Cada película de deportes o guerra parece tener un discurso motivacional de un entrenador o comandante, inspirando a todos a medida que la música asciende a un crescendo. En la realidad, motivar a alguien suele ser un esfuerzo más silencioso, sutil y personalizado. Ya sea que quieras motivar a niños, adolescentes, empleados e incluso a ti mismo, comienza por determinar qué es lo que realmente impulsa a la persona. Luego, ayúdala a que sienta que es una parte clave en un trabajo de equipo, y usa afirmaciones motivacionales específicas y oportunas para demostrar tu apoyo.

Método 1
Método 1 de 3:
Adaptarte a las necesidades de la persona

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    Conoce a la persona al observar y escuchar. No existe un enfoque universal para motivar a las personas. Tienes que adaptar tu estrategia a la persona específica. Cuanto más la conozcas, mejor podrás adaptarte.[1]
    • Por ejemplo, no asumas que una persona es perezosa si no parece estar motivada para buscar trabajo. Piensa en las cosas que atraviesa en su vida y escúchala para detectar señales de cómo percibe la situación.
    • Por ejemplo, algunos adolescentes adoran escuchar a sus padres gritarles "¡Vamos! ¡Puedes hacerlo!" durante un gran juego, mientras que otros se sienten mortificados.
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    Determina cómo prioriza sus valores. Las personas se sienten impulsadas por hacer cosas por el potencial de beneficios extrínsecos (como el dinero o un título) e intrínsecos (como los sentimientos de satisfacción). La combinación intrínseca y extrínseca varía según la persona, así que vale la pena pensar cómo una persona valora las distintas cosas.[2]
    • Por ejemplo, algunas personas valoran mucho el respeto, mientras que otras priorizan la riqueza, el afecto o la comodidad.
    • Si bien preguntar "¿Cuál de estas cosas valoras más?" podría funcionar, es más probable que quieras escuchar y observar a la persona para tener una idea de sus prioridades.
    • Una vez que sepas qué valora, podrás adaptar tus estrategias motivacionales para que coincidan.
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    Usa estrategias positivas sin importar las circunstancias. La negatividad no es una buena estrategia motivacional. Las críticas, las frustraciones y los ultimátums pueden, en algunos casos, causar una respuesta a corto plazo, pero los enfoques negativos no motivan realmente a una persona para que haga un cambio.[3]
    • Un enfoque negativo como el siguiente probablemente solo cause resentimiento: "En vez de sentarte en el sofá a jugar el mismo juego tonto todo el día, ¿por qué no te unes a un equipo real y juegas baloncesto real?".
    • Compara eso con un enfoque más positivo: "Pienso que eres muy bueno en baloncesto y que disfrutarías jugar con tus amigos en un equipo. Quizás puedas inscribirte para las pruebas".
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    Acepta que no puedes obligar a alguien a que se motive. La motivación viene de dentro, así que no existe una forma de "hacer" que otra persona se motive a hacer algo. En cambio, tu objetivo debe ser ayudarla a identificar sus sentimientos de motivación.[4]
    • En vez de intentar crear la motivación donde no hay, trabaja para crear condiciones que ayuden a revelar su motivación existente.
    • Si a un empleado no le gusta su trabajo y solo trabaja por el dinero, no te molestes en motivarlo para tomar una iniciativa mayor. Sin embargo, si sientes que tiene un potencial sin explotar para realmente tener éxito en el trabajo, evalúa cómo puedes ayudarlo a encontrar su motivación.
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Método 2
Método 2 de 3:
Crear un ambiente de equipo

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    Muestra la motivación que quieres inspirar. Si quieres motivar a alguien a rendir al máximo, asegúrate de demostrar la motivación para hacer tu mejor esfuerzo. Por ejemplo, si quieres que tu hijo adulto joven tenga un mayor interés en el mundo que lo rodea, muestra tu participación activa en los asuntos globales, nacionales y comunitarios.[5]
    • Está claro que no puedes motivar a alguien a que se preocupe por el medioambiente simplemente porque a ti te preocupa. Sin embargo, no tendrás posibilidades si no le muestras tu motivación.
    • Si muestras tu motivación, ofrecerás la oportunidad para que la persona se "una" a ti.
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    Haz énfasis en el rol de la persona dentro de un equipo cohesivo. Esto es útil en contextos laborales, escolares, deportivos y familiares, entre otros. Hazle saber a la persona que es un componente vital de algo más grande que ella misma. Sin embargo, no seas negativo y uses un enfoque "se lo debes al equipo". En cambio, mantén el optimismo.[6]
    • Por ejemplo: "Esos minutos que entraste cuando Carlos se metió en problemas realmente nos ayudaron a mantenernos en el juego y nos dio una posibilidad al final" o "Tu introducción a nuestra presentación grupal establecerá el tono para el resto de nosotros".
    • El deseo de no decepcionar a los demás es una fuente de motivación muy común y poderosa. Sin embargo, es importante que permitas que la persona llegue a la conclusión por cuenta propia.
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    Proporciona una visión clara y herramientas para el éxito si eres un líder. Esta es la mejor forma de motivar como jefe, entrenador o padre; dales a las personas bajo tu liderazgo lo que necesiten para tener éxito. El mayor discurso motivacional en la historia no mejorará las ventas si los empleados no cuentan con las herramientas y tecnología que necesitan para atraer clientes nuevos.[7]
    • Define los roles y las expectativas de cada miembro del equipo y tu visión para el grupo como un todo. Es más fácil sentirse motivado si se tiene un objetivo claro en mente.
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    Ofrece reconocimiento grupal e individual de manera regular. Algunas personas valoran más los elogios que otras, pero a todos les gusta sentir que sus esfuerzos se reconocen. Esto les hace saber que valoras lo que hacen y ofrece una razón para que busquen más elogios.[8]
    • En un contexto laboral, puedes reservar un tiempo cada semana para reconocer los logros individuales y grupales.
    • En el caso de los niños, poner calcomanías de colores en una tabla de tareas en el refrigerador puede ser un motivador suficiente.
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Método 3
Método 3 de 3:
Decir las cosas correctas

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    Usa un enfoque "menos es más" para ofrecer comentarios motivacionales. Si intentas motivar a alguien de forma constante, tus esfuerzos posiblemente se vuelvan cada vez menos exitosos. La persona podría ignorar lo que dices porque es demasiado habitual, o podría resentir tus esfuerzos interminables por motivarla.[9]
    • Desafortunadamente, no existe un "número mágico" para la frecuencia o el momento de los comentarios motivacionales. Lo mejor que puedes hacer es guardarlos para los momentos en que sientas que es muy necesario y que serán bien recibidos.
    • Por ejemplo, un entrenador que grita "¡Vamos! ¡Hazlo!" todo el tiempo durante una sesión de entrenamiento de peso simplemente podría molestar a su cliente. Sin embargo, un "¡Tú puedes hacerlo, Luis!" en el momento oportuno podría proporcionar una chispa cuando sea necesario.
    • De manera similar, si tu adolescente parece ser perezoso para limpiar su habitación, insistirle podría ser menos útil que darle un incentivo rápido como "¡Terminarás antes de notarlo!".
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    Ofrece guía específica, no un discurso motivacional genérico. Di el nombre de la persona y adapta las pablaras para adecuarte a la situación en cuestión. No uses una frase que hayas visto en un letrero o hayas escuchado durante un anuncio de autoayuda.[10]
    • Por ejemplo, en vez de decir "Mantén la cabeza en alto", prueba con "Carla, olvida ese tiro libre fallido y demuéstrales qué es lo que tienes en defensa".
    • Es más difícil desconectarse de las palabras motivacionales cuando escuchas tu propio nombre y la situación en la que te encuentras.
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    Ayuda a la persona a dividir las tareas grandes entre partes más pequeñas. Las personas a menudo no tienen motivación porque están abrumadas por una tarea que parece ser demasiado grande, no porque sean perezosas. Si ayudas a la persona a ver muchas tareas pequeñas en vez de una gigante, le resultará más fácil visualizar el éxito.[11]
    • Por ejemplo, un niño podría sentirse abrumado por la idea de limpiar su habitación desordenada. Sin embargo, dividir la tarea hace que sea más fácil realizar el esfuerzo y tener una gratificación. Por ejemplo, puedes decir "Tomi, sería mucho más fácil para ti jugar a los trenes si quitaras todos los juguetes de la mesa del tren".
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    Recuerda darle crédito a la persona incluso por los éxitos pequeños. Siempre debes reconocer sus esfuerzos y elogiar sus logros, además de animarla a hacer lo mismo por sí misma. A la hora de inspirar motivación, ningún "triunfo" es demasiado pequeño o insignificante.[12]
    • Por ejemplo: "Laura, date una palmadita en la espalda por las increíbles calificaciones de las pruebas que has obtenido hasta ahora. Has sentado las bases para un examen semestral exitoso la próxima semana".
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    Haz énfasis en el proceso de dominio sobre la experiencia de la victoria. Por supuesto, los montañistas se motivan en parte por el pensamiento de estar en el pico alto por algunos minutos. Sin embargo, es el proceso de conquistar una montaña (y sus miedos y límites) lo que realmente los motiva. Sin importar las circunstancias, enfoca tus esfuerzos motivacionales en la "escalada" más que la "cumbre".[13]
    • Por ejemplo, en vez de decirle a un atleta adolescente que trabaje duro para ganar, dile algo así como "Marcos, imagina el orgullo que sentirás al final del juego final cuando sepas que has dado lo mejor de ti durante toda la temporada".
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    Usa afirmaciones en primera persona para ofrecer apoyo incondicional. Querer motivar a alguien usando afirmaciones enfocadas en el otro puede dar la sensación de que das órdenes o que quieres indicar qué debe querer, hacer o sentir. En cambio, usa afirmaciones en primera persona para ofrecer tu apoyo total por el esfuerzo que realice.[14]
    • Por ejemplo, un simple "Realmente disfruto verte jugar fútbol" suele funcionar mejor que "Podrías ser el mejor jugador del equipo si te enfocaras más durante los partidos".
    • En un contexto laboral, prueba con "Realmente me gusta lo que veo en este equipo y sé que podemos trabajar juntos para mejorar nuestras ventas y alcanzar objetivos nuevos".
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Acerca de este wikiHow

Sydney Axelrod
Coescrito por:
Coach de vida certificada
Este artículo fue coescrito por Sydney Axelrod. Sydney Axelrod es una coach de vida certificada y la propietaria de Sydney Axelrod LLC, un negocio de coaching de vida centrado en el desarrollo profesional y personal. A través del coaching individual, cursos digitales y talleres grupales, Sydney trabaja con sus clientes para descubrir su propósito, navegar por las transiciones de la vida, y establecer y lograr objetivos. Sydney tiene más de 1000 horas de certificaciones de coaching relevantes y tiene una licenciatura en Administración de Empresas en Marketing y Finanzas otorgada por la Universidad de Emory. Este artículo ha sido visto 4215 veces.
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