¿Quieres tener un rostro saludable? Entonces tendrás que aprender a cuidarte la piel. Limpia los poros todos los días con un limpiador facial suave y evita los productos abrasivos que eliminan los nutrientes de la piel. Exfolia e hidrata la piel dos veces por semana, y cuídala mucho entretanto. Reconoce los hábitos en tu estilo de vida que pueden dañar la piel y enfócate en adoptar aquellos que te ayuden a tener un rostro saludable. Sigue leyendo para conocer los pasos específicos que puedes dar para tener un rostro saludable.

Método 1
Método 1 de 4:
Trabajar con tu tipo de piel

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    Determina tu tipo de piel. Para tener un rostro saludable, es importante que comprendas qué es lo que hace que no sea saludable. La piel humana se clasifica en cuatro tipos: "normal", grasa, seca y mixta.[1] También es posible que tu rostro corresponda a una o varias de estas categorías, y que distintas partes del mismo sean más secas, saludables o grasas que otras. Mírate frente al espejo y revisa las características de cada tipo de piel:
    • La piel "normal" no es seca ni grasa. Se siente elástica y suave. La "piel normal" se caracteriza por pocas imperfecciones, sin sensibilidad severa, poros apenas visibles, y cutis radiante. No requiere tantos cuidados como otros tipos de piel, aunque igualmente puedes tomar ciertas medidas para mantener el rostro saludable.[2]
    • La piel grasa se caracteriza por los poros grandes y el cutis graso o brillante. Las personas con piel grasa son más propensas a desarrollar espinillas, granos y otras manchas. Puede derivar del estrés, la sobreexposición al calor o la humedad, y los desequilibrios hormonales, como la pubertad.
    • La piel seca se puede sentir tirante o presentar escamas de piel muerta. Puede presentar poros casi invisibles y poca elasticidad en el rostro. Es posible que notes parches rojos, líneas visibles, y un cutis apagado y áspero. La piel seca es producto de distintos motivos como la genética, las hormonas, la exposición a la intemperie, el sobrecalentamiento y ciertos medicamentos.
    • La piel mixta es la más común. Puede ser grasa, seca y perfectamente saludable en distintos momentos. Dichas cualidades pueden ser absolutamente situacionales. Por lo general, la piel mixta suele ser grasa en la zona T (a lo largo de la frente y en la nariz hasta la barbilla), y normal en el resto del rostro.[3]
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    Mantén los poros de la piel limpios y desobstruidos. La piel grasa es naturalmente porosa y grasa, por lo que debes evitar que las sustancias químicas y las bacterias obstruyan los poros. Aplica los siguientes consejos para cuidar la piel grasa:
    • Lávate el rostro no más de dos veces al día, y después de sudar mucho.
    • Usa un limpiador suave y no frotes la piel.
    • No pellizques, explotes o aprietes los granos para no prolongar el tiempo de curación.
    • Usa productos etiquetados como "no comedogénicos", dado que no suelen obstruir los poros.
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    Hidrata la piel. Si tu piel suele ser seca, debes ser muy suave para evitar irritarla. Hidrátala frecuentemente para contrarrestar la resequedad, y sigue estos pasos para mantener el rostro saludable:
    • No frotes la piel mientras te bañas o secas. Frotar la piel seca puede enrojecer el cutis o romper la piel. Utiliza jabones o limpiadores suaves. Evita los jabones desodorantes.
    • Aplica un producto hidratante rico justo después de bañarte. Los ungüentos y las cremas proporcionan mejores resultados que las lociones para la piel seca, pero suelen ser más liosos. Lleva una loción contigo en tu mochila o cartera para poder hidratarte siempre que lo necesites a lo largo del día. Si planeas estar al aire libre, usa un protector solar con un FPS elevado para hidratar y proteger la piel de los rayos ultravioletas.
    • Toma duchas y baños cortos (no más de una vez al día). Usa un humidificador y procura que la temperatura en la casa no sea demasiado elevada. La sobreexposición al calor puede resecar la piel.
    • Usa guantes para manipular agentes limpiadores, solventes o detergentes de uso doméstico. Algunas sustancias químicas abrasivas pueden irritar la piel si están en las manos al tocarte el rostro.
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    Combina tratamientos para la piel mixta. Si tu piel es grasa, limita la oleosidad y usa cremas para el acné. Si tu piel es seca, hidrátala suavemente. Si tu piel es saludable, sigue lavándola frecuentemente para mantener el equilibrio.
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Método 2
Método 2 de 4:
Limpiarte el rostro

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    Lávate la piel con un limpiador suave. Usa un limpiador en función de tu tipo de piel (grasa, mixta, seca). Evita los limpiadores abrasivos que eliminan la oleosidad natural de la piel. Las sustancias químicas como el ácido salicílico y el peróxido de benzoilo pueden irritar y afectar el equilibrio de la hidratación en la piel. Usa productos antibacterianos naturales como la miel y la avena. Lavarte el rostro con los productos incorrectos puede hacer que luzca apagado, demacrado y arrugado.[4]
    • Los limpiadores fabricados para los tipos específicos de piel suelen tener una etiqueta que lo indica. Como buena regla general, un lavado en forma de espuma o gel suele ser mejor para la piel grasa, una crema hidratante suele ser mejor para la piel seca, y un lavado con ácido salicílico o peróxido de benzoilo puede ayudar a limpiar la piel propensa a desarrollar acné.
    • Considera la posibilidad de hacer tu propio limpiador facial. Puedes usar un grupo de ingredientes naturales (muchos de los cuales seguramente tengas en casa) para limpiar, exfoliar e hidratar la piel.
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    Evita lavarte el rostro con jabón normal. Las sustancias químicas que muchos jabones contienen son útiles para limpiar la piel, pero no para protegerla. Si bien funcionan perfectamente bien para el resto del cuerpo, la piel del rostro es mucho más delicada y puede comenzar a lucir dañada con facilidad. Por lo tanto, considera la posibilidad de invertir en un buen limpiador facial.
    • La piel es ácida, mientras que los jabones son alcalinos. La barrera natural de la piel está compuesta por un manto ácido. El 7 en la escala de pH indica que es neutro. Un número inferior es ácido, y un número superior es alcalino. El balance del pH de la piel generalmente se encuentra entre 4 y 6,5, por más que la piel sea muy grasa.
    • Por otro lado, los jabones son muy alcalinos y se encuentran en el otro extremo. Por lo tanto, si usas jabón en la piel, afectará su equilibrio de pH y manto ácido, empeorando las afecciones de la piel.[5]
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    Lávate el rostro todas las mañanas y noches. Enjuágate con agua tibia y un limpiador suave en el fregadero o la ducha. Usa las manos y un paño limpio para frotar suavemente la piel limpia. Sigue estos pasos:
    • Enjuágate la piel con agua tibia para abrir los poros e hidratarla.
    • Enjabónate las manos. Lávate suavemente el rostro con la punta de los dedos, realizando pequeños movimientos circulares. Aplica más presión en la frente, la nariz, las mejillas y la barbilla.
    • Usa un paño tibio y limpio para repetir el patrón circular. Aplica la suficiente presión para eliminar la suciedad y la piel muerta. Enjuaga la toalla facial y repite solo con agua y el paño.
    • Rocíate con agua fría para enjuagar una última vez y cerrar los poros. La piel debe estar limpia, brillante y un poco rosada. Aplica un hidratante cuando termines.
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    Lávate el rostro con una crema para el acné. La combinación puede ayudar a mantener los poros limpios, pero puede requerir algo de tiempo y tratamientos diarios continuos. Una vez que conozcas tu piel, desarrolla un régimen que consista en un limpiador facial simple y suave, un tonificador, un medicamento para el acné (en el caso de que tu piel sea propensa a desarrollar esta afección) y un hidratante simple y suave.
    • Considera la posibilidad de usar cremas medicinales para el acné que contengan ácido salicílico o peróxido de benzoilo. Estos productos pueden ser muy efectivos para eliminar la bacteria de los poros que causa el acné, pero también pueden eliminar la hidratación y los nutrientes de la piel. Comprende los riesgos y los beneficios.[6]
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    No permitas que el sudor se seque en el rostro. Inmediatamente después de entrenar, hacer una actividad extenuante o pasar tiempo en un lugar caluroso, usa agua o una toalla limpia para quitarte el sudor del rostro. Cuando el sudor se seca, la piel absorbe cualquier bacteria presente en la transpiración.
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Método 3
Método 3 de 4:
Cuidarte la piel

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    Evita tocarte el rostro, en especial si tu piel es grasa. Los dedos contienen oleosidades que puedes trasladar al rostro al tocarlo. Esto puede causar brotes de acné. Además, tu rostro podría perder elasticidad si la estiras, aprietas o juegas con ella. Los músculos de la piel pueden perder elasticidad con el paso del tiempo y ceder, lo que lleva a la formación de arrugas y a un aspecto menos saludable. Como buena regla general, mantén las manos alejadas del rostro.
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    Trata tu piel con cuidado. Los limpiadores diarios y la depilación o el afeitado pueden causar estragos en la piel. Sigue estos consejos para cuidarte la piel:
    • Limita el tiempo de baño. El agua caliente y las duchas o los baños largos pueden eliminar la oleosidad natural de la piel. Por lo tanto, limita el tiempo que pases en la ducha o el baño y usa agua tibia, en vez de usar agua caliente. Esta última puede resecar la piel.
    • Evita los jabones fuertes. Los jabones fuertes y los detergentes pueden eliminar la oleosidad de la piel, resecándola y promoviendo la formación de escamas. En cambio, usa limpiadores suaves.
    • Aféitate con cuidado. Para proteger y lubricar la piel, aplica crema de afeitar, loción o gel antes de afeitarte. Para un afeitado más al ras, usa una navaja o afeitadora limpia y afilada. Afeita en dirección al crecimiento del cabello, no en dirección opuesta.
    • Sécate dando golpecitos. Después de lavarte o bañarte, seca la piel dando golpecitos con una toalla para que la humedad permanezca en la piel. Permite que el rostro se seque al aire antes de aplicar un tonificador.
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    Exfóliate una o dos veces por semana, pero no más. La exfoliación es ideal para eliminar la piel muerta que se puede acumular en los poros y formar manchas. Aplica una presión mínima; el objetivo es exfoliar las primeras capas de la piel. Es mucho mejor exfoliar por un período extendido con poca presión que por poco tiempo con mucha presión. No olvides hidratar la piel después de la exfoliación.
    • Mezcla agua y bicarbonato de sodio para preparar un exfoliante casero. Mezcla incrementos iguales de ambos ingredientes, y adapta las proporciones hasta formar una pasta espesa. Aplícala una vez cada dos o tres días para una exfoliación leve.
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    Hidrata la piel seca. Si tu piel es seca, usa un producto hidratante fabricado para tu tipo de piel. Usa un producto hidratante para restaurar la piel después de exfoliarla o después de usar cualquier limpiador facial abrasivo. Puedes usar aceite (de coco, aguacate, árbol de té, etc.) para hidratar la piel.[7]
    • Por ejemplo, si usas un limpiador fuerte sin hidratarte después, la piel quedará muy seca. Esto le enviará la señal a la piel de que debe producir una gran cantidad de oleosidad para recuperar su estado natural.
    • Asegúrate de que tu hidratante tenga algo de protección solar. El daño solar quizás no sea una causa de rápida acción de afecciones de la piel, pero si usas un hidratante con FPS 15 como mínimo, podrás evitar la formación de arrugas en el futuro y ralentizar el envejecimiento de la piel.
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    No aprietes los granos y las manchas. Quizás creas que apretar un solo grano puede liberar la suciedad y ayudar a limpiar el poro. Sin embargo, la bacteria en el poro ingresa mucho más profundo en la piel, lo que se acumula más en los poros, causando una reacción en cadena. Los granos suelen esparcirse a partir de un punto central.[8]
    • Si observas un grano en tu rostro, no lo aprietes. Estíralo para que los vasos sanguíneos no se abran y fusionen con el pus. Si la sangre se fusiona con el pus, limpiar los poros será más difícil.
    • Aplica siempre alcohol desinfectante en un grano abierto. El alcohol desinfectante no solo restaurará la hidratación necesaria para mantener la piel fresca, sino que limpiará el pus que se encuentre en la parte profunda de los poros. De esta forma, será más difícil que los granos regresen.
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    Limpia los pinceles de maquillaje. Si usas pinceles de maquillaje, lávalos con agua tibia jabonosa todos los días. La bacteria puede acumularse en los pinceles que no se lavan debido a la suciedad y la oleosidad al aplicarse en el rostro. Al volver a aplicar la bacteria en el rostro con el pincel, podrían aparecer espinillas y acné. Deshacerse de este último puede ser difícil, y los casos graves pueden dejar cicatrices desagradables.
    • Si usas maquillaje, evita los productos económicos y usa siempre una prebase facial. Jamás olvides quitarte el maquillaje antes de acostarte.
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    Rejuvenece la piel con una mascarilla facial cada una o dos semanas. Esto permite restaurar y preservar la piel de distintas formas (antienvejecimiento, manchas, arrugas, tono de piel, brillo facial e incluso iluminación), dependiendo de los ingredientes de cada mascarilla. Puedes comprar los materiales para preparar una en las farmacias y las tiendas de productos de belleza o preparar una con artículos del hogar. Algunos ingredientes buenos para usar son la miel, el limón, la leche, el aguacate, el yogur, la avena, la banana y el pepino.
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Método 4
Método 4 de 4:
Adoptar un estilo de vida saludable

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    Protégete del sol. Una de las formas más importantes de cuidarte la piel es protegerla del sol. La exposición solar durante toda la vida puede causar arrugas, manchas de edad y otros problemas en la piel, como así también el incremento del riesgo de desarrollar cáncer de piel.[9] Ten en cuenta los siguientes consejos para una protección completa del sol:
    • Usa protector solar. Usa un protector solar de amplio espectro con un FPS de al menos 15. Aplícalo generosamente y vuelve a aplicarlo cada dos horas (o más seguido, si nadas o sudas).
    • Busca la sombra. Evita exponerte al sol entre las 10 a. m. y las 2 p. m., cuando los rayos del sol son más fuertes.
    • Usa ropa de protección. Cúbrete la piel con camisetas de manga larga de tejidos apretados, pantalones largos y sombreros de ala ancha. Ten en cuenta los aditivos de la lavandería que pueden darle una capa adicional de protección ultravioleta a la ropa durante cierta cantidad de lavados, o prendas especiales que protegen del sol, que están diseñadas específicamente para bloquear los rayos ultravioletas.
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    Cambia las fundas de las almohadas con frecuencia. La oleosidad del cabello y el rostro, la saliva, la caspa, la suciedad y las bacterias suelen fijarse en las fundas de las almohadas, en especial cuando las usas mucho. Estos contaminantes se frotan contra el rostro durante la noche, y las bacterias pueden hacer que el rostro se brote. Generalmente, es suficiente con cambiar las fundas cada tres o cuatro noches, aunque algunas personas sugieren hacerlo cada dos noches, e incluso todas las noches.[10]
    • Ten algunas fundas adicionales a mano para no tener que lavarlas solo para poder usar una limpia.
    • Si no quieres reemplazar las fundas con tanta frecuencia, puedes cubrir la almohada con una toalla limpia para dormir. De esta forma, podrás proteger la funda y el rostro al mismo tiempo.
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    Duerme boca arriba. Si duermes en posición supina, reducirás el roce del rostro contra la funda. Esto puede prevenir las ojeras y evitar que el rostro absorba las bacterias que se acumulan allí.
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    No fumes. El cigarrillo hará que tu piel luzca más envejecida, además de contribuir a la formación de las arrugas. Además, estrecha los pequeños vasos sanguíneos en las capas más superficiales de la piel, lo que reduce la circulación de la sangre. Esto elimina el oxígeno de la piel y los nutrientes que son importantes para mantenerla saludable.[11]
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    Lleva una dieta saludable. Una dieta saludable te ayudará a lucir y sentirte lo mejor posible. Consume muchas frutas, vegetales, cereales integrales y proteína magra. La relación entre la dieta y el acné no está clara. Sin embargo, algunas investigaciones sugieren que una dieta rica en vitamina C y baja en grasas poco saludables y carbohidratos procesados o refinados puede promover una piel más joven.[12]
    • Evita las comidas grasas o fritas. El consumo excesivo de sal y grasa puede hacer que se acumule grasa en el rostro, se formen manchas, granos y espinillas dolorosas. Para tener el rostro saludable, necesitas un sistema saludable, y esto puede perjudicarla mucho.
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    Bebe mucha agua. Bebe dos litros de agua al día, o tanto como puedas. El agua ayuda a liberar la tensión sobre el hígado, lo que está directamente relacionado con la forma en que la piel se regula a sí misma. Además, te mantendrá hidratado, reduciendo las posibilidades de que la piel se seque.
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    Controla el estrés. Un nivel incontrolado de estrés puede hacer que la piel sea más sensible y causar brotes de acné y otras afecciones de la piel.[13] Para promover la salud de la piel (y la mente), toma medidas para lidiar con el estrés. Establece límites razonables, reduce tu lista de cosas por hacer, y tómate un tiempo para disfrutar las cosas que te gustan. Los resultados podrían ser mucho más sorprendentes de lo que esperas.
    • Practica algunos ejercicios de respiración profunda o toma un baño agradable y relajante. Encuentra el tiempo y el espacio para enfocarte en ti.
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Acerca de este wikiHow

Margareth Pierre-Louis, MD
Coescrito por:
Dermatóloga certificada por el colegio oficial
Este artículo fue coescrito por Margareth Pierre-Louis, MD. La Dra. Margareth Pierre-Louis es dermatóloga y dermatopatóloga certificada por el colegio oficial, médica emprendedora y fundadora del Centro de dermatología Twin Cities y Equation Skin Care en Minneapolis, Minnesota. Twin Cities Dermatology Center es una clínica de dermatología integral donde se trata a pacientes de todas las edades con dermatología clínica, dermatología estética y telemedicina. Equation Skin Care fue creado para proporcionar lo mejor en productos naturales para el cuidado de la piel basados en evidencias. La Dra. Pierre-Louis recibió una licenciatura en Biología y un máster en Administración de Empresas en la Universidad de Duke, un doctorado en Medicina en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, completó una residencia en Dermatología en la Universidad de Minnesota y completó una beca de investigación en Dermatopatología en la Universidad de Washington en St Louis. La Dr. Pierre-Louis está certificada por la Junta Americana de Dermatología y Patología en Dermatología, Cirugía Cutánea y Dermatopatología. Este artículo ha sido visto 2511 veces.
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