Alguien te ha agraviado y quieres tomar represalias buscando venganza. Te sientes avergonzado o que has perdido dignidad y quieres cobrártelas con la esperanza de restaurar tu respetabilidad. Sin embargo, la búsqueda de venganza puede implicar violencia o crueldad innecesaria hacia otra persona. Actuar bajos los deseos de la venganza no arreglará las cosas, y en realidad podría causar más sufrimiento. Aprender a vencer tus deseos de venganza puede ayudarte a pasar la página de manera sana y segura.

Parte 1
Parte 1 de 3:
Controlar tus emociones

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    Ten comprensión de las emociones básicas. La venganza surge por sentirse denigrado por un agresor y como consecuencia, uno siente la vergüenza de dejar que suceda. Esa sensación puede hacerte sentir enfadado, lo cual puede conllevar al deseo de buscar venganza.[1]
    • Las emociones se sienten a nivel físico, por eso reconocer los signos físicos de cada emoción puede ayudarte a tenerlas bajo control. Por ejemplo, cuando nos enfadamos, la presión sanguínea se eleva y se siente un calor desde los hombros hacia la nuca.
    • Las emociones pueden influenciar tu capacidad de toma de decisiones, pues crea una conexión más profunda con cada decisión. Cuando te sientas enfadado, podrías tomar decisiones más precipitadas que si estuvieras contento.[2]
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    Anota tus sentimientos. Volcar los sentimientos en palabras puede ayudarte a aceptarlos y clarificar tus pensamientos. Escribir tus sentimientos puede ayudarte a reducir la intensidad de tus sentimientos, lo cual también puede ayudarte a reducir ese profundo deseo de venganza.[3]
    • Si no te gusta volcar tus sentimientos en papel, procura hablar con alguien sobre ellos. Busca un amigo o familiar de confianza y dile exactamente qué pasa: cómo te sientes, quién está de por medio, tus razones de querer vengarte, cómo crees que la venganza te hará sentir, etc.
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    Medita. Ve a una habitación silenciosa, siéntate en el suelo, cierra los ojos y concéntrate en respirar profunda y lentamente. Mientras medites, trata de vaciar todos tus pensamientos negativos y concéntrate en lo positivo de la vida.
    • Se ha demostrado científicamente que la meditación reduce el estrés y puede ser un excelente mecanismo para afrontar los deseos de venganza. Puede desacelerar tus pensamientos y ayudarte a sentirte tranquilo y centrado.
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    Repítete oraciones tranquilizantes. Las emociones pueden volverse abrumadoras y difíciles de controlar. En momentos como estos, prueba repetirte oraciones tranquilizantes para recordarte que si bien no estás en control de la situación, sí estás en control de tu reacción. Los siguientes son mantras que puedes probar repetirte:
    • “Las cosas podrían ser peores”.
    • “Me haré cargo de mi respuesta por las acciones de esa persona”.
    • “Puedo con esto”.
    • “Esto solo es temporal”.
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Parte 2
Parte 2 de 3:
Buscar alternativas a la venganza

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    Desfoga tu ira de manera constructiva. La ira y el odio suelen venir juntos con el deseo de venganza. Prueba buscar un desfogue sano para estas emociones negativas. Puedes hacer una actividad que te alegre o escuchar música acorde a tus sentimientos. También puedes tratar de escribir un poema o cocinar.
    • El ejercicio es un desfogue maravilloso para las emociones negativas. El ejercicio libera hormonas que mejoran el estado de ánimo y libera el estrés asociado con el deseo de controlar las ganas de venganza.[4]
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    Toma acciones superiores a aquellas de tu adversario. En vez de rebajarte al nivel de tu adversario, sé más elegante y haz algo que te haga una persona más realizada. Por ejemplo, si tu enemigo se burló de ti por sacar una mala calificación en un examen, en vez de vengarte por esa acción, estudia más para el siguiente examen para sacar la mejor calificación. Tu enemigo no podrá burlarse de ti. Al ser más elegante estudiando más, te sentirás bien por lograr algo bueno y detendrás las acciones de tu adversario.[5]
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    Escribe cómo te gustaría vengarte y luego rompe el papel. Piensa en todas las maneras posibles, de las más leves a las más feas, para vengarte de tu enemigo. Puedes ignorarlo por completo, bloquearlo de las redes sociales, socavar sus esfuerzos, enviarle mensajes de texto malintencionados de manera anónima, avergonzarlo públicamente, etc. Reflexiona en cada opción de venganza y predice cómo te sentirás después. Cuando pienses en lo que te gustaría hacer, rompe el papel y siente la liberación.
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    Busca el consuelo de amigos y familiares. Como seres sociales que somos, necesitamos la interacción y el apoyo de los demás.[6] Si estás pasando por un tiempo especialmente difícil y no puedes vencer tu deseo de venganza, busca la compañía de los demás. No tienes que hablar sobre tus sentimientos o deseos. Ve a un café o a ver una película, y procura interactuar con tus amigos. Esto te ayudará a dejar de pensar en esos deseos y te pondrá contento, y no estresado ni enfadado.
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    Deja que pase el tiempo. Con el tiempo, procesarás tus emociones, y el deseo de venganza será menos intenso. A medida que pase el tiempo, perderás interés en buscar venganza y te centrarás en lo que realmente importa en la vida.[7]
    • A medida que pase el tiempo, pondrás las cosas en perspectiva. Podrás ver con mayor claridad lo que es importante en tu vida y si el esfuerzo y las posibles consecuencias de tu venganza valen realmente la pena.
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Parte 3
Parte 3 de 3:
Perdonar a tu adversario

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    Habla con esa persona. Si es posible, inicia un diálogo con tu agresor para tratar de conocer su punto de vista. Pregúntale, por ejemplo: “¿Hay algo específico que haya hecho que te ofenda?” o “¿Qué puedo hacer para arreglar las cosas entre nosotros?”. No seas condescendiente ni agresivo, sé más bien comprensivo y solidario.[8]
    • Quizá te parezca difícil enfrentar a tu adversario, así que puedes probar enviarle un mensaje de texto o correo electrónico. Sin embargo, las palabras escritas pueden tener un tono diferente a tu verdadera intención, y podrían ser malinterpretadas.
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    Sé compasivo. Muestra compasión hacia tu adversario directa e indirectamente. Podría estar pasando por tiempos difíciles o quizá carezca de las habilidades para lidiar con ciertas situaciones como se debe. Reconoce que tu adversario es humano y tiene sentimientos.
    • Trata de abrir tu corazón con tu enemigo y ponerte en sus zapatos para tener una idea de cómo podría sentirse.[9]
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    Reconoce que no estás en control de tu adversario. Si decides perdonar a alguien, ten presente que esto no significa que él te perdone. Uno no tiene control sobre las acciones y los sentimientos de los demás. Pero, esto no debe controlar tu decisión de perdonar.[10]
    • Abandona el deseo de controlar todo y ríndete confiando que las cosas se arreglarán. Abandona el dominio que crees tener en tu adversario para ayudarte a perdonarlo.
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    Comprende que el perdón depende de ti. El perdón y la reconciliación son cosas muy distintas, porque la reconciliación exige que ambas partes colaboren, mientras que el perdón solo requiere de una persona: tú. Perdonar a alguien no quiere decir que lo dejes a su aire, solo significa que aceptas lo que pasó y que estás dispuesto a pasar de página.[11] [12]
    • La estrategia de “perdonado y olvidado” podría no ser la mejor. Es bueno que recuerdes que tu adversario te ha hecho algo para que aprendas de esa experiencia y reconozcas si sucede otra vez.[13]
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Consejos

  • Recuerda que tus acciones tienen consecuencias y si actúas guiado por tus deseos de venganza, podrías generar más negatividad.
  • El perdón abre más energía dentro de ti mismo para sentir la amplia gama de tus emociones. Incluso si la otra persona no cambia, puedes experimentar cambios más positivos si perdonas a una persona solo por ser humana. Cuídate con un respeto saludable y compasivo por ti mismo y maneja las emociones de manera responsable, para así disfrutar de la vida.
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Advertencias

  • Si tienes un deseo incontrolable de venganza, busca la ayuda de un profesional médico como un terapeuta o consejero para afrontar tus emociones.
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Acerca de este wikiHow

Trudi Griffin, LPC, MS
Coescrito por:
Consejera profesional
Este artículo fue coescrito por Trudi Griffin, LPC, MS. Trudi Griffin es un consejero profesional con licencia en Wisconsin especializado en adicciones y salud mental. Brinda terapia a las personas que luchan contra las adicciones, la salud mental y los traumas en entornos de salud comunitaria y práctica privada. Recibió su maestría en Consejería Clínica de Salud Mental en la Universidad Marquette en 2011. Este artículo ha sido visto 13 958 veces.
Categorías: Control de la ira
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