidad de recibir terapia psicológica. Una opción frecuente para tratar este problema es la terapia cognitivo-conductual (TCC).
    • La TCC se suele utilizar para ayudar a las personas a sustituir sus malos hábitos por otros no dañinos. Hay distintas formas de TCC para tratar el impulso de arrancarse costras.
    • El tratamiento podría abarcar a la terapia dermatológica, los antidepresivos, los ansiolíticos o los antipsicóticos.
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    Considera la posibilidad de utilizar la técnica de inversión de hábito. La inversión de hábito es un ejemplo de TCC que parte de la idea de que el pellizcado compulsivo de las costras es un comportamiento patológico. Este método te ayuda a reconocer las situaciones en las que eres más propenso a pellizcarte y a disuadirte de hacerlo sustituyendo esta acción por otras respuestas alternativas, como cerrar los puños si sientes el impulso de pellizcarte.[8]
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    Considera la opción de recurrir al control de estímulos también. El control de estímulos es otro método que disminuye los desencadenantes sensoriales del entorno que te incitan a pellizcarte (es decir, te ayuda a controlarte en situaciones de "alto riesgo"). Este método de enseñará a evitar determinadas circunstancias que pueden incitarte a pellizcarte tomando medidas como, por ejemplo, cambiar tus costumbres en el cuarto de baño si mirarte en el espejo es el principal desencadenante en tu caso.

Advertencias

  • Arrancarse las costras constantemente aumenta la probabilidad de sufrir infecciones y cicatrices notables.
  • Por favor, pide ayuda si sufres una infección seria o no eres capaz de controlar el impulso de pellizcarte.
  • Al igual que en otras situaciones relacionadas con la salud, consulta con un médico antes de actuar.

Acerca de este wikiHow

Chris M. Matsko, MD
Coescrito por:
Médico de medicina familiar
Este artículo fue coescrito por Chris M. Matsko, MD. El Dr. Chris M. Matsko es un médico retirado con sede en Pittsburgh, Pennsylvania. Con más de 25 años de experiencia en investigación médica, el Dr. Matsko recibió el Premio a la Excelencia de la Universidad de Pittsburgh Cornell. Tiene una licenciatura en Ciencias de la Nutrición de la Universidad de Cornell y un doctorado en medicina de la Facultad de Medicina de la Universidad de Temple en 2007. El Dr. Matsko recibió una certificación de Escritura de Investigación en la Asociación Americana de Escritores Médicos (AMWA, por sus siglas en inglés) en 2016 y una Certificación de Escritura y Edición Médica en la Universidad de Chicago en 2017. Este artículo ha sido visto 58 418 veces.
Categorías: Eczemas