La sal de Epsom es un sulfato de magnesio que se ha utilizado durante cientos de años para aliviar el dolor. Al igual que con el dolor, se cree que la sal de Epsom ayuda con las quemaduras solares, la psoriasis, el insomnio y los esguinces, entre otras dolencias. Puedes usar solamente sal de Epsom en una bañera, añadir ingredientes adicionales (como aceite de lavanda) o hacer una pasta para ducharte si no tienes mucho tiempo.[1]

Método 1
Método 1 de 3:
Usar sal de Epsom en un baño

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    Prepara un baño tibio. El agua caliente se siente bien, pero el agua tibia es mucho mejor para la piel. Llena la bañera con agua tibia. Llénala lo suficiente como para sumergir la mayor parte de tu cuerpo en el agua.[2]
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    Añade 2 tazas de sal de Epsom al agua. 2 tazas (475 g) de sal de Epsom es una cantidad estándar que puedes usar en un baño. Esta cantidad será suficiente para casi cualquier persona, pero puedes modificar la cantidad de sal de Epsom que uses de acuerdo a tu peso corporal. La cantidad de sal de Epsom que debes usar de acuerdo a tu peso es:
    • ½ taza (170 g) para los niños de 27 kg (60 libras) o menos
    • 1 taza (340 g) para personas entre 27 kg (60 libras) y 45 kg (100 libras)
    • 1 ½ taza (355 g) para las personas entre 45 kg (100 libras) y 68 kg (150 libras)
    • 2 tazas (475 g) para las personas entre 68 kg (150 libras) y 90 kg (200 libras)
    • ½ taza adicional por cada 23 kg (50 libras)
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    Frótate con una esponja exfoliante. Usar una esponja exfoliante ayuda a incrementar la desintoxicación que proporciona la sal de Epsom. Las esponjas exfoliantes abren los poros, lo cual permite que la piel absorba la sal. Frótate todo el cuerpo, incluyendo la cara, pero enfócate en las áreas problemáticas que puedas tener. Frótate durante un tiempo aproximado de 5 minutos durante el baño.[3]
    • Es posible que quieras usar una esponja de lufa únicamente para el rostro si tienes sarpullido en alguna otra parte del cuerpo.
    • Las áreas problemáticas pueden significar dolor en los músculos, sarpullidos, etc.
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    Sumérgete en el baño por hasta 40 minutos. Quédate en la bañera entre 15 y 40 minutos. Si te remojas durante 40 minutos, los primeros 20 son para que tu cuerpo se desintoxique, y los segundos 20 son para que la piel absorba la sal de Epsom. Sin embargo, sumergirte en el baño menos de 40 minutos será beneficioso.[4]

Método 2
Método 2 de 3:
Añadir ingredientes adicionales

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    Añade algunas gotas de un aceite esencial. Puedes usar solamente la sal de Epsom, pero añadir ingredientes adicionales aumentará los beneficios del baño. Un aceite esencial le añadirá un elemento de relajación al baño. Puedes elegir el aceite esencial de tu elección. Solo añade unas cuantas gotas del aceite al agua.[5]
    • El aceite de lavanda es una opción común para los baños porque se cree que es relajante.
    • El aceite de rosa, geranio y pomelo son otras buenas opciones para los aceites esenciales aromáticos.
    • Los aceites de eucalipto, árbol de té, incienso y mirra son buenas opciones para las personas con problemas de la piel, como el acné o la piel seca.
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    Prueba con el vinagre de sidra de manzana. El vinagre de sidra de manzana potenciará el proceso de desintoxicación. Añade ½ taza (170 g) de vinagre de sidra de manzana sin filtrar. Puedes añadirlo antes o después de la sal de Epsom.[6]
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    Usa bentonita para aliviar el dolor. Se cree que la bentonita ayuda con el dolor y la rigidez. Se supone que la sal de Epsom ayuda con el mismo problema, así que añadir estos dos ingredientes aumenta el alivio de dolor. Añade alrededor de ½ taza (170 g) de bentonita al agua de la bañera.
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    Añade agua de rosas. La rosa es un dulce aroma que se suele usar en las fragancias. Añade unas gotas de agua de rosas al baño para que tenga un aroma agradable mientras te sumerges en la bañera. También puedes usar pétalos de rosa en lugar de agua de rosas.[7]

Método 3
Método 3 de 3:
Hacer una pasta para ducharte

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    Añade aceite de oliva a la sal de Epsom. Algunas veces, se necesita o se quiere tomar un baño de sal de Epsom, pero simplemente no hay el tiempo suficiente. Una pasta de sal de Epsom es la respuesta a ese problema porque se puede usar en una ducha. Añade 59 ml de aceite de oliva a la sal de Epsom. Usa suficiente sal de Epsom para crear una pasta fácil de untar.[8]
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    Frótate con la pasta. Puedes aplicar la pasta en la mano, una esponja vegetal o un paño. Aplica la pasta en un área problemática o en todo el cuerpo. Frótate durante unos minutos en total.[9]
    • También puedes dejar que la pasta se asiente en una parte del cuerpo mientras te lavas el cabello o te afeitas las piernas.
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    Enjuaga la pasta. Una vez que te hayas frotado el cuerpo, enjuágate. Asegúrate de que no quede ningún rastro de la pasta áspera en el cuerpo antes de salir de la ducha.[10]

Consejos

  • Prepara un baño de leche para humectarte la piel. Añade leche de coco en polvo al baño con un aceite esencial. Luego, añade la sal de Epsom.[11]
  • Pon a remojar los pies al añadir 1 taza (240 g) de sal de Epsom a una tina con agua caliente. Remójalos durante 20 minutos.
  • Si usas demasiada sal de Epsom en un baño puede cubrirte la piel con un residuo blanco que se verá una vez que salgas y te seques.

Advertencias

  • Sumergirte en un baño de sal de Epsom durante mucho tiempo puede causar deshidratación. Trata de limitar los baños de sal de Epsom a no más de 40 minutos.[12]

Cosas que necesitarás

  • sal de Epsom
  • esponja exfoliante
  • aceite esencial de tu elección (opcional)
  • vinagre de sidra de manzana (opcional)
  • bentonita (opcional)
  • agua de rosas (opcional)
  • aceite de oliva (opcional)

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Categorías: Remedios caseros