Los expertos afirman que, cuando una persona experimenta dolor, hinchazón o sensibilidad en las piernas o los pies, podría padecer una fractura por estrés sin diagnosticar.[1] Correr, caminar y saltar pueden causar mucho dolor, y ser una experiencia desagradable si eres deportista o solo caminas durante la semana. Cualquier persona puede desarrollar fracturas por estrés, desde quienes son sedentarios hasta los deportistas olímpicos. Algunos estudios demuestran que ser consciente de los factores de riesgo, comprender los síntomas y recibir un diagnóstico profesional permiten identificar y confirmar la fuente de la lesión.[2]

Método 1
Método 1 de 3:
Identificar los síntomas comunes

  1. 1
    Presta atención al dolor intenso o que empeora. El dolor en el área afectada es el síntoma más común de la fractura por estrés, en especial si se intensifica con la actividad.[3] Si bien apenas es perceptible al principio, puede empeorar con el tiempo.[4]
    • El dolor puede ser agudo, pulsante e insoportable.
  2. 2
    Presta atención a la inflamación, la hinchazón y los moretones. Si estos síntomas están presentes en el lugar del dolor, indican la posibilidad de una fractura por estrés. Estas son algunas áreas donde podrías notar inflamación, hinchazón y moretones:[5]
    • parte superior del pie
    • a lo largo de la espinilla (la parte delantera de la pantorrilla)
    • alrededor del tobillo o talón
  3. 3
    Nota la presencia de una sensibilidad localizada. La sensibilidad localizada generalmente se origina en un lugar específico y disminuye en reposo. La sensibilidad o la sensación de un objeto suave palpitante puede deberse a la inflamación en el área afectada. Tócala para ver si se siente sensible.[6]
  4. 4
    Nota cualquier espasmo muscular. Cuando las fibras musculares en el área lesionada se estiran o desgarran debido a la fractura por estrés, se contraen. Esta contracción puede causar espasmos musculares y más dolor en el área afectada.[7] Es posible que notes que el área se siente tirante, acalambrada o adolorida.

Método 2
Método 2 de 3:
Evaluar tus factores de riesgo

  1. 1
    Controla cualquier ejercicio con peso o con movimientos repetitivos. Las fracturas por estrés son causadas por poner mucho peso o presión en los huesos que soportan el peso del cuerpo, como las piernas y los pies. Este peso puede causar un desequilibrio en el crecimiento de nuevas células óseas, y el sobreuso constante de los huesos que soportan el peso puede causar desgaste óseo, rompiendo el hueso y causando el desarrollo de la fractura por estrés.
    • Los ejercicios de bajo impacto (como el yoga) también pueden causar fracturas por estrés si requieren muchos movimientos repetitivos. Por lo general, se presentan más frecuentemente en los pies.
    • Las fracturas por estrés suelen desarrollarse en la tibia (hueso de la espinilla), el peroné (huesos inferiores de la pierna), los metatarsos (huesos de los pies) y el navicular (huesos en la parte media del pie). Se presentan con menos frecuencia en los huesos de la cadera, la pelvis y el sacro.[8]
  2. 2
    Ten en cuenta cualquier incremento reciente en la actividad. Las personas que incrementan su nivel de actividad física después de ser sedentarias por mucho tiempo tienen un mayor riesgo de desarrollar fracturas por estrés.[9] Esto puede presentarse como un impacto y ser la primer señal del exceso de entrenamiento.
    • Si has incrementado la distancia que corres de forma drástica o has comenzado un régimen nuevo recientemente, es posible que sufras una fractura por estrés.
  3. 3
    Comprende que los deportistas tienen un mayor riesgo de sufrir fracturas por estrés. Muchos deportes, como pista y campo, baloncesto, tenis y gimnasia causan un estrés repetitivo en los huesos.[10] Este estrés se debe al pie golpeando el suelo, lo que causa un trauma que puede dar lugar a fracturas por estrés.
    • Los deportistas que entrenan en exceso en distintas superficies y aquellos que usan equipos deficientes (como calzado deportivo desgastado) tienen un mayor riesgo de desarrollar fracturas por estrés.
  4. 4
    Identifica cualquier afección médica preexistente que pueda incrementar el riesgo. Las personas con afecciones médicas preexistentes (en especial, osteoporosis) son propensas a desarrollar fracturas por estrés porque tienen huesos débiles o frágiles.[11]
    • La osteoporosis debilita el hueso y se puede desarrollar una fractura por estrés.
  5. 5
    Lleva un registro del uso de corticosteroides. Los corticosteroides proporcionan alivio para afecciones como artritis, erupciones cutáneas y asma. Sin embargo, pueden incrementar el riesgo de desarrollar una fractura, en especial si los usas por mucho tiempo. Cuando el médico te revise la lesión, asegúrate de informarle si usas corticosteroides.[12]
  6. 6
    Ten en cuenta que las mujeres son más propensas a las fracturas por estrés. Las mujeres, en especial quienes realizan ejercicio y dieta en niveles extremos, quienes tienen períodos irregulares y tienen osteoporosis tienen un mayor riesgo de desarrollar fracturas por estrés. Esto se conoce como triada de la mujer atleta, y causa huesos frágiles que pueden romperse fácilmente.[13]
  7. 7
    Piensa en tu historial de problemas en los pies. Las personas con problemas en los pies (como pie plano y arco rígido) son propensas a desarrollar fracturas por estrés. Esto se debe al desequilibrio que estas anormalidades causan durante las actividades que implican cargar peso. Si tienes un historial de problemas en los pies, es más probable que experimentes una fractura por estrés.[14]
  8. 8
    Considera los factores de tu estilo de vida que afectan tu riesgo de desarrollar una fractura por estrés. Las personas que beben más de 10 bebidas alcohólicas por semana o fuman tienen un mayor riesgo de desarrollar fracturas por estrés.[15] Esto se debe a que las sustancias en el alcohol y los cigarrillos suelen reducir la densidad ósea.
    • Además, las personas con trastornos alimenticios tienen menos calcio y vitamina D, que son nutrientes necesarios para el fortalecimiento de los huesos.[16]

Método 3
Método 3 de 3:
Recibir un diagnóstico profesional

  1. 1
    Visita a tu médico. Consulta con tu médico o especialista (podólogo o cirujano ortopédico) si experimentas dolor al realizar ejercicios que impliquen soportar peso, como caminar, correr o trotar. Recuerda que, en el caso de una fractura por estrés, el dolor generalmente desaparece en reposo, pero, cuando el dolor, la molestia y la hinchazón no desaparecen, es mejor acercarse al departamento de emergencias del hospital o centro médico más cercano.
    • Si se deja sin tratar por mucho tiempo, una fractura por estrés puede causar bastante daño.
  2. 2
    Habla de tu historial médico. El médico te entrevistará y te hará algunas preguntas para reunir información. Esta información le ayudará a realizar un diagnóstico preciso de la fractura por estrés.[17] Además, también evaluará los factores de riesgo para desarrollar una fractura de estrés con estos datos.
  3. 3
    Sométete a un examen físico. Durante un examen físico, el médico revisará, palpará y golpeará levemente el área afectada. Esto podría ser suficiente para realizar un diagnóstico, dado que los síntomas como la sensibilidad, el dolor y la hinchazón se pueden detectar de esta manera.[18]
  4. 4
    Hazte una radiografía. Una radiografía quizás no muestre la evidencia de una fractura por estrés, pero se puede usar para detectar señales de este problema varias semanas después del inicio de los síntomas. Esto puede mostrar cuando el hueso comienza a remodelar y sanar en el lugar de la fractura. En este caso, una radiografía puede ayudar al médico a confirmar el diagnóstico.[19]
    • Dado que las fracturas por estrés podrían parecer solo una fisura en el hueso, su magnitud y gravedad no siempre son visibles en una radiografía rutinaria.
    • Si la radiografía no es exitosa, quizás se necesiten más análisis por imágenes.
  5. 5
    Pregunta por una tomografía axial computarizada. Este estudio toma imágenes computarizadas y las convierte para proporcionar una imagen más clara del área afectada y sus articulaciones, ligamentos y huesos circundantes. Esto puede ayudar a detectar una fractura por estrés, en el caso de que una radiografía no permita identificar el problema.[20]
  6. 6
    Sométete a una gammagrafía ósea. Este estudio utiliza un trazador radiactivo inyectado a través de una vía intravenosa para ver las áreas donde las células óseas han incrementado la actividad y el suministro de sangre. Estas áreas indican que ha habido una reparación ósea con un punto blanco brillante en la imagen de escaneo. Sin embargo, una fractura por estrés puede parecer igual a otro tipo de lesión ósea en un escáner óseo, por lo que no es la prueba por imágenes más precisa para identificar este problema.[21]
  7. 7
    Pregunta por las imágenes por resonancia magnética. Este estudio utiliza ondas de campos magnéticos y radio para formar una imagen más clara y detallada de la estructura escaneada del cuerpo. Puedes someterte a una IRM dentro de la primera semana de la lesión para identificar una fractura por estrés. Esto proporcionará los resultados más precisos y permite distinguir entre una fractura por estrés y una lesión del tejido blando.[22]
  8. 8
    Habla con tu médico acerca de las opciones de tratamiento. En la mayoría de los casos, todo lo que tendrás que hacer es descansar y evitar cualquier actividad extenuante hasta que la lesión se cure. Si la lesión no se cura en seis a ocho semanas, tu médico podría recomendarte una cirugía para introducir tornillos en el pie. Es posible que tengas que usar un calzado especial por algunas semanas después de la cirugía.[23]
    • Una buena idea es dejar de realizar la actividad que haya causado la fractura por estrés por seis a ocho semanas después de lesionarte.
    • Pregúntale a tu médico si los suplementos de vitamina D o calcio pueden promover la curación.

Acerca de este wikiHow

Kevin Stone, MD
Coescrito por:
Cirujano ortopédico certificado
Este artículo fue coescrito por Kevin Stone, MD. El doctor Kevin Stone es cirujano ortopédico y fundador de The Stone Clinic, una clínica líder en cirugía ortopédica, medicina deportiva y rehabilitación ubicada en el Área de la Bahía de San Francisco. Con más de 30 años de experiencia, se especializa en reparación de rodillas, hombros y tobillos mediante la reconstrucción biológica y el reemplazo de articulaciones. Tiene un bachiller en Biología en la Universidad de Harvard y un doctorado en medicina (MD) en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. Ha completado su residencia en Medicina Interna y Cirugía Ortopédica en la Universidad de Harvard y en Cirugía General en la Universidad de Stanford. Luego completó un internado en Investigación y Cirugía Ortopédica en el Hospital de Cirugía Especial y Ortopedia Tahoe. Brinda conferencias en todo el mundo como experto en crecimiento, reemplazo y reparación de cartílagos y meniscos, y además cuenta con más de 40 patentes estadounidenses sobre invenciones novedosas para mejorar la atención médica. El doctor Stone trabaja como médico en el Smuin Ballet y se ha desempeñado como médico para el equipo de esquí de los EE. UU., en el Pro Ski Tour de EE.UU., en el Centro de Entrenamiento Olímpico de los Estados Unidos y en el Wolrd Pro Ski Tour.