La ictericia o hiperbilirrubinemia es una condición médica común que se presenta en los recién nacidos durante las primeros 2 o 4 días de vida. Esta condición es causada por altos niveles de bilirrubina, el residuo de la degradación de las células sanguíneas, que se encuentra en la sangre y en la bilis. Los hígados que han alcanzado la madurez pueden filtrar y eliminar la bilirrubina, pero los hígados inmaduros de los recién nacidos puede causar que se desarrolle ictericia. Si bien no existe una manera para prevenir completamente la ictericia, conocer los factores de riesgo puede ayudarte a determinar lo que puedes hacer para prevenir y prepararte para la ictericia neonatal.

Parte 1
Parte 1 de 3:
Medir y reducir los factores de riesgo

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    Realízate exámenes de sangre durante el embarazo. Ciertas incompatibilidades de la sangre pueden causar que más células sanguíneas se degraden, produciendo así más bilirrubina.[1]
    • Las madres con sangre Rh negativo o tipo de sangre O+ deben considerar realizar pruebas de sangre adicionales para sus bebés, ya que la incompatibilidad Rh y la incompatibilidad ABO se encuentran entre los factores de riesgo más elevados.
    • Las deficiencias de las enzimas genéticas, tal como la deficiencia de glucosa-6-fosfato deshidrogenasa, también pueden producir un riesgo elevado de ictericia, ya que puede destruir determinadas células sanguíneas, creando así más bilirrubina en el torrente sanguíneo.
    • Además de los exámenes de sangre prenatales, en la actualidad, los doctores realizan pruebas para la ictericia antes de que el bebé abandone el hospital.
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    Reduce el riesgo de un parto prematuro. Los bebés que nacen antes de las 38 semanas corren un riesgo más elevado de desarrollar ictericia.[2] El hígado de un bebé prematuro está menos desarrollado que el de un bebé nacido a término, lo cual ocasiona que a este le resulte más difícil eliminar la bilirrubina.[3]
    • Algunos factores de riesgo para un parto prematuro, tales como la edad o un parto múltiple, no se pueden cambiar. Sin embargo, muchos riesgos medioambientales sí pueden evitarse.
    • Mantén tu cuidado prenatal actualizado. El cuidado prenatal oportuno y consistente asegurará que tú y tu bebé permanezcan lo más saludables que sea posible durante el embarazo y, además, ayudará a detectar cualquier problema que podría causar un parto prematuro.
    • Evita los contaminantes químicos. El tabaco, el alcohol, las drogas ilícitas y algunos medicamentos pueden incrementar las probabilidades te tener un parto prematuro. Si necesitas ayuda para dejar de consumir alguno de ellos, habla con tu doctor. Asimismo, los contaminantes ambientales también pueden ser un factor de riesgo.[4]
    • Permanece lo más calmada que te sea posible. El estrés es un factor decisivo para los partos prematuros. La falta de apoyo social, el trabajo física o emocionalmente exigente y la violencia doméstica, ya sea física o psicológica, pueden contribuir al estrés y causar un parto prematuro.[5]
    • Monitorea o reduce el riesgo de contraer determinadas infecciones. Las infecciones, tales como el herpes, la sífilis, el citomegalovirus (CMV) y la toxoplasmosis pueden causar partos prematuros e ictericia.
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    Ten en cuenta que los bebés amamantados tienen una mayor probabilidad de desarrollar ictericia. Sin embargo y, por lo general, esta se trata fácilmente y se elimina con rapidez.
    • La leche materna no fluye naturalmente hasta algunos días después del nacimiento del bebé. Durante los primeros días de vida, los bebés amamantados consumen una sustancia previa a la leche denominada calostro, cuya cantidad es escasa pero cuyos nutrientes son muchos.
    • Debido a que estos bebés no ingieren tanta leche como los bebés alimentados con fórmula durante los primeros días de vida, su sistema digestivo no se vacía tan rápido, lo que ocasiona que la bilirrubina se acumule en su sistema. Por lo general, esto no es un motivo de preocupación y los expertos aún recomiendan que se les dé de lactar.
    • Ya que, por lo general, los bebés amamantados desarrollan casos leves de ictericia, no es inusual que los doctores recomienden alimentarlos con fórmula durante los primeros días de vida si el bebé corre un riesgo elevado de contraer ictericia, hasta que el suministro de leche materna se haya regularizado.
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Parte 2
Parte 2 de 3:
Tratar la ictericia en recién nacidos

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    Empieza a amamantar a tu bebé de inmediato. Hacerlo inmediatamente después del nacimiento puede ayudar a reducir el riesgo de contraer ictericia y de tratarla si el bebé ya la tiene.
    • Las madres que empiezan a amamantar a sus bebés durante las primeras horas posteriores al nacimiento tienes más probabilidades de tener éxito en comparación a aquellas que esperan. Un aumento de peso en una etapa temprana puede contribuir al desarrollo del bebé, facilitando así el trabajo del hígado.
    • Asimismo, el calostro producido por la madre ayuda al sistema digestivo del bebé a eliminar los desechos, lo cual ayuda a expulsar el exceso de bilirrubina de los intestinos. En otras palabras, mientras más pronto tu bebé empiece a defecar, más pronto se despejará la ictericia.[6]
    • Si decides amamantar a tu bebé, trabaja en conjunto con un especialista en lactancia para mejorar tu técnica de amamantamiento. Estos profesionales pueden ayudar a las madres primerizas a aprender cómo dar de lactar correctamente, de modo que los recién nacidos puedan recibir suficiente leche.
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    Alimenta a tu bebé con frecuencia. Un suministro constante de leche hará que tu bebé aumente de peso e incentivará su desarrollo, incluido el desarrollo del hígado. Esto se aplica tanto para los bebés amamantados como para los que se alimentan con fórmula. Idealmente, los recién nacidos deben alimentarse, por lo menos, entre 8 y 12 veces por día durante los primeros días de vida, en especial, si corren riesgo de desarrollar ictericia.[7]
    • Si das de lactar, hacerlo de manera frecuente durante los primeros días de vida del bebé (por lo menos, entre 8 y 12 veces al día) hará que tu leche fluya más pronto y que se forme un suministro constante.
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    Expón a tu bebé a la luz.[8] La luz ultravioleta reacciona con la bilirrubina, dándole una forma que no necesita atravesar el hígado para ser expulsada, lo cual elimina así el exceso de bilirrubina del cuerpo y reduce el riesgo de ictericia.
    • Expón al bebé desnudo o con pañales a la luz solar por no más de 5 minutos por vez, una o dos veces al día. No excedas esta cantidad, ya que la exposición prolongada al sol puede causar que tu bebé se queme con facilidad y que surjan más complicaciones. Asegúrate de que el bebé no tenga frío al ser expuesto al sol. Para esto, debes aumentar la temperatura de la habitación o recostar al bebé sobre tu pecho mientras toma sol.
    • De manera alternativa, intenta colocar la cama del bebé cerca de una ventana con cortinas por la que entre el sol. Las cortinas y las ventanas filtran muchos de los rayos UV que pueden causar problemas y le permiten a tu bebé tomar sol sin quemarse.
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Parte 3
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Entender la ictericia

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    Entiende cómo se desarrolla la ictericia. Por lo general, la ictericia se desarrolla al segundo o tercer día de vida del bebé y, a menudo, sigue un patrón predecible.
    • En cuerpos saludables, la bilirrubina es un subproducto normal que se produce en el torrente sanguíneo cuando los glóbulos rojos se desintegran. La bilirrubina se transporta al hígado, donde se expulsa por el ducto biliar y, finalmente, en las heces. En el caso de los recién nacidos con ictericia, el hígado aún no funciona de manera eficiente, de modo que la bilirrubina se acumula en el hígado y en la sangre, en lugar de transportarse al ducto biliar.[9]
    • En los hospitales, se les realiza pruebas de rutina a los recién nacidos para detectar ictericia. Esta condición es muy común, ya que el 60 % de bebés a término desarrolla ictericia. Asimismo, esta condición es aún más común en bebés prematuros.[10] En un caso típico, a un recién nacido se le realizarán pruebas para medir sus niveles de bilirrubina al pincharle el talón y tomarle una pequeña muestra de sangre.
    • Un bebé con un nivel de bilirrubina por debajo de los 5 miligramos por decilitro (mg/dL) se considera normal, mientras que cualquier nivel que supere los 5 mg/dL se considera elevado.
    • La mayoría de los bebés con un nivel bajo o moderado de ictericia no requerirán tratamiento alguno y la ictericia desaparecerá luego de una o dos semanas.
    • En algunas ocasiones, si el nivel es demasiado elevado, si se eleva con demasiada rapidez o si no se reduce luego de 2 semanas, los doctores podrían recomendar terapia de luz (una terapia ultravioleta que es inofensiva y que la mayoría de bebés disfruta).
    • En casos muy raros, tu bebé podría necesitar una transfusión de sangre para reducir la ictericia severa.
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    Conoce los síntomas de la ictericia. A la mayoría de los bebés nacidos en un hospital, se les realizará una o dos pruebas para medir los niveles de bilirrubina. Sin embargo, la presencia de ciertos síntomas pueden ser señales de ictericia:
    • Coloración amarilla de la piel y del globo ocular: esta es la característica más común de la ictericia.
    • Somnolencia y dificultad para alimentarse: en algunas ocasiones, los niveles de bilirrubina pueden causar que un bebé esté somnoliento, lo que podría dificultad su amamantamiento o su alimentación con un biberón.[11] Intenta desvestir al bebé para despertar su apetito.
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    Conoce cuándo la ictericia representa un problema. La ictericia es muy común y, a menudo, desaparece por sí sola. Sin embargo, en algunos casos raros, puede causar complicaciones y requerir tratamiento.
    • Aunque la ictericia es común en los recién nacidos, en los casos con niveles elevados de bilirrubina en la sangre (lo que se conoce médicamente como "hiperbilirrubinemia grave") que no reciben tratamiento, la bilirrubina puede llegar al cerebro y causar graves complicaciones.
    • Aunque su ocurrencia es rara, estas complicaciones pueden causar daño cerebral permanente (parálisis cerebral, problemas de aprendizaje o alteraciones en el desarrollo), desarrollo inadecuado del esmalte dental o pérdida de la audición.[12]
    • Debes estar alerta a síntomas tales como letargia, así como a una coloración amarilla de la piel y de los pies (en especial, en la planta de los pies). Otros síntomas incluyen un tono muscular débil, un llanto inusual y agudo, fiebre o irritabilidad.
    • Tu doctor podría recomendar reemplazar el amamantamiento con fórmula si los niveles de bilirrubina de tu bebé continúan elevándose después de algunos días. En la mayoría de los casos, no es necesario utilizar el suplemento, a menos que el nivel de bilirrubina del bebé sea 20 mg/dL o mayor, o si el bebé tiene otros factores de riesgo para la ictericia, tales como la prematuridad o trastornos sanguíneos o si ha perdido mucho peso. Brindarle un suplemento de fórmula puede dificultar establecer una relación exitosa de amamantamiento.[13] Habla con tu doctor sobre las ventajas y desventajas antes de utilizar el suplemento.
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Consejos

  • Debido a que la mayoría de los bebés desarrollan ictericia, podría ser una buena idea evitar ropas que sean de color amarillo. La ropa amarilla suele resaltar el tono amarillo de los ojos y piel de un bebé con ictericia.
  • Si tu bebé tiene piel oscura, revisa sus encías y el globo ocular en busca de una pigmentación amarilla.
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Advertencias

  • Nunca le des agua a un recién nacido. Si bien esta podría parecer una buena manera de hacer que el bebé elimine los desechos con mayor rapidez, en efecto, puede ser fatal para un recién nacido, ya que interrumpe el delicado equilibrio de nutrientes en el torrente sanguíneo.
  • Busca tratamiento médico de inmediato si tu bebé está aletargado, de un color amarillo, si las plantas de sus pies tienen un color amarillo o si sientes que tu bebé no se alimenta bien o que parece estar deshidratado.
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Acerca de este wikiHow

Laura Marusinec, MD
Coescrito por:
Pediatra certificado por el colegio oficial
Este artículo fue coescrito por Laura Marusinec, MD. La Dra. Marusinec es pediatra certificada por el colegio oficial en el Children's Hospital de Wisconsin, donde pertencece al Consejo de Práctica Clínica. Ella recibió su doctorado en mediciana en el Medical College of Wisconsin School of Medicine en 1995 y completó su residencia en el Medical College of Wisconsin in Pediatrics en 1998. Es miembro de la Asociación Americana de Escritores Médicos y de la Sociedad de Atención de Urgencia Pediátrica. Este artículo ha sido visto 30 081 veces.
Categorías: Lactancia materna
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