La gota es una forma de artritis inflamatoria que es muy dolorosa y que afecta comúnmente a la articulación del dedo gordo del pie, pero que también puede afectar a los otros dedos del pie, además de a los tobillos, las rodillas, los dedos de la mano, las muñecas y los codos.[1] Es posible que sientas mucho dolor y malestar en una o más de estas articulaciones por un periodo corto de tiempo y, por lo general, por la noche.[2] La gota es producto de un exceso de ácido úrico (hiperuricemia) en la sangre. Observando minuciosamente el nivel de comodidad y movilidad de las articulaciones, e identificando los patrones del dolor y cualquier factor de riesgo, podrás reconocer mejor los síntomas de la gota y buscar un tratamiento médico efectivo.

Método 1
Método 1 de 3:
Reconocer los síntomas en las articulaciones

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    Tócate el dedo gordo del pie. Pregúntate si sientes que está muy sensible o adolorido. El dolor y el malestar en este dedo es un signo común de la gota.[3]
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    Examina la comodidad de los dedos de los pies, los tobillos, las rodillas, los dedos de las manos, las muñecas y los codos. Piensa en si sientes incomodidad o dolor en alguna de estas articulaciones. La gota puede afectar a cualquier articulación del cuerpo, pero se manifiesta más comúnmente en estas. Si experimentas malestar en una o más de las mismas, el médico puede llegar a la conclusión de que tienes gota.[4]
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    Piensa en si sientes la articulación caliente y sensible. Tócate la articulación y fíjate si está caliente y sensible. Si es así, es posible que experimentes un síntoma común de la gota.[5]
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    Fíjate si tienes hinchazón en y alrededor de la articulación. Si ves que la articulación está enrojecida e hinchada, entonces experimentas otro síntoma que se asocia comúnmente a la gota.[6]
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    Busca piel roja y brillante en donde experimentes dolor. Si la piel que rodea a la articulación está muy roja y brillante, entonces tienes otro síntoma de gota.[7]
    • Fíjate si la piel está muy roja alrededor de las articulaciones, lo cual también es algo común cuando se trata de gota.
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    Busca piel pelada o escamosa alrededor de la articulación. Este síntoma también está asociado a la gota.[8]
    • Verifica si la piel se desprende de los tobillos o los dedos de los pies. Si tienes mucha piel escamosa, este puede ser un signo de gota.
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    Pregúntate si tienes movilidad limitada en la articulación afectada. Este es otro síntoma común de gota.[9]
    • Por ejemplo, trata de mover hacia arriba y hacia abajo el dedo gordo del pie. Si puedes hacer este movimiento sin sentir dolor, este es un buen signo. Si puedes moverlo completamente hacia arriba y hacia abajo, este también es un buen signo; sin embargo, si no puedes moverlo libremente y sin experimentar dolor, es posible que experimentes gota.

Método 2
Método 2 de 3:
Reconocer el patrón de los síntomas

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    Determina si sientes el dolor principalmente por la noche. Aunque el dolor de un ataque de gota puede aparecer en cualquier momento del día, la mayoría de las personas lo experimentan con mayor intensidad por la noche.[10]
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    Registra la intensidad de los síntomas. Determina si sientes mucho dolor repentinamente y durante unas horas en las articulaciones. Por lo general, los ataques de gota aparecen rápidamente y por unas horas en las etapas iniciales del trastorno.[11]
    • Un ataque de gota agudo será más doloroso entre 12 y 24 horas después de que empiece.[12]
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    Registra la duración total de los ataques de dolor. Por lo general, un ataque de gota durará entre tres y 10 días. Si el ataque no se trata, durará más.
    • Trata de registrar la duración de los síntomas en un diario de salud.
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    Averigua si los síntomas empeoran con el tiempo. Si se deja sin tratar, los síntomas de gota (por ejemplo, dolor e hinchazón) empeorarán con el tiempo. Si experimentas estos síntomas, debes visitar a un médico.[13]

Método 3
Método 3 de 3:
Reconocer si estás en riesgo de padecer gota

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    Averigua si estás en un grupo demográfico de alto riesgo. Por lo general, los hombres están en un mayor riesgo de padecer gota que las mujeres. Además, el nivel de riesgo aumenta con la edad. Por lo tanto, los hombres mayores están definitivamente en un mayor riesgo de padecerla. El riesgo aumenta significativamente para las mujeres que ya han atravesado la menopausia.[14]
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    Averigua si tienes algún familiar que tuvo gota. Averigua si tu padre, tu madre, tus abuelos o tus bisabuelos experimentaron gota. Puedes preguntarles a tus padres o a otros familiares si saben de algún familiar que tuvo gota. Si tienes alguno, entonces tienes un mayor riesgo de padecerla.[16]
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    Fíjate si tienes sobrepeso. Si tienes mucho peso, el cuerpo producirá más ácido úrico y a los riñones les costará más deshacerse del mismo. Estos factores hacen que seas más susceptible a la gota.
    • Usa una calculadora del índice de masa corporal en línea. Este índice es una medida de la grasa del cuerpo que se basa en la estatura y el peso. Ingresa tu estatura y peso en una calculadora del índice de masa corporal en línea y presiona “Calcular”. Luego, puedes comparar tu índice de masa corporal con el índice saludable que se prevé para tu edad y sexo.[17]
    • Pídele a un médico que determine si tienes sobrepeso. El médico tiene diversas medidas y herramientas que puede usar para determinar cuál es tu peso actual y cuál es el ideal.
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    Evalúa tu dieta con un diario de comida.[18] Anota cualquier cosa que comas durante una semana para determinar tu nivel de consumo de carne, mariscos, azúcar y alcohol. Una vez que hayas registrado el nivel de consumo de estos productos durante una semana, debes revisar los patrones de consumo (por ejemplo, con cuánta frecuencia tomas refrescos azucarados y en qué momentos del día). Si consumes regularmente mucha carne, azúcar y alcohol, estás en mayor riesgo de padecer gota.[19]
    • Las conclusiones sugieren que si los hombres mantienen una dieta con mucha azúcar a causa de los refrescos, tienen más probabilidades de contraer gota. Tomar refrescos a diario aumentará considerablemente el riesgo.[20]
    • Tener una dieta con mucha carne y mariscos (alimentos con alto contenido de purina) es un factor de riesgo para la gota.
    • El consumo de alcohol es un desencadenante para los ataques de gota. Beber probablemente desencadenará un ataque en el transcurso de 24 horas. Además, el riesgo aumenta en relación a la cantidad que bebas.[21]
    • Si tienes dudas con respecto a tu dieta, puedes visitar a un dietista o un médico. Puede ser útil que lleves el diario de comida contigo para que sepas cuánta azúcar, carne y alcohol consumes actualmente.[22]
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    Evalúa los medicamentos que puedan aumentar el riesgo. Los medicamentos para la hipertensión, así como los que suprimen el sistema inmunitario (como los que se prescriben para tratar la artritis reumatoide, la psoriasis o a las personas que se hayan sometido a un trasplante de órganos) a veces pueden aumentar el riesgo de gota.[23]
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    Reflexiona sobre tu historial reciente de cirugías y lesiones. Si has experimentado recientemente una cirugía o una lesión, es posible que también tengas un mayor riesgo de gota.[24] Si has tenido algún tipo de cirugía, tienes un mayor riesgo.[25]

Consejos

  • Hacer ejercicio es una manera de controlar el dolor de la artritis y aumentar la actividad. Habla con un médico acerca de los programas que se adecúen mejor a ti.

Advertencias

  • La gota está asociada a un mayor riesgo de cálculos renales.
  • Llama a un médico inmediatamente si sufres un dolor articular y una hinchazón graves y crecientes, y tienes una fiebre de 38 °C (100 °F) o más. Eso puede indicar que tienes una infección grave dentro de la articulación, lo cual se conoce como artritis séptica.

Acerca de este wikiHow

Siddharth Tambar, MD
Coescrito por:
Reumatólogo certificado por el colegio oficial
Este artículo fue coescrito por Siddharth Tambar, MD. El Dr. Siddharth Tambar, MD es un reumatólogo certificado por el colegio oficial en Chicago Arthritis and Regenerative Medicine en Chicago, Illinois. Con más de 19 años de experiencia, el Dr. Tambar se especializa en Medicina Regenerativa y Reumatología, con un enfoque en plasma rico en plaquetas y tratamientos con células madre derivadas de la médula ósea para la artritis, tendinitis, lesiones y dolor de espalda. El Dr. Tambar tiene una licenciatura en Economía en la Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo. Obtuvo su doctorado en medicina en la Universidad Estatal de Nueva York en Syracuse. Completó su pasantía, residencia en medicina interna y su beca de reumatología en el Northwestern Memorial Hospital. Asimismo, posee una certificación en reumatología y en medicina interna. También posee certificaciones de diagnóstico e intervención de ultrasonido musculoesquelético en el Colegio Estadounidense de Reumatología y en el Instituto Estadounidense de Ultrasonido en Medicina. Este artículo ha sido visto 2705 veces.