La presión arterial baja (hipotensión) puede ser una condición peligrosa. Aunque para muchas personas esta es una señal de buena salud, si esta está acompañada de fatiga crónica, debilidad, lipotimia o vértigo, debes consultar con un doctor. Puedes prevenirla comiendo saludablemente, evitando recostarte o estar de pie en una posición por periodos prolongados y teniendo cuidado al ingerir ciertos medicamentos. Debido a que el corazón es una de las principales variables que rigen la presión arterial, también debes hacer un esfuerzo para mantenerlo fuerte.

Método 1
Método 1 de 4:
Ajustar tu dieta

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    Añadir más sodio a tu dieta.[1] Añadir un poco de sal a las sopas y a las papas aumenta el sabor y eleva la presión arterial. Cubrir un sofrito o arroz con salsa de soya tiene el mismo efecto; sin embargo, ten cuidado al añadir sodio a la dieta. La cantidad de sodio que necesitas depende de tu cuerpo, de tu edad y de tu género. Habla con un doctor o con un nutricionista capacitado antes de ajustar el contenido de sodio de tu dieta.
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    Come comidas pequeñas.[2] Algunas veces, después de comer, la digestión puede hacer que la presión arterial caiga. La intensidad de la caída se da en respuesta directa al tamaño de la comida. En otras palabras, si comes una comida grande, experimentarás una caída de la presión arterial significativa. Cuando comes comidas pequeñas, con recuentos bajos de carbohidrato, puedes evitar las caídas significativas de la presión arterial.
    • En vez de comer tres comidas grandes, trata de comer cinco o seis comidas pequeñas espaciadas uniformemente a lo largo del día.
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    Evita los carbohidratos que se digieren rápidamente.[3] Si tu cuerpo procesa el alimento de manera muy rápida, esto puede conducir a una disminución de la presión arterial. Por ejemplo, los alimentos que se procesan rápidamente (como el arroz o el pan blanco) reducirán la presión arterial. Los alimentos con frijoles, con proteínas y con granos enteros mantendrán la presión arterial estable. Reemplaza el pan de grano entero con pan blanco en un sándwich y come arroz integral en vez de arroz blanco con frijoles.
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    Consume las vitaminas y los nutrientes necesarios. La falta de nutrientes en la dieta puede conducir a la presión arterial baja. Por ejemplo, si no consumes suficiente B12 en la dieta, tu cuerpo no tendrá los glóbulos rojos suficientes. Esto puede conducir a la anemia, un síntoma de la presión arterial baja.[4] La falta de ácido fólico puede producir las mismas condiciones. Algunas buenas fuentes de ácido fólico son el brócoli, los frijoles y las lentejas. Algunas buenas fuentes de B12 son la leche, los huevos, el pescado y los alimentos fortificados para el desayuno. Incorpora estos alimentos a tu dieta frecuentemente.
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    Bebe más agua.[5] La desnutrición es la causa principal de la hipotensión ortostática. El agua no solo previene la deshidratación, sino que aumenta el volumen de la sangre. El aumento del volumen de la sangre se traduce en la reducción de la presión arterial. Trata de tomar al menos ocho o diez vasos de 240 ml (8 oz) de agua cada día.
    • Si practicas ejercicios, bebe más agua. Los ejercicios pueden hacer que sudes mucho del volumen de agua del cuerpo.
    • Si tienes problemas para tomar la cantidad necesaria de agua cada día, reemplaza las bebidas azucaradas (como gaseosas y jugos) con agua.
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    No bebas alcohol.[6] El alcohol te deshidrata y puede reducir la presión arterial. Incluso el consumo moderado puede hacer que los vasos sanguíneos se contraigan, lo que conducirá a la reducción de la presión arterial.[7] Si tienes sed, bebe agua.
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Método 2
Método 2 de 4:
Moverte cuidadosamente

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    No te pongas de pie repentinamente. Si tienes hipertensión ortostática (o postural), los mecanismos que bajo condiciones normales impiden que la sangre se acumule en tus piernas fallarán. Puedes experimentar vértigo, lipotimia o mareo. Limita estos efectos poniéndote de pie lentamente luego de estar recostado.
    • Practica la respiración profunda antes de levantarte. Inhala por cuatro segundos, contén la respiración por un segundo y luego exhala por tres segundos. Repite este procedimiento por uno o dos minutos para aumentar el flujo sanguíneo antes de levantarte.
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    Duerme con la cabeza elevada.[8] Si inclinas el cuerpo para que tu cabeza descanse ligeramente sobre las piernas, puedes superar los efectos de la gravedad en la presión arterial. Puedes lograrlo en varios días. Una solución simple es colocar ladrillos debajo de la cabecera del marco de la cama. También puedes adquirir una cama mecanizada, la cual te permitirá ajustar el nivel mecánicamente.
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    Ponte en cuclillas al agacharte. No flexiones la cintura. Flexionar la cintura puede hacer que la presión sanguínea se desequilibre y caiga. Por ejemplo, si se te cae un pedazo de caramelo, dobla las rodillas y baja el cuerpo lentamente para alcanzarlo. Toma el caramelo con la mano cuando esté al alcance. Levántate del suelo lentamente con los talones y vuelve a ponerte de pie. Mantén la cabeza por encima de los hombros durante todo el proceso.
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    No permanezcas recostado más tiempo del necesario. Recostarte por un periodo prolongado puede conducir a la hipotensión.[9] Trata de no exceder las seis u ocho horas recomendadas de sueño cada noche. Cuando te despiertes en la mañana, levántate para lavarte los dientes, tomar el desayuno y empezar con tu rutina matinal. No te recuestes en el sofá para leer o para ver televisión por horas.
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    No te sientes por mucho tiempo en la misma posición.[10] Sentarte por mucho tiempo también puede conducir a la hipotensión. Si estás haciendo un viaje largo en avión en el que debas estar inmóvil, levántate a caminar por el pasillo al menos una vez cada hora. Si debes hacer un viaje largo en coche, sal de la carretera una vez cada hora para caminar alrededor de una estación de servicio o en un área de descanso por algunos minutos.
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    No estés de pie por mucho tiempo en la misma posición.[11] Si tienes un trabajo que requiera que estés de pie por periodos extensos de tiempo, busca algún momento para ejercitar las piernas. La actividad física impedirá que la presión arterial caiga excesivamente.
    • Por ejemplo, imagina que trabajas lavando platos en un restaurante. Después de estar de pie enfrente del lavabo por aproximadamente treinta minutos, puedes empezar a levantar las piernas una a la vez. Dobla las rodillas o levanta el talón de un pie hacia atrás y hasta donde llegue. Mantén la posición por tres segundos, luego haz lo mismo con el otro pie.
    • También puedes colocar un pie sobre un objeto elevado (como una silla o una plataforma baja), luego inclínate hacia adelante mientras cuentas hasta cinco. Cambia al otro pie y haz lo mismo.
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    Mantente fresco. Las temperaturas pueden reducir la presión arterial.[12] Si inviertes cantidades significativas de tiempo en entornos cálidos (ya sea en interiores o en exteriores), tómate un tiempo para descansar ocasionalmente. Ve a un lugar fresco (cerca de un ventilador o debajo de un árbol) en el que puedas reducir tu temperatura corporal y aumentar tu presión arterial.
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Método 3
Método 3 de 4:
Mantener tu corazón saludable

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    Maneja los niveles de estrés. Puedes prevenir los problemas cardíacos al limitar el estrés. Participa en pasatiempos que disfrutes y pasa tiempo con amigos. Prueba el yoga, las técnicas de respiración profunda y los ejercicios regulares (al menos, 30 minutos cinco días a la semana) para reducir el estrés. Identifica las situaciones o las personas que te producen estrés y evítalas cuando sea posible.
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    Come una dieta saludable. Una dieta rica en granos enteros, frutas y verduras mantendrá tu corazón saludable y fuerte. Evita los alimentos procesados que tengan altos niveles de sal, azúcar y grasa. Come alimentos con alto contenido de vitaminas y nutrientes, pero con bajo contenido de calorías (como espinaca, brócoli, col y fresa). Obtén proteínas de fuentes magras (como soya, nueces, semillas y huevos). Evita la carne roja.[13]
    • Come bayas en el cereal, como postre o como un refrigerio saludable.
    • Incluye col, espinaca y otras verduras de hojas verdes a las ensaladas y a las envolturas.
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    Logra tener un peso saludable.[14] Mantener el índice de masa corporal (IMC) dentro del rango saludable es una manera esencial de prevenir los problemas cardíacos. Monitorea tu ingesta calórica cada día con un monitor de actividad (como Fitbit) o usa un diario para registrar las calorías que quemaste y las que consumiste. Si debes perder peso, consume menos calorías de las que quemas cada día. Cuando hayas logrado tener un peso saludable, asegúrate de que las calorías que quemes y consumas cada día tengan cantidades iguales.
    • Un calculador útil del IMC está disponible en http://www.nhlbi.nih.gov/health/educational/lose_wt/BMI/bmicalc.htm.
    • También necesitas asegurarte de ingerir las calorías necesarias para evitar mareos y episodios de fatiga y de fluctuaciones de azúcar en la sangre. Trata de ingerir al menos 300 o 400 calorías tres veces al día, además de uno o dos refrigerios de 200 calorías. Si tratas de perder peso, estas cifras pueden ser distintas, así que asegúrate de adaptar las comidas a tus necesidades personales. Recuerda que las mujeres no deben consumir menos de 1200 calorías diarias y que los hombres no deben consumir menos de 1500.
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    Deja de fumar.[15] Si fumas, deja de hacerlo lo más pronto posible. Por ejemplo, reduce tu consumo de una cajetilla al día a una cada dos días. Después de una semana aproximadamente, reduce el consumo a la mitad. Continúa de esta manera hasta que dejarlo completamente. Prueba los parches de nicotina o las gomas de mascar para frenar los antojos.
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    Haz ejercicios regularmente. Puedes fortalecer tu corazón mediante ejercicios moderados. Empieza lentamente, incorporando alguna actividad física sencilla a tu rutina diaria. Por ejemplo, puedes caminar en vez de usar el elevador o montar bicicleta en vez de conducir para ir al trabajo.
    • Aunque todos los ejercicios son beneficiosos, los tipos cardiovasculares son mejores para fortalecer el corazón. Montar bicicleta o salir a correr son dos buenas opciones.
    • Haz ejercicios con un amigo o con tu cónyuge para incrementar la diversión. Un compañero de ejercicios es también útil para no perder de vista los objetivos de los ejercicios.
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Método 4
Método 4 de 4:
Reconocer los factores de riesgo

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    Monitorea tu presión arterial regularmente a medida que envejezcas.[16] Los cuerpos más viejos tienen más dificultades para regular la presión arterial que los cuerpos más jóvenes. Algunas personas desarrollan hipotensión a medida que envejecen. Si experimentas episodios de lipotimia o de vértigo, o si te sientes mareado frecuentemente, consulta con un doctor acerca de tus síntomas.
    • A medida que las personas envejecen, se les prescriben varios medicamentos para controlar las condiciones que puedan desarrollar en la vida. Algunas veces, la pérdida de peso puede requerir que ajustes o dejes el medicamento. Mantén una lista actualizada de todos los medicamentos que tomas en todo momento (como en la billetera o en el bolso).
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    Presta atención a tu presión arterial si estás embarazada. Durante el embarazo, el sistema circulatorio de una mujer cambia. Estos cambios pueden conducir a una caída de la presión arterial. Aunque generalmente esta vuelve a ser normal después del embarazo, debes permanecer alerta por si hay algún cambio en la presión arterial durante el embarazo y chequearla después de dar a luz para asegurarte de que haya vuelto a la normalidad.[17]
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    Dile al doctor si sufres una enfermedad o alguna condición preexistente. Las condiciones endocrinas (incluyendo bajo nivel de azúcar en la sangre, diabetes, la enfermedad de Addison y trastornos de la tiroides) pueden conducir a la hipotensión. La enfermedad de Parkinson y otros trastornos del sistema nervioso central también puede reducir la presión arterial. De manera similar, las infecciones graves o la embolia pulmonar también pueden reducirla.[18] Tomando en cuenta esta información, el doctor podrá prescribir medicamentos y cursos de tratamiento que no conduzcan a la presión arterial baja.
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    Ten cuidado al usar medicamentos.[19] Muchos medicamentos pueden ocasionar la reducción de la presión arterial, ya sea como como efecto secundario o primario de la pastilla. Los medicamentos para la presión arterial alta (como bloqueadores de canales de calcio, nitratos, betabloqueantes y diuréticos) pueden reducir la presión arterial más de lo debido. Si el medicamento que tomas hace que tu presión arterial caiga excesivamente y experimentas lipotimia o mareo, pregunta a un doctor acerca de medicamentos alternativos que no tengan el mismo efecto.
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