Los tomates madurados por el sol son uno de los deleites más ricos de la temporada de verano. Podrás preservar su sabor y textura congelándolos. Sigue los métodos sencillos a continuación para capturar el sabor del verano y enterarte de algunas de nuestras ideas para preparar los tomates congelados.

Método 1
Método 1 de 4:
Preparar los tomates para congelarlos

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    Selecciona los tomates. Escoge los que estén firmes, no duros. Evita que los tengan manchas de insectos, magulladuras y otros daños. Podrás usarlos, pero tendrás que cortarlos aún más.[1]
    • Si bien podrás usar cualquier variedad, los tomates Roma son los mejores para congelar. Tienen más pulpa y menos agua, lo cual querrá decir que tendrás una salsa de tomate más espesa en menos tiempo de cocción.
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    Lava los tomates para quitar la tierra del jardín. Asegúrate de frotarlos para quitar el exceso de tierra. Sécalos dándoles golpecitos con una tela limpia o papel toalla.
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    Quita el tallo de los tomates. El área alrededor del tallo por lo general es dura, así que también córtala. Corta toda parte dañada del fruto.[2]

Método 2
Método 2 de 4:
Congelar los tomates pelados

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    Hierve una olla grande de agua. Pon los tomates en el agua hirviendo durante un minuto. El agua hirviendo suavizará las cáscaras, así serán más fáciles de pelar.
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    Pélalos. Con la punta de un cuchillo para pelar o uno especial para tomates, perfora la cáscara de cada fruto. Cuando hayas hecho un agujero, las cáscaras se desprenderán inmediatamente. Tíralas a la basura.[3]
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    Pon un colador dentro de un recipiente grande. Sostén los tomates en el colador mientras los despepitas. No será necesario quitar todas las semillas, pero la salsa de tomate será más apetitosa sin ellas. Exprime un poco los tomates para sacar el jugo. Por ahora, reserva la pulpa.
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    Exprime la mayor cantidad posible de jugo de las semillas en el colador. Pon el jugo en un recipiente. Podrás tomarlo, usarlo para cocinar o congelarlo.
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    Corta los trozos restantes de tomate según el tamaño que desees. Los trozos más pequeños se descongelarán rápidamente y se harán salsa en menos tiempo.
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    Pon los trozos de tomate en bolsas con cierre hermético hasta llenarlas. Saca la mayor cantidad posible de aire succionándolo con una pajilla mientras ajustas el cierre.
    • Si lo prefieres, podrías sellar los tomates con un sellador al vacío, el cual está a la venta en las tiendas de suministros de cocina.
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    Presiona las bolsas lo más posible para hacer uso del espacio de almacenamiento al máximo. Pon las bolsas en el congelador.

Método 3
Método 3 de 4:
Congelar tomates enteros con cáscara

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    Pon los tomates enteros en una bandeja para hornear. Pon la bandeja en el congelador. Así mantendrán su forma. No tendrás que blanquear los tomates enteros antes de cocinarlos.[4]
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    Saca los tomates del congelador cuando ya estén congelados. Ponlos en bolsas herméticas de plástico. Asegúrate de sacar todo el aire de las bolsas.
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    Pon los tomates enteros congelados bajo agua tibia para descongelarlos. Cuando hayan recibido el chorro de agua tibia durante aproximadamente un minuto, las cáscaras se desprenderán y saldrán fácilmente.

Método 4
Método 4 de 4:
Cocinar con tomates congelados

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    Haz puré de tomates. Podrás usar este puré como base de otras salsas. También podrás usarlo como salsa de tomate si le agregas hierbas y especias.
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    Para las fiestas tradicionales haz una salsa de tomate tipo gravy. La salsa de tomate tipo gravy es una opción vegetariana deliciosa, sobre todo durante las festividades.
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    Haz una salsa de tomate clásica. La salsa de tomate gusta a todo el mundo, sabrá bien con espagueti, lasaña o con palitos de queso mozzarella.
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    Nada calienta más el cuerpo como una sopa de tomate. Haz un tanda de sopa de tomate en un frío día de invierno para tener un platillo realmente reconfortante.
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    Haz kétchup de tomate. Si bien el que se compra en la tienda es un clásico, ten la seguridad de que el kétchup casero de tomate será todo un éxito.

Cosas que necesitarás

  • Tomates
  • Olla grande
  • 2 envases grandes
  • Cuchillo para pelar o cuchillo especial para tomates
  • Colador
  • Bolsas con cierre hermético para congelar
  • Pajilla (o popote)
  • Bolsas y sellador al vacío (opcional)

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Resumen del artículoX

Para congelar tomates sin blanquearlos, primero enjuágalos enteros y luego retira todos los tallos. Después colocalos en una bandeja para galletas y déjala en el congelador hasta que se congelen. Una vez que estén congelados, sácalos y colócalos en una bolsa plástica sellable. Aplasta la bolsa para expulsar el aire antes de sellarla, y colócala en el congelador. Para usar los tomates congelados, échales agua tibia hasta que se descongelen.