Es normal que los niños sientan que sus padres son demasiado reservados en relación con dejarlos vivir sus propias vidas. En ocasiones, esto se debe a que el niño simplemente está traspasando sus límites y madurando un poco más rápido de lo que los padres pueden notar, y otras veces esto ocurre debido a que los padres intentan controlar la vida del niño. Existen muchos motivos por los que un padre puede necesitar controlar a su hijo, desde ser un perfeccionista hasta temer que cometa sus mismos errores. Además, los padres no suelen percatarse siquiera de que están perjudicando a su hijo en lugar de protegerlo.

Método 1
Método 1 de 4:
Fortalecerte

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    Reconoce los comportamientos controladores. Algunos padres son exigentes con sus hijos; sin embargo, esto no siempre significa que están controlándolos. Las personas controladoras emplean determinadas tácticas para controlar a otros. Las tácticas pueden ser evidentes o sutiles. Los comportamientos pueden variar desde críticas rotundas hasta amenazas encubiertas. Estos son algunos signos de que tus padres podrían estar controlándote:[1]
    • aislarte de los demás familiares o de los amigos, como nunca permitirte que pases tiempo con estas personas;
    • criticarte de manera constante por cosas sin importancia, como tu apariencia, tus modales o tus decisiones;
    • amenazarte con lastimarte o con lastimarse a sí mismo, como decir “¡Me mataré si no vienes a casa ahora!”;
    • brindar amor y aceptación bajo condiciones, como decir “Solo te amaré si mantienes tu habitación limpia”;
    • mantener un registro de tus errores pasados, como elaborar una lista con los errores que hayas cometido en el pasado como una manera de hacerte sentir mal u obligarte a hacer algo;
    • emplear la culpa para obligarte a hacer cosas, como decir “Pasé 18 horas en trabajo de parto para traerte a este mundo ¿y no puedes pasar ni siquiera unas horas conmigo?”;
    • espiarte o no respetar tu privacidad de otra manera, como rebuscar tu habitación o leer tus mensajes en tu teléfono cuando sales de la habitación.
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    Acepta la responsabilidad de tus acciones. Tus padres podrían ser controladores, pero eres tú quien determinará la manera de responderles. Tú decides si dejarás que manden sobre tus decisiones o si te resistirás a ellos. Asimismo, podrás controlar si reaccionarás de manera respetuosa o si te enfurecerás en exceso y agravarás la situación.[2]
    • Algunas maneras en las que puedes empezar a reflexionar sobre tus acciones son mirarte al espejo y hablarte. Interpreta diferentes situaciones que podrían ocurrir con tus padres, y practica respondiendo de la manera que hayas elegido hacerlo. Esto permitirá que tengas el control con más facilidad cuando llegue el momento.
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    No te obsesiones con complacer a tus padres. El trabajo de un padre es cerciorarse de que su hijo crezca y se convierta en una persona feliz, saludable y decente. Tu trabajo es ser una persona feliz, saludable y decente. Si lo que te hace feliz no es lo que tus padres vislumbran para ti, tendrás que complacerte a ti mismo, no a ellos. Vas a vivir tu vida. [3]
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    Elabora un plan de acción objetivo. Es poco probable que puedas alejarte por completo de una situación controladora de manera sencilla. Requerirás un plan de acción sutil y realista para empezar a tomar tus propias decisiones. El plan podría empezar con algo tan sencillo como repetirte todos los días que tienes el control, así empezarás a desarrollar tu seguridad. Lo ideal es que haga que progreses poco a poco para tomar cada vez más decisiones por ti mismo.[4]
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    Acepta que no puedes cambiar a tus padres. Así como tus padres no pueden controlar lo que piensas o sientes, tampoco puedes cambiar sus pensamientos o sentimientos. Puedes modificar la manera en la que responderás a ellos, y a veces esto cambiará la forma en la que te traten. La posibilidad de que cambien su personalidad y el momento en el que lo hagan dependerán de ellos.[5]
    • Obligar a tus padres a cambiar se asemejaría al control que ellos intentan imponerte. Si lo recuerdas, te verás forzado a aceptar que pueden tomar sus propias decisiones sobre cambiar.

Método 2
Método 2 de 4:
Hacer que tu situación mejore

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    Aléjate de tus padres de forma física. La mayor parte del tiempo, las personas emplean las emociones para imponer el control entre sí. Esto puede ocurrir expresándose como furia o culpa, o al negar la aprobación. Si deseas romper el dominio de una persona controladora (un padre u otra persona), es probable que tengas que alejarte de ella, como al pasar menos tiempo juntos y llamarse con menos frecuencia.
    • Si aún vives en casa de tus padres (en particular si eres menor de edad), podrías tener dificultades para marcar distancia. No obstante, puedes establecer límites entre tu padre controlador y tú. Solicita la ayuda de un consejero escolar o un profesor.
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    Procura no ponerte a la defensiva. Si disminuyes el tiempo que pases con tu padre, esto podría hacer que se enoje y te ataque verbalmente. Intenta no ponerte a la defensiva si tu padre se queja de que no pasas tiempo suficiente con él o te acusa de no quererlo.[6]
    • Intenta decir algo como “Lamento que estés molesto. Comprendo el motivo por el que esto podría molestarte”.
    • Ten en cuenta que las cosas con tus padres podrían empeorar antes de que notes alguna mejora. No obstante, es esencial que mantengas tu distancia y evites caer en sus amenazas. Por ejemplo, si tu madre te amenaza diciéndote que se matará si no vas a casa, dile que vas a llamar al 911, cuelga el teléfono y haz lo le has dicho. No vayas apresurado a su casa ni cedas a sus demandas.
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    Corta los lazos económicos con tus padres. El dinero es otro tipo de presión que suele emplearse para controlar a un niño. Si tienes la capacidad de generar tu propio dinero, separa tus finanzas de tus padres. Podría ser difícil, pero tienes que pagar tus propias cuentas, comprar tus propias cosas y elaborarte un presupuesto. Además de volverte más responsable, esto también disminuirá el dominio de un padre controlador.[7]
    • Esto también puede ser difícil para los menores, pero no es imposible si se realiza siguiendo pasos pequeños. Incluso si no pagas tu propio alquiler y los servicios básicos, intenta ganar tu propio dinero para las salidas adicionales que te gustaría tener. Esto no quiere decir que tus padres tengan que decirte que sí; sin embargo, si has ganado el dinero necesario para ir al cine, esto eliminará una más de las barreras que un padre controlador puede emplear.
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    No les pidas favores a tus padres. Si le pides un favor a tu padre, harás que adopte una postura en la que pueda negociar. Si quieres que sacien tu necesidad, tendrás que hacer algo para devolver el favor. En esencia, esto no es malo, pero puede provocar con rapidez que renuncies a tus decisiones, lo que lo fortalecerá. Si necesitas ayuda, pídesela a tus amigos u otros familiares.[8]
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    Reconoce el abuso. Si eres un niño víctima de abuso, comunícate con los servicios locales de protección de menores o conversa con alguien en tu escuela, como un profesor o un consejero. El abuso puede adoptar muchas formas; por ello, conversa con un consejero escolar si no sabes con certeza si eres víctima de abuso o no. Estos son algunos tipos diferentes de abuso:
    • Abuso físico. Este ocurre si te abofetean, golpean, restringen, queman o lesionan de otras maneras.
    • Abuso emocional. Este ocurre cuando te ponen apodos, te humillan, te echan la culpa y te piden cosas irracionales.
    • Abuso sexual. Este comprende a los tocamientos indebidos, las relaciones sexuales y otros actos sexuales.

Método 3
Método 3 de 4:
Arreglar la relación

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    Supera los problemas del pasado. Si les guardas rencor a tus padres o a ti mismo, esta no será una manera adecuada de arreglar una relación. Por lo tanto, es de utilidad perdonar a tus padres por todo error que hayan cometido. Asimismo, podrías tener que perdonarte por la forma en la que hayas reaccionado a esos errores.[9]
    • Recuerda que el perdón no se centra en la otra persona. Este es esencial para tu propio bienestar emocional. Si perdonas a tu padre, escogerás olvidarte de la furia que sientas hacia él, pero no indicarás que lo que te haya dicho o hecho esté bien.[10]
    • Para perdonar a alguien, tendrás que elegir de manera consciente que olvidarás la furia que sientes. Una manera de lograrlo consiste en escribirle una carta a tu padre y no enviársela. En ella, comunica de forma sincera tus sentimientos sobre lo ocurrido, la razón por la que te haya enfurecido, y el motivo por el cual crees que tu padre ha hecho estas cosas.[11] Luego termina la carta escribiendo algo similar a “No estoy de acuerdo con lo ocurrido, pero elijo olvidar la furia relacionada con ello. Te perdono”. También puedes decírtelo en voz alta.
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    Confronta a tus padres de manera respetuosa. Tendrás que decirles a tus padres qué es lo que sientes y la razón por la que te habías alejado. Ellos no podrán solucionar un problema si no saben que existe. No lances acusaciones ni seas irrespetuoso. Diles qué es lo que sientes, no lo que hayan hecho.[12]
    • En lugar de decir algo como “Tomaron mis derechos como persona”, podrías decir algo más constructivo como “Sentí que no tenía derecho a ser yo mismo”.
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    Establece límites estrictos para tu persona y tus padres. Luego de empezar a arreglar su relación, tendrás que evitar que los viejos hábitos reincidan. Escoge con anticipación cuáles son las decisiones con las que tus padres pueden discrepar, y con cuáles no. Asimismo, se deben establecer límites en torno a las decisiones de tus padres con las que puedas discrepar, o las cosas que puedas pedirles.[13]
    • Por ejemplo, puedes decidir que podrías consultar con tus padres sobre las decisiones importantes de tu carrera profesional, como a qué universidad asistir o si aceptarás una oferta laboral determinada. No obstante, podrías no consultarles sobre tus decisiones más personales, como con quien salir o si te casarás con alguien.
    • Asimismo, podrías rehusarte a discrepar con determinados problemas que tus padres mencionen, como los problemas de la vida amorosa. No obstante, podrías optar por brindar apoyo si uno de tus padres afronta un problema de salud grave, como el cáncer o los problemas cardiacos.

Método 4
Método 4 de 4:
Mantener los límites

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    Respeta tus límites en la relación. Luego de establecer los límites, tendrás que respetarlos. No puedes esperar que tus padres respeten tu espacio y tus límites si no puedes hacer lo mismo por ellos. Si tienes dificultades con los límites establecidos, conversa de ello de manera abierta con tus padres y busca una solución.[14]
    • Si surge un problema en tu relación con tus padres, puede ser de utilidad emplear frases que permitan fortalecerlos como equipo.[15] Di algo como “Respeto sus límites, pero siento que no siempre podrían respetar los míos. ¿Qué podemos hacer para cerciorarnos de saciar nuestras necesidades?”.
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    Encárgate de toda falta cometida contra tus decisiones personales. Si tus padres infringen tus límites, tendrás que decírselo. Esto no quiere decir que tendrás que estar furioso o molesto. Indícales a tus padres con tranquilidad y respeto que han cruzado la línea y pídeles que se detengan. Si en verdad quieren respetarte, te brindarán tu espacio.
    • Si empleas un lenguaje humorístico, esto también puede ser una manera eficaz de lidiar con las personas controladoras.[16] Por ejemplo, si tu padre siempre critica tus decisiones profesionales, intenta bromear sobre ello diciendo algo como “Una nota para mí. A mi madre no le complace mi profesión. Entendido. ¿Algo más?”.
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    Tómate un descanso si los problemas siguen. Si las cosas empiezan a “volver a la normalidad”, podrías tener que volver a pasar menos tiempo con tus padres. Esto no quiere decir que tengas que cortar todo vínculo con ellos. Esto tan solo suele significar que las cosas se han vuelto demasiado cercanas para ellos (o para ti) como para seguir los límites que ambos han acordado. Pasa un poco más de tiempo alejado, y vuelve a intentarlo más adelante.[17]
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    Puedes acudir a un terapeuta si las cosas no mejoran. En algunas situaciones, los problemas podrían ser tan graves que tendrás que acudir a un terapeuta con tus padres para percibir alguna mejoría. Si has intentado mantener los límites y no has obtenido resultados, conversa con tus padres sobre la posibilidad de acudir juntos a un terapeuta.
    • Di algo como “Nuestra relación es importante para mí, pero creo que podríamos necesitar un poco de ayuda para tener la mejor relación posible. ¿Estarían dispuestos a acudir a un terapeuta conmigo?”.

Consejos

  • Conversa con un amigo o familiar sobre tus problemas. Ellos también podrían ayudarte.
  • Conversa con tus padres de forma exhaustiva antes de alejarte. El problema podría solucionarse de una manera más agradable.

Advertencias

  • Si sufres de abuso y sientes que requieres ayuda inmediata, comunícate con los servicios locales de protección de menores.
  • No asumas que todo consejo brindado es una manera de “controlarte”. Por lo general, tus padres tendrán en cuenta qué es lo mejor para ti, además cuentan con más experiencia que tú en la vida.

Acerca de este wikiHow

Trudi Griffin, LPC, MS
Coescrito por:
Consejera profesional
Este artículo fue coescrito por Trudi Griffin, LPC, MS. Trudi Griffin es un consejero profesional con licencia en Wisconsin especializado en adicciones y salud mental. Brinda terapia a las personas que luchan contra las adicciones, la salud mental y los traumas en entornos de salud comunitaria y práctica privada. Recibió su maestría en Consejería Clínica de Salud Mental en la Universidad Marquette en 2011. Este artículo ha sido visto 144 930 veces.