Todo el mundo adora las galletas blandas y esponjosas. Prepararlas no necesariamente tiene que ser difícil. La diferencia principal entre una galleta blanda y una crocante es que la primera es más húmeda. Para preparar galletas suaves y blandas, reemplaza algunos ingredientes y utiliza algunas técnicas de cocción y almacenamiento.

Método 1
Método 1 de 3:
Agregar o reemplazar ingredientes de la receta

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    Agrega melaza o miel a tus galletas. Agregar una cucharada de melaza a la masa de las galletas aumentará la humedad de las mismas y le dará una textura suave y blanda. Si no te agrada el sabor fuerte de la melaza, prueba con una cucharada de miel.[1]
    • No añadas muchas cucharadas de endulzante líquido como los mencionados, ya que las galletas podrían quedar líquidas y demasiado dulces. Una cucharada es suficiente para que queden suaves sin afectar la integridad de la masa.
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    Reemplaza el azúcar blanca por la morena. El azúcar morena es más húmeda que el azúcar blanca, por lo que le dará una textura más blanda. Reemplaza el azúcar blanca con azúcar morena en una proporción de 1:1. Esto le agregará a tus galletas un sabor caramelizado más profundo.[2]
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    Reemplaza la mantequilla con manteca vegetal. La mantequilla contiene grasas, sólidos de leche y agua, mientras que la manteca vegetal es 100 % grasa pura. Al utilizar mantequilla para preparar las galletas, se creará vapor durante el proceso de horneado (debido al agua), lo cual las secará un poco. La manteca vegetal logrará un resultado más blando y tierno. Si quieres reemplazar la mantequilla con manteca vegetal, hazlo en una proporción de 1:1.[3]
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    Reemplaza una clara de huevo con una yema. Esto quiere decir que por cada huevo que indique la receta, tienes que usar dos yemas. Las yemas tienen más grasa que las claras, lo cual aumenta el contenido de grasa de las galletas, proporcionando una mayor humedad.[4]
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    Escoge recetas que incluyan polvo para hornear en lugar de bicarbonato de sodio. El polvo para hornear es más ácido que el bicarbonato, lo cual hará que las galletas se expandan menos. De esta forma, evitarás la pérdida excesiva de humedad a medida que la galleta se vuelva más delgada.[5]

Método 2
Método 2 de 3:
Aplicar técnicas de horneado para aumentar la esponjosidad

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    Baja la temperatura del horno. Muchas recetas de galletas indican que el horno debe estar a 176 °C (350 °F) o más. Estas temperaturas altas hacen que las galletas pierdan humedad y esponjosidad en el proceso de horneado. Busca recetas que indiquen una temperatura de 162 °C (325 °F) para conservar la humedad.[6]
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    Hornea las galletas por menos tiempo. Si has preparado una receta que te ha gustado y las galletas han quedado crocantes, prueba hornearlas por menos tiempo. Si retiras las galletas cuando los bordes exteriores están de color marrón dorado y el centro está listo pero aún no está marrón, las galletas quedarán más acarameladas y cremosas.[7]
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    Coloca la masa en el refrigerador antes de hornearla. Al colocar la masa en el refrigerador por al menos una hora, se evaporará cierto porcentaje de agua de las galletas y la masa tendrá un mayor contenido de azúcar. Este mayor contenido de azúcar mantendrá las galletas húmedas y esponjosas.[8]
    • Cuanto más dejes reposar la masa, más esponjosas serán las galletas. En ocasiones, los profesionales pasteleros dejan reposar la masa por días para lograr una textura más esponjosa. De todas formas, no la dejes más de una semana en el refrigerador.

Método 3
Método 3 de 3:
Almacenar las galletas para obtener una textura más blanda

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    Permite que las galletas se enfríen por completo, pero no las dejes afuera. Antes de guardar las galletas, deja que se enfríen por completo en la bandeja para hornear. Cuando alcancen la temperatura ambiente, guárdalas inmediatamente. Si las dejas afuera, podrían secarse.[9]
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    Guarda las galletas en un recipiente hermético. Para mantener la esponjosidad y humedad de las galletas, guárdalas en un recipiente hermético como, por ejemplo, un tarro para galletas con tapa o una fiambrera. Si no tienes ninguno de los dos, puedes utilizar una bolsa de cierre hermético.
    • Asegúrate de que las galletas no estén demasiado calientes cuando las guardes. Si las guardas en un recipiente hermético cuando aún están calientes, se quebrarán.[10]
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    Agrega una rebanada de pan fresco en el recipiente hermético. Para mantener la esponjosidad y humedad por más tiempo, agrega una rebanada de pan de sándwich fresco en el recipiente junto con las galletas. Esto proporcionará humedad al recipiente y las galletas la absorberán. Podrás comprobar que este método funciona, ya que al día siguiente, la rebanada de pan estará seca como una tostada y las galletas estarán suaves y blandas.[11]

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Categorías: Galletas