La langosta es una exquisitez clásica que goza de particular popularidad en la costa del noreste de EE.UU. Como una alternativa económica a comprar langostas enteras vivas o congeladas, puedes tan solo cocinar las colas. Las colas de langosta también pueden hornearse, cocinarse a la parrilla o cocinarse al vapor, pero hervirlas es una de las técnicas de cocina más simples, ya que puedes servirlas directamente de la olla o bien cortarlas para usarlas en otra receta. Con unos cuantos cortes rápidos a través del caparazón y unos minutos de hervor, obtendrás una carne de langosta deliciosa lista para usarse.

Ingredientes

  • agua
  • mantequilla
  • sal
  • perejil o albahaca
  • colas de langosta

Parte 1
Parte 1 de 3:
Descongelar las colas de langosta

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    Consigue colas de langosta frescas o congeladas en un supermercado o una tienda de mariscos. A menos que vivas en un lugar en donde se pueda comprar langosta recién pescada en los supermercados, podrás encontrar la mejor langosta para usar en un mercado especializado o supermercado de calidad local. Mientras más fresca, mejor, aunque las colas de langosta congeladas también servirán.
    • No uses colas de langosta empaquetadas con trifosfato de sodio, ya que este químico le añade peso a las colas, lo cual hace que cuesten más por peso.[1]
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    Descongela las colas congeladas en el refrigerador durante entre 8 y 10 horas antes de cocinarlas. Es posible dejar las colas en el empaque en el que hayan venido. Necesitan tiempo para descongelarse por completo de forma que evites que la carne se pegue al caparazón, además de para mejorar la uniformidad de la cocción al hervirlas.[2]
    • En caso de que no tengas tiempo para descongelar las colas de un día para otro en el refrigerador, puedes hacerlo en agua fría durante 30 minutos, como mínimo.[3]
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    Enjuaga las colas en agua fría. Colócalas bajo el grifo usando las manos o unas tenazas y trata de enjuagar toda la superficie de la cola. Una vez que la hayas limpiado, puedes usar un papel toalla para secarla o dejar que se seque al aire antes de cortarla.[4]
    • De este modo, evitarás que las sustancias sucias que podría haber en las colas de langosta contaminen tu comida. Debido a que las langostas viven en el fondo del mar, puede haber bastantes residuos sobre ellas.
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    Corta la cola de langosta por el medio usando tijeras de podar o un cuchillo. Debes cortar la langosta hacia atrás hasta el último extremo de la aleta. Trata de no cortar la carne de forma que no se desarme al hervirla. En cambio, tira del caparazón al cortar para así mantener las tijeras muy por encima de la carne.[5]
    • Las tijeras de cocina constituyen una opción más segura que un cuchillo, ya que este deberá mirar hacia arriba para cortar el caparazón.
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    Desprende la cola a lo largo de la incisión con los dedos pulgares. Con la incisión que hayas hecho, podrás desprender con facilidad todo el caparazón a lo largo del medio. Mantén la carne dentro del caparazón al hervirla y servirla.[6]
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Parte 2
Parte 2 de 3:
Cocinar la langosta

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    Coloca en la estufa una olla grande llena de agua. Llena la olla con agua a dos tercios de su capacidad para así ayudar a que no se derrame. El tamaño de la olla que necesitarás dependerá de la cantidad de colas que tengas la intención de hervir. En el caso de 230 g (8 onzas) de colas, una buena regla general es usar 1 1/2 tazas (350 ml) de agua por cola.[7]
    • Asimismo, es posible hervir las colas de langosta en tandas y no todas al mismo tiempo.
    • Puedes echarle entre 1 y 2 cucharadas de sal al agua como una forma de elevar su punto de ebullición y ayudar a que alcance un hervor más suave.
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    Deja que el agua hierva de manera constante. Sube el fuego al máximo de forma que alcance un hervor rápido. Bajarás el fuego más adelante, cuando empieces a colocar las langostas en la olla, pero las burbujas deben estar llegando con rapidez a la superficie.[8]
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    Coloca las colas de langosta en el agua. Con unas tenazas de cocina, sumerge las colas con suavidad, teniendo cuidado de que cada una de ellas esté sumergida por completo debajo de la superficie. Revisa que haya espacio entre cada cola.[9]
    • Ten cuidado de que el agua hirviendo no te salpique ni a ti ni a nadie que esté cerca. Puede serte de ayuda que añadas las colas una por una para que el agua permanezca dentro de la olla.
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    Baja el fuego a medio o medio alto. En tanto se cocinan las colas, el hervor debe mantenerse apenas por encima de fuego lento, en lugar de un hervor constante. De este modo, ayudas a que las colas se cocinen por completo antes de separarse del caparazón.[10]
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    Hierve la langosta durante 1 minuto por cada 30 g (1 onza). En su mayoría, se necesitan entre 5 y 12 minutos para que las colas de langosta se cocinen por completo. Es posible que la olla empiece a derramarse, aunque dependerá del nivel del fuego y lo llena que esté. Si esto ocurre, baja el fuego.
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    Hinca la carne de langosta con un tenedor. Las colas de langosta estarán listas cuando la carne esté blanca y su textura sea tierna. Las colas deben tener una tonalidad rojo vivo y estar casi separadas de la carne.[11]
    • En caso de que la langosta no esté lista, no debes retirarla del agua, ya que es importante que cocinarla por completo.
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    Coloca las colas de langosta en un colador. Es posible usar diversas herramientas de cocina para retirar las colas del agua, incluyendo una espumadera o unas tenazas. Servirá cualquier cosa que pueda retirar las colas con suavidad sin separar la carne del caparazón.[12]
    • Es posible escurrir las colas en un colador si así lo deseas.
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Parte 3
Parte 3 de 3:
Servir las colas de langosta

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    Corta la carne completamente a lo largo para una mayor facilidad, si deseas. Es más fácil comer la carne de langosta si se ha cortado previamente por el centro. En caso de que hayas hecho una incisión anteriormente, lo más probable es que baste para un comensal promedio. Sin embargo, cortarla por completo facilita mucho más el uso de un tenedor.[13]
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    Aplica mantequilla a las colas de langosta. Una opción clásica para realzar el sabor de la langosta es servirla con mantequilla derretida, ya sea a un lado o ya derretida sobre la cola. Puedes untar una cantidad suficiente de mantequilla como para cubrir ligeramente la parte superior de cada cola usando una brocha para enlardar o un tenedor.[14]
    • Una opción es preparar mantequilla clarificada. Esto es mantequilla derretida que se ha colado a través de una estameña o a la que se le ha raspado el exceso de grasa. Constituye una salsa muy común para sumergir los mariscos, como la langosta.
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    Exprime limón sobre la cola. El jugo de limón le da un sabor ácido agradable a la carne cremosa de la langosta. En caso de que tengas la intención de servir las colas con limón, puedes optar por exprimir tú mismo el jugo sobre ellas o cortar rodajas de limón para que tus invitados las usen por sí mismos.[15]
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    Elige hierbas para el plato. Las opciones clásicas para servir junto con la langosta son el perejil y la albahaca. Decora la carne y el plato con hierbas en caso de que tengas la intención de usarlas. Mezclar mantequilla, limón y hierbas crea una combinación comprobada y deliciosa de sabor.[16]
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    Corta la carne para usarla en otra receta. Una vez que hayas cocinado la langosta de una forma simple, puedes usar la carne en casi cualquier receta que necesite carne de langosta. En caso de que tengas la intención de usar la carne en otra receta, debes hacerlo de inmediato. Esto se debe a que las colas de langosta cocidas no se conservarán tan bien como las congeladas.[17]
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Consejos

  • También es posible servir las colas de langosta "a caballito". Con un par de tijeras de cocina, corta a través de la parte superior central del caparazón. Corta la carne de langosta hasta la mitad a lo largo de la línea del centro, levanta la cola a través de la hendidura en el caparazón y apoya la cola sobre él.[18]
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Cosas que necesitarás

  • olla
  • tenedor
  • cuchillo o tijeras de cocina
  • colador
  • espumadera o tenazas

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