Los hígados de pollo son económicos pero nutritivos. Para evitar que se vuelvan de sabor amargo y para asegurarse de cocinarlos adecuadamente, es importante limpiarlos correctamente antes de hacerlo. Para dejarlos listos para cocinar, remójalos en agua fría y retira el tejido conectivo.

Método 1
Método 1 de 3:
Remojar los hígados en agua fría

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    Coloca los hígados en agua fría. Llena un recipiente de cristal con agua fría, no tan fría como un hielo, pero más fría que la temperatura ambiente. Coloca los hígados adentro. De ser posible, no los coloques uno sobre otro.[1]
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    Deja los hígados en el agua. Déjalos ahí durante 15 minutos. Esto le permite al agua coagular la sangre, lo que hace más fácil limpiarla.[2]
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    Vacía el recipiente. Después de 15 minutos, sostén los hígados en su lugar y vierte el agua fuera del recipiente.[3]
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    Da golpecitos a los hígados con toallas de papel para secarlos. Toma un hígado a la vez y sécalo dando golpecitos con una toalla de papel seca. Asegúrate de secar ambos lados. Si hay sangre difícil de eliminar, moja una servilleta de papel y límpiala.[4]
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Método 2
Método 2 de 3:
Eliminar el tejido conectivo

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    Aplana los hígados. Dispersa los hígados que estás cortando de manera que queden planos. Para esto debes desdoblarlos porque normalmente vienen en forma de bola de la tienda.[5]
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    Encuentra el tejido conectivo. Los hígados tienen tejido conectivo que los recorre, similar al que puedes encontrar en la pechuga de pollo. Este tejido es normalmente fibroso y de color blanco o rosa.[6]
    • Encuentra también cualquier parte verdosa en el hígado ya que esto provoca que tenga un sabor amargo.[7]
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    Corta el tejido conectivo de la carne. Usa un cuchillo afilado o tijeras y separa el tejido de la carne. Esto podría tomar más de uno o dos cortes con el cuchillo ya que un hígado puede tener mucho tejido conectivo.[8]
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Método 3
Método 3 de 3:
Comprar, almacenar y cocinar hígados de pollo

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    Obtén hígados de pollos enteros. Si acostumbras comprar el pollo entero, este incluirá hígados. Algunos pollos tienen varios corazones y varios hígados, así que puedes obtener más de uno por pollo.[9]
    • No uses hígados para preparar salsa de carne (gravy) con entrañas porque le puede dar un sabor amargo a la salsa.
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    Compra los hígados en una carnicería. Puedes comprar hígados enteros en la carnicería o el departamento de carnes de la tienda de comestibles. Estos hígados casi siempre son de mejor calidad que los que obtienes cuando compras el pollo entero, ya que al procesar el pollo se pueden destruir los hígados.[10]
    • Los hígados de la tienda de comestibles o de la carnicería vienen, normalmente, en un frasco y suelen estar frescos. Pregúntale al carnicero cómo los empacan.
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    Limpia y congela los hígados. Antes de guardarlos, debes limpiarlos para que estén listos para usarse cuando los necesites. Una vez que los hayas limpiado, extiéndelos en una bolsa y guárdalos en el congelador.[11]
    • Usa los hígados dentro de los tres o cuatro meses después de haberlos congelado.
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    Prepara hígado picado. La forma más popular de preparar hígados de pollo, es en trozos. Derrite 5 cucharadas de grasa (ya sea de pollo o mantequilla) en un sartén, después fríe 2 tazas (16 onzas) de cebolla en rebanadas en esa grasa. Retira las cebollas, pero deja la grasa en el sartén y fríe 450 g (1 libra) de hígados de pollo hasta que queden de color marrón por fuera y ya no se vean de color rosa por dentro. Mezcla los hígados, las cebollas y 3 huevos duros y corta todo en trozos finos. Sazónalos con sal y pimienta y sírvelos en las siguientes dos horas o guárdalos en un recipiente hermético en el refrigerador.[12]
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Consejos

  • Los hígados, algunas veces, vienen adheridos a los corazones del pollo. Sepáralos cortando el tejido conector.
  • Si quieres cocinar también los corazones, retira el tejido graso alrededor, abre el corazón y retira los coágulos de sangre del interior.
  • Un cuchillo muy filoso o un par de tijeras de cocina son las mejores herramientas para limpiar hígados de pollo.
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Categorías: Carne
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