A menudo confundidos con un tipo de judía verde, los ejotes son en realidad una planta completamente diferente, lo que significa que tienen sus propias formas únicas de ser preparados, cocinados y almacenados. Sin embargo, al igual que las judías verdes, la mejor manera de congelar la porción que no se usa es hervirlos para retener la humedad. Comienza por lavar los ejotes en agua fría y quitarles los tallos fibrosos y las hebras de cada vaina. Hierve los ejotes durante 3 minutos, luego sécalos a mano y sepáralos en bolsas herméticas para congelador. Cuando se almacenan adecuadamente, pueden conservarse hasta por un año.

Parte 1
Parte 1 de 3:
Lavar y cortar los ejotes

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    Lava los ejotes bajo un chorro de agua fría. Coloca los ejotes frescos en un colador común o uno de alambre, y ponlos debajo del grifo para eliminar la suciedad y los residuos sueltos. Agita el colador o revuelve los ejotes con la mano periódicamente para asegurar de que el agua llegue a todas sus partes. Al terminar, deja que el exceso de agua se drene del colador por completo.[1]
    • Un lavado a fondo también sirve para eliminar los rastros de insectos, fertilizantes o productos químicos, que a menudo se encuentran en las verduras recién cosechadas.
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    Corta los extremos de los ejotes. Recoge un puñado de ejotes y alínealos de punta a punta sobre la tabla de cortar. Luego, con un cuchillo de cocina afilado, corta los extremos del tallo fibroso y deséchalos. Repite el proceso de corte para todos los ejotes que planeas congelar.[2]
    • Solamente debes cortar aproximadamente 1,3 cm (1/2 de pulgada) de cada extremo para que aún quede un montón de ejotes para comer.
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    Quita las hebras de las vainas de ejote. Al igual que muchas otras variedades de judías con cáscara, las vainas de los ejotes se mantienen unidas por una hebra resistente que se extiende a lo largo del centro. Puedes quitar esta hebra al agarrarla de un extremo y tirarla en un solo movimiento. Asegúrate de quitar toda la hebra, o quizás la encuentres más tarde al mascarla.[3]
    • Las hebras de la vaina generalmente comenzarán a desprenderse por sí mismas cuando recortes los tallos. Si no es así, es posible que debas comenzar con las uñas.
    • Trata de no dejar ninguna hebra. No es una experiencia agradable que se quede atrapada en los dientes.
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    Corta los ejotes en trozos de 2,5 a 5,1 cm (1 a 2 pulgadas). Si sueles cortar o dividir los ejotes en trozos más pequeños, hacerlo antes de guardarlos ayudará a ahorrarte tiempo más adelante. Haz cortes limpios y precisos para reducir los ejotes a un tamaño uniforme. Muchos chefs prefieren trozos cuadrados o en forma de diamante para los ejotes con vainas anchas y planas.
    • Evita cortarlos demasiado pequeños, o lo más probable es que se peguen entre sí cuando estén congelados.
    • Una vez que hayas cortado los ejotes, podrás simplemente sacarlos del almacenamiento, echarlos en una olla con agua y cocinarlos para obtener un resultado blando y sabroso sin tener la molestia de tener que prepararlos.
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Parte 2
Parte 2 de 3:
Hervir los ejotes

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    Hierve una olla de agua a fuego lento. Calienta el agua hasta que comience a burbujear, luego regula la temperatura para mantener un hervor constante. Quieres que el agua hervida esté lo suficientemente caliente como para hidratar y ablandar los ejotes, pero no tanto como para que los cocine demasiado rápido.
    • Asegúrate de que la olla que usas sea lo suficientemente grande como para contener todos los ejotes que quieres congelar. Si preparas una tanda particularmente grande de ejotes frescos, es posible que necesites hervirlos en tandas separadas.
    • Agregar una pizca de sal al agua hervida también puede ayudar a preservar los ejotes por más tiempo.[4]
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    Hierve los ejotes durante 3 minutos. Pon los ejotes en la olla un puñado a la vez y revuélvelos. Pon un cronómetro a 3 minutos y deja la olla destapada. Al terminar este tiempo, los ejotes deben verse gordos y de color verde brillante.[5]
    • A medida que los ejotes estén en el agua hervida, absorberán la humedad, lo que les permitirá congelarse fácilmente.
    • Vigila el color y la textura de los ejotes mientras los hierves. Si se ven excepcionalmente oscuros o blandos, pueden estar en peligro de cocinarse de más.
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    Deja enfriar los ejotes en agua fría durante 1 a 3 minutos. Apaga la cocina y drena el agua hirviendo de la olla. Sumerge los ejotes en un recipiente separado lleno de partes iguales de agua y hielo para neutralizar el calor del agua hirviendo. También puedes transferirlos de nuevo al colador y dejarlos directamente debajo del grifo.
    • Colocar los ejotes en agua fría inmediatamente después de hervirlos detendrá el proceso de calentamiento y evitará que se cocinen. También bajará su temperatura gradualmente en preparación para la congelación.[6]
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    Seca los ejotes dándoles golpecitos con papel de cocina. Retira los ejotes del baño de hielo o colador y viértelos sobre una capa de papeles de cocina doblados. Frótalos con cuidado con la mano para absorber la mayor cantidad de humedad que puedas. Luego, déjalos terminar de secar al aire durante 5 a 10 minutos.[7]
    • Cuanto más secos estén los ejotes cuando los pongas en el congelador, menor será la probabilidad de que formen cristales de hielo.[8]
    • Ten cuidado de no aplastar o romper los ejotes mientras los secas. Pueden estar un poco blandos luego de hervirlos.
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Parte 3
Parte 3 de 3:
Empaquetar y almacenar los ejotes

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    Congela los ejotes en una bandeja de horno antes de empaquetarlos (opcional). Los trozos pequeños de comida tienden a amontonarse cuando se ponen en el mismo recipiente. Una forma de evitarlo es extenderlos y poner los ejotes sobre otra superficie antes. Luego, puedes ponerlos de uno en uno en una bolsa para congelador y guardarlos sin tener que preocuparte de que se amontonen.[9]
    • Espera hasta que los ejotes estén duros al tacto antes de guardarlos en un solo recipiente. Esto normalmente demorará entre 20 y 30 minutos, aunque puedes dejarlos en el congelador hasta que estén completamente congelados, si así lo prefieres.
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    Coloca los ejotes hervidos en bolsas herméticas para congelador. Una vez que los ejotes han tenido suficiente tiempo para secarse, pueden ir directamente al recipiente de almacenamiento. Llena cada bolsa aproximadamente a 3/4, y deja aproximadamente 2,5 cm (1 pulgada) de espacio en la parte superior. Presiona con cuidado las bolsas por ambos lados para quitar el exceso de aire y luego cerrarlas.[10]
    • Revisa las bolsas para congelador para ver si tienen agujeros, hendiduras, cierres rotos u otros signos de daño antes de cerrarlas.
    • Si no tienes muchas bolsas de almacenamiento, un recipiente grande de plástico hermético con una tapa con traba también funcionará.
    • Para una preparación más cómoda, considera dividir los ejotes en pequeñas porciones y amontonarlos en papel film dentro de cada bolsa o recipiente individual.[11]
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    Etiqueta las bolsas con el contenido y la fecha. Escribe el nombre del producto y el mes actual en algún lugar a la vista en cada bolsa. De esa manera, podrás hacer un seguimiento de cuánto tiempo han estado almacenados. Mantén las etiquetas mirando hacia el frente del congelador para que puedas revisarlas en un vistazo.[12]
    • No es necesario ser demasiado específico con la fecha, ya que los ejotes y verduras similares pueden durar muchos meses en el congelador.
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    Almacena los ejotes hasta por un año. Tendrán mejor sabor y textura si se usan dentro de 3 o 4 meses. Sin embargo, su alto contenido de agua junto con el entorno helado significa que nunca se pondrán realmente malos, por lo que puedes guardarlos hasta que los necesites. Asegúrate de usar los ejotes en el orden en que hayan sido guardados.[13]
    • Al cocinarse, los ejotes congelados deben conservar la mayor parte de su sabor y textura original.
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    Ten cuidado con las quemaduras por el hielo. Deshazte de los ejotes congelados si comienzan a arrugarse o adquieren un color oscuro, o si han comenzado a formarse grandes trozos de hielo dentro de la bolsa. Del mismo modo, querrás ir a lo seguro y tirar las bolsas que muestren signos de daño después de colocarlas en el congelador. Cuando se exponen directamente al frío durante mucho tiempo, el sabor y la textura de los ejotes se arruinan.[14]
    • Es probable que los ejotes hervidos se quemen por el hielo en el congelador si no los secas bien antes de empaquetarlos.
    • Es una buena idea reemplazar los ejotes que han estado congelados por más de un año con una nueva tanda, incluso si todavía parecen comestibles. Después de un tiempo suficiente, las bacterias pueden comenzar a introducirse lentamente, lo que los hace inseguros para el consumo.[15]
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Consejos

  • Para asegurarte de que duren, selecciona los más firmes y verdes para congelar. Deja a un lado los ejotes que están arrugados o amarronados.
  • Los ejotes también se pueden congelar por períodos más cortos de tiempo sin tener que hervirlos, generalmente alrededor de 5 a 6 meses.
  • No debes descongelar los ejotes congelados antes de cocinarlos. Esto hará que pierdan su textura dura.
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Cosas que necesitarás

  • bolsa de plástico para congelador de 3,8 litros (1 galón) de tamaño o recipiente de plástico con cierre hermético
  • colador de plástico o de alambre
  • olla grande
  • bol grande
  • cuchillo de cocina afilado
  • tabla de cortar
  • bandeja de horno (opcional)
  • papel de cocina

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Categorías: Recetas de frijoles
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